Como un modo de celebrar los 400 años de la primera inspiración recibida por su fundadora, Santa Luisa de Marillac, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Recife (Brasil) recorren la ciudad con el micro da caridade, un minibús con el que brindan alimento y atención a las personas necesitadas.
Según informó Vatican News, con esta iniciativa las religiosas responden al llamado del Papa Francisco de ir a las periferias, asistiendo a las personas sin hogar, una realidad que se ha agravado con la pandemia del coronavirus.
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“El Proyecto Micro da Caridade nació de la acción social de proporcionar comidas diarias a las personas sin hogar y realizar rondas en la ciudad de Recife. Se percibía la necesidad de ofrecer servicios higiénicos esenciales, como baños, ropa limpia y atención sanitaria básica, que para ellos eran un lujo inaccesible”, señala el medio vaticano.
En ese sentido, gracias a donaciones internacionales, el minibús también cuenta con duchas, enfermería y barbería, y beneficia a unas sesenta personas sin hogar. El proyecto también se sostiene gracias a la colaboración de voluntarios que una vez a la semana “donan su tiempo y habilidades”.
En declaraciones a Vatican News, las religiosas afirman que, “como Hijas de la Caridad, anunciamos el amor misericordioso de Dios a través de nuestro servicio, siguiendo el ejemplo de San Vicente de Paúl”.
“Colaboramos con otras ramas de la Familia Vicenciana para promover la caridad, movilizando a personas de buena voluntad y organizando una red de servicios y asistencia a los pobres. El proyecto es transformador y busca promover la salud y el bienestar, posicionándose como tercer objetivo de desarrollo sostenible”, señalan.
Ello permite que los beneficiarios se sientan “acogidos y tratados como seres humanos”.
La nota del medio vaticano destaca que existen “otras iniciativas similares, coordinadas por grupos religiosos y organizaciones no gubernamentales” que también buscan “promover el bienestar y la salud para todos”.
“Como Hijas de la Caridad estamos llamadas a ayudar a los hermanos sin hogar, incluidos niños, jóvenes, adultos y ancianos que enfrentan otras formas de pobreza, como la soledad, el abandono y la invisibilidad”, añaden las religiosas.
“Debemos buscar y encontrar a los olvidados, ofreciendo ayuda práctica y permaneciendo fieles a nuestros fundadores que respondieron al llamado de servir a Cristo en los Pobres”, expresan.