La Conferencia Haitiana de Religiosos (CHR) y la Arquidiócesis de Puerto Príncipe convocaron a una jornada de oración, meditación y adoración eucarística, el miércoles 24 de enero, para pedir por la liberación de las personas secuestradas por una banda armada, entre las que se cuentan seis religiosas de la Congregación de Hermanas de Santa Ana.
El pasado 19 de enero, la CHR —a través de su presidente, el P. Morachel Bonhomme— confirmó el secuestro del autobús que transportaba a las monjas junto con otros ocupantes.
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“Invitamos a sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos a organizar en todas las parroquias y comunidades una cadena de oraciones incesantes por la liberación de los secuestrados y su regresos con sus familias”, escribieron Mons. Max Mésidor, Arzobispo Metropolitano de Puerto Príncipe, y el P. Bonhomme, en un comunicado publicado el 22 de enero.
Además, condenaron enérgicamente este acto “atroz y criminal”, así como el resto de los secuestros que se comenten en el país caribeño “con total impunidad”. Resaltaron que estos actos causan consternación en la población haitiana y empañan la imagen del país a nivel internacional.
De igual forma, la Iglesia en Haití expresó su solidaridad con la Congregación de Hermanas de Santa Ana, con los familiares del resto de las personas secuestradas y con todos los afectados por la violencia a causa de los grupos delictivos que actúan impunemente, y que incluso controlan el 80% del territorio de Puerto Príncipe.
Por último, el comunicado apela “a la conciencia de los secuestradores” para que liberen ilesos a los rehenes. Este llamado se une al que hiciera Mons. Pierre André Dumas, Obispo de Anse-à-Veau y Miragoâne, quien el 22 de enero se ofreció a tomar el puesto de las personas en cautiverio.
"Por favor, llévenme en su lugar. Estoy dispuesto", expresó el obispo. Asimismo, señaló que “secuestrar a mujeres que dedican su vida a salvar a los pobres y a los jóvenes es un gesto que verá el juicio de Dios”.
Según Mons. Dumas, los captores exigen 3 millones de dólares por la liberación de las religiosas y sus acompañantes, algo que horroriza al prelado, quien resalta la labor pastoral y humanitaria de las Hermanas de Santa Ana, que se han dedicado “a curar las heridas de uno de los pueblos más pobres del mundo” y han entregado su vida por completo a Haití.