Próximamente comenzarán los trabajos de restauración del baldaquino de la Basílica de San Pedro, el imponente templete diseñado por Gian Lorenzo Bernini que sujeta la gran cúpula de la basílica vaticana e indica el lugar donde está enterrado el primer Papa de la historia, San Pedro.
En la mañana de este jueves 11 de enero, la Oficina de Prensa de la Santa Sede informó a los periodistas acerca de la restauración de este importante monumento realizado entre 1638 y 1633, formado por cuatro columnas de bronce retorcido de 29 metros de alto y 63 kilos de peso.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Los trabajos comenzarán en la segunda semana de febrero y finalizarán en diciembre de 2024, previamente a la apertura de la Puerta Santa en el marco del Jubileo 2025. El coste de esta iniciativa será de setecientos mil euros.
A pesar de los trabajos de restauración del monumento, situado en el altar mayor del templo, se podrán continuar realizando las celebraciones litúrgicas.
En la sesión informativa estuvo presente el Cardenal Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica de San Pedro, quien destacó la importancia de este monumento que señala la tumba de San Pedro, “una simple fosa excavada en la tierra de la colina vaticana por los primeros cristianos de Roma en tiempos del emperador Nerón”.
Remarcó que la tumba del primer Pontífice es “una fosa sepulcral venerada desde siempre, sobre la que el Papa Silvestre y el Emperador Constantino construyeron una primera gran basílica en el siglo IV, sustituida por la actual en el siglo XVI, a instancias del Papa Julio II della Rovere”, indicó.
El también Vicario General de su Santidad para la Ciudad del Vaticano recordó que el término baldaquino deriva de Baldác, antiguo nombre de Bagdad, “de donde procedían las telas más preciosas”.
De hecho, anteriormente al baldaquino de Bernini, durante la Edad Media se disponían cuatro postes que sostenían revestimientos textiles.
Las telas fueron sustituidas por estas gigantescas columnas de bronce, “una clara referencia a las columnas que se alzaban alrededor de la tumba de Pedro en la antigua basílica”, precisó el purpurado.
Según el cardenal, este diseño “es también una fuerte referencia a Cristo Jesús, porque se creía que esas columnas retorcidas procedían del Templo de Salomón en Jerusalén”.
Las cuatro columnas están colocadas sobre altos pedestales de más de dos metros de altura en los que figuran los escudos papales con las simbólicas “abejas Barberini”. Asimismo, las cuatro columnas de bronce, adornadas con ramas de laurel y querubines, están rematadas con capiteles corintios.
En la rueda de prensa también estuvo presente Patrick Kelly, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, la organización fraternal de beneficencia católica más grande del mundo que financia parte de estos trabajos.
Kelly agradeció al Papa Francisco su autorización para llevar a cabo el proyecto y resaltó que el baldaquino se trata de una “obra maestra singular del arte sacro, reconocible e impresionante al instante”.
“Este proyecto también encaja muy bien con nuestra misión y con nuestra historia de servicio a la Iglesia y, especialmente, a los Sucesores de San Pedro”, remarcó.