La Custodia franciscana de Tierra Santa celebró el último domingo 7 de noviembre la Solemnidad del Bautismo del Señor en la orilla occidental del río Jordán, donde se encuentra el lugar en el que Jesús fue sumergido para ser bautizado por San Juan Bautista.

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Según la Custodia de Tierra Santa, la comunidad franciscana se congregó junto a religiosos y grupos parroquiales en las inmediaciones de Qasr el Yahud, también conocido como la “ciudadela de los judíos”, probablemente porque evoca el momento en que los israelitas cruzaron el río en su camino hacia la Tierra Prometida, según se relata en Génesis 3,14-17.

El día domingo, los franciscanos salieron en una procesión encabezada por el Custodio de Tierra Santa, P. Francesco Patton, hasta la iglesia dedicada a San Juan Bautista, para la celebración de la Misa. También asistieron autoridades diplomáticas y locales.

En su homilía, el P. Patton recordó que se encontraban “a unos pasos del lugar donde Jesús se sumergió en las aguas para recibir el Bautismo y luego pasar la prueba de la tentación antes de comenzar su misión de predicar el reino de Dios e invitar a la conversión, a expulsar demonios y sanar a los enfermos, y anunciar la buena nueva de que Dios es Padre para todos nosotros”.

Sostuvo, además, que a partir del bautismo de Jesús y de su muerte en la cruz, “gracias al don del Espíritu” es posible reflexionar sobre la introducción de cada uno en la vida y la vocación cristiana, “que consiste en habernos convertido en hijos de Dios gracias a la fe, y habiendo aceptado el mandamiento del amor”.

Al dirigirse a los presentes, resaltó que “desde el día de nuestro Bautismo resuenan verdaderas las palabras que el Padre dirigió a Jesús aquí en el Jordán: ‘Este es mi Hijo amado, en quien me complazco’ (Mc 1,11)”.

“Y podemos vivir verdaderamente como hijos de Dios porque el Espíritu del Hijo habita en nosotros. Y así como Jesús vivió toda su vida entregándose por amor, así también nosotros podemos vivir el mandamiento del amor hasta la entrega de nosotros mismos”, añadió.

El P. Patton concluyó su homilía con una oración y una invocación por la paz en Tierra Santa, pidiendo a Dios la gracia de renovar “los corazones”.

“Aquí en el Jordán, donde en Jesús cada uno de nosotros también nos hemos convertido en el Hijo amado de Dios, podemos realmente comenzar una nueva humanidad que rechace la ética de la violencia y la venganza y abrace la ética del perdón, de la reconciliación, del amor hasta el don de sí mismo”, concluyó.

Al concluir la Misa, después de 57 años, se procedió a bendecir y abrir la puerta que brinda acceso directo al río Jordán mediante un campo recién rehabilitado.

“Este momento es sumamente significativo, ya que recuerdo que hace unos años este campo estaba plagado de minas”, destacó el P. Patton. En 1967, durante la guerra entre Israel y Jordania, la región sufrió considerablemente, llegando al extremo de convertirse en un área minada que obligó a los franciscanos a abandonar la zona.

Posteriormente, todos los frailes se dirigieron en procesión hacia las orillas del río a través de la recién abierta puerta, antes de emprender el regreso a Jerusalén.