Cada 3 de enero se celebra el Santísimo Nombre de Jesús. Por ello les ofrecemos 5 razones sobre la importancia del nombre de cada persona y lo que significa para Dios.
1. Es tu persona
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“Te he llamado por tu nombre”, dice el Señor en palabras del profeta Isaías. Según el Catecismo (CCE por sus siglas en latín Catechismus Catholicæ Ecclesiæ), “el nombre es la imagen de la persona”. Por lo tanto, destaca que debe ser respetado “en señal de la dignidad del que lo lleva”.
El Papa Francisco en la JMJ Lisboa 2023 enfatizó a los jóvenes que “si Dios te llama por tu nombre significa que para Dios ninguno de nosotros es un número”, sino que “es un rostro, es una cara, es un corazón”.
2. Es tu misión
En el Evangelio de San Mateo se describe que el ángel del Señor se apareció en sueños a San José y le precisó que debía ponerle el nombre de Jesús al bebé que María llevaba en el vientre, “porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.
Efectivamente, de acuerdo a la Enciclopedia Católica, la palabra Jesús proviene del hebreo Jeshua, o Joshua, o Jehoshua, que significa “Yahveh es salvación”.
En una reflexión sobre el nombre de Jesús, la web del Opus Dei indica que el nombre era de suma importancia en las culturas semitas porque “subrayaba la misión para la que una persona era llamada”. En el caso de Jesús, esta se cumplió a plenitud.
3. Es sagrado y eterno
El Catecismo es bastante preciso en señalar que el nombre de cada ser humano es “sagrado” y “de eternidad”. “En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”, añade.
En este contexto, es preciso recordar que el segundo mandamiento de la ley de Dios nos pide no tomar el nombre de Dios en vano. Por ello el CCE señala que esta norma divina “prohíbe abusar del nombre de Dios, es decir, todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de todos los santos”.
4. Es protección
El Catecismo destaca que la persona recibe su nombre en la Iglesia con el bautismo. Por ello recomienda elegir el nombre de un santo para que le sirva de guía y como intercesor. “Al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se ofrece al cristiano un modelo de caridad y se le asegura su intercesión”, resalta.
Por otro lado, el Código de Derecho Canónico, conjunto de normas que rigen a la Iglesia Católica, pide a los padres, padrinos y al párroco que se haga el esfuerzo por evitar imponer “un nombre ajeno al sentir cristiano”.
5. Es cambiable
El Opus Dei cuenta que en la Historia de la Salvación, Dios le cambió el nombre a determinadas personas para destacar su misión. Un ejemplo es cuando Cristo renombró a Simón con el nombre de Pedro, que significa roca y sobre la cual edificó su iglesia.
En la actualidad, un Pontífice recién elegido escoge su nuevo nombre. El Papa Francisco, en una catequesis sobre San José, destacó que “antiguamente, el nombre era el compendio de la identidad de una persona. Cambiar el nombre significaba cambiarse a sí mismos”.
Aún se conserva la tradición en algunas órdenes y congregaciones de que cada integrante tome un nombre religioso. De acuerdo a la web vocacional de los Franciscanos Conventuales, esta práctica no fue una regla entre los frailes de San Francisco, pero muchos religiosos y santos sí la adoptaron para subrayar una ruptura “con la vida anterior”.