Un reporte publicado este 30 de diciembre por la agencia vaticana Fides revela que en el transcurso del 2023, 20 misioneros fueron brutalmente asesinados en diversas partes del mundo.
Este trágico saldo, que incluye la pérdida del Obispo Auxiliar de Los Ángeles, Mons. David O'Connell, ocho sacerdotes, dos religiosos, un seminarista, un novicio y siete laicos, resalta la peligrosa realidad que enfrentan aquellos que dedican sus vidas a la evangelización.
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Las cifras presentadas por la Agencia Fides muestran un aumento de dos misioneros asesinados en comparación con el año anterior.
África, una vez más, encabeza la lista con nueve misioneros asesinados (cinco sacerdotes, dos religiosos, un seminarista, un novicio), con incidentes en Nigeria, Burkina Faso, Tanzania, Camerún y la República Democrática del Congo
En segundo lugar se ubica América con seis misioneros asesinados, con casos en México y Estados Unidos, involucrando a un obispo, tres sacerdotes y dos laicos.
En Asia cuatro laicos fueron asesinados en Filipinas y Palestina, mientras que en Europa murió un laico en España.
De acuerdo al reporte, uno de los rasgos distintivos que tienen en común la mayoría de los agentes de pastoral asesinados en 2023 es, “sin duda, su vida normal, es decir, que no llevaban a cabo acciones sensacionales ni hechos fuera de lo común que pudieran llamar la atención y ponerlos en el punto de mira de alguien”.
“Recorriendo las escasas notas sobre las circunstancias de sus muertes violentas, encontramos sacerdotes que se dirigían a celebrar Misa o a realizar actividades pastorales en alguna comunidad lejana; asaltos a mano armada perpetrados a lo largo de carreteras muy transitadas; ataques a rectorías y conventos donde se dedicaban a la evangelización, la caridad, la promoción humana. Se han visto, sin culpa alguna, víctimas de secuestros, de actos de terrorismo, implicados en tiroteos o en actos de violencia de diversa índole”, describe Fides.
El pasado 26 de diciembre, tras el Ángelus, el Papa Francisco subrayó la persistencia de aquellos que “sufren y mueren por dar testimonio de Jesús”, recordando que su sacrificio no es en vano, sino que genera frutos que cambian los corazones y salvan vidas.