En su discurso de Navidad a los empleados del Vaticano, el Papa Francisco señaló que “el bien crece sin hacer ruido, se multiplica inesperadamente y difunde el perfume de la alegría”.
Esta mañana, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Padre Francisco se reunió con los empleados de la Santa Sede y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, con sus respectivas familias, para felicitarles la Navidad.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En este emotivo y tradicional encuentro, el Papa Francisco destacó que el “estilo de Dios” no es “grandioso ni ruidoso”, sino que “es el estilo de la ocultación y la pequeñez”.
Para el Santo Padre, este estilo muestra “el rasgo manso de Dios, que no viene a nosotros para atemorizarnos con su grandeza ni para imponerse con su magnificencia, sino que se hace presente de la manera más ordinaria posible, haciéndose uno de nosotros”.
“Dios se esconde en la pequeñez de un Niño que nace, en un matrimonio -María y José- que no es el centro de atención, en la pobreza de un establo porque no había sitio para ellos en el alojamiento”, señaló a continuación.
En esta línea, reiteró que “Él es el Dios de los pequeños, el Dios de los últimos y, con Él, todos aprendemos el camino para entrar en el Reino de Dios: no una religiosidad aparente y artificial, sino hacerse pequeños como niños”.
El Papa Francisco se dirigió a los empleados del Vaticano y para agradecerles por su trabajo, que realizan sobre todo “en el secreto cotidiano, llevando a cabo a menudo cosas que pueden parecer insignificantes y que, en cambio, contribuyen a ofrecer un servicio a la Iglesia y a la sociedad”.
Más tarde, remarcó la necesidad de dar “testimonio cristiano” con la misma sencillez de Jesús y afirmó que “el bien, aunque esté escondido y sea invisible, crece sin hacer ruido”.
“El bien crece sin hacer ruido, se multiplica inesperadamente y difunde el perfume de la alegría. No lo olviden: el bien crece sin hacer ruido y da esa paz, esa alegría al corazón, que es tan hermosa”, señaló.
El Papa Francisco lamentó que vivimos en la época del “maquillaje” y que incluso muchas veces se “maquilla el alma”. Por ello, recordó que “en la familia no cuentan las apariencias ni las máscaras -en la familia se sabe todo-, o en todo caso duran poco”, y pidió que no falte el amor, la ternura y la compasión mutua.
Afirmó además que “el amor no hace ruido”, algo que “vivimos en lo escondido y en la pequeñez de los gestos cotidianos, en la atención que sabemos intercambiar”.
“Esto es lo que les deseo: que estén atentos, en sus casas y en sus familias, a las pequeñas cosas de cada día, a los pequeños gestos de gratitud, a la consideración del cuidado”.
Por último, invitó a contemplar el pesebre, e imitar “la atención y la ternura de María y José por el Niño que nace”.