El párroco de la iglesia católica de San Kizito, en la Diócesis de Eldoret (Kenia), sufrió graves heridas al ser agredido mientras intentaba proteger a jóvenes de sufrir mutilación genital femenina (MGF) afuera de los terrenos de la parroquia.
En una entrevista concedida el miércoles 13 de diciembre a ACI África —agencia del Grupo ACI para el continente africano—, el P. Amós Kimutai, conocido entre los residentes de la comunidad de Embobut, en el condado keniano de Elgeyo Marakwet, por su profunda preocupación en la lucha contra la MGF en la zona, dijo que el ataque ocurrió en horas de la mañana del 9 de diciembre, mientras se preparaba para oficiar una boda en una de las dependencias de la Parroquia.
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El sacerdote relató que comenzó a escuchar los ruidos, que identificó como una ceremonia de mutilación genital femenina “por las canciones que entonaba la multitud".
El sacerdote hizo numerosos intentos de denunciar el incidente a la policía y luego decidió actuar.
“Los gritos asustados de las jóvenes” lo preocuparon, recordó, “y salí a intentar rescatarlas. Allí afuera, al aire libre, había un grupo de seis hombres armados con palos y machetes”, que rodeaban a mujeres mayores que estaban realizando la mutilación, describió.
"Pude ver a un grupo de unas 50 chicas jóvenes y algunas mujeres” que eran sometidas a la cruel práctica “mientras los hombres montaban guardia para asegurarse de que nadie interfiriera en el proceso", añadió.
El P. Amós trató de alejar a los hombres, armado con un bastón con el que siempre se le ve caminando. Los hombres se abalanzaron sobre él a golpes, atacándolo con sus machetes y piedras.
"Me golpearon mucho. Tengo moratones en la cabeza, el cuello y la espalda. También me hirieron las manos al intentar bloquear sus golpes", narró. Superado en número, el sacerdote indicó que tuvo que buscar la manera de escapar y el grupo se quedó para completar el ritual.
Dos días después, mientras el P. Amós se recuperaba en un hospital de la ciudad de Eldoret, a unas seis horas en coche de Embobut, un policía anciano que rescató a otro grupo de niñas en Embobut fue apedreado hasta la muerte y su cuerpo quemado en un colchón.
"La policía, que no había acudido a rescatarme, sólo entró en acción cuando mataron a uno de los suyos", declaró el sacerdote, haciendo referencia a la matanza del lunes 11 de diciembre en Marakwet Este, que ha suscitado la condena mundial.
El sacerdote católico keniano dijo a ACI África que Marakwet Este está en el punto álgido de la MGF y que ha estado arriesgando su vida para luchar contra esa práctica, que está profundamente arraigada en la comunidad.
De acuerdo al párroco, originario de la subtribu Marakwet de la comunidad Kalenjin de Kenia, esta práctica se realiza cada 10 años, y la última se llevó a cabo en 2014.
"Nuestro pueblo observa las estrellas y cuando se alinean, de alguna manera lo interpretan como una señal para iniciar” esta práctica, en la que niños son circuncidados y las niñas sufren la mutilación genital.
Esta práctica tribal, señaló, está relacionada con la búsqueda de esposos, pues “nadie elige casarse con una mujer” que no se haya sometido a la mutilación.
Como la MGF ha sido declarada ilegal en Kenia, quienes la practican no toman precauciones sanitarias. Las víctimas no reciben ningún tipo de asistencia médica para aliviar su dolor y evitar infecciones en el proceso, que el P. Amós describió como "muy antihigiénico".
"Algunas niñas mueren desangradas", denunció, y añadió que en el futuro surgen más complicaciones relacionadas con la MGF, como en el momento del parto.
Mientras que algunas mujeres mayores lo hacen a causa de la presión social, las niñas frecuentemente son obligadas: "Muchas son abordadas en la carretera, empujadas a los arbustos y (mutiladas) a la fuerza sin el consentimiento de sus padres. Luego se obliga a los padres a pagar por ello".
Algunas niñas que huyen de sus casas para escapar de la MGF terminan en la parroquia católica de San Kizito, desde donde son derivadas a un centro de acogida, a kilómetros de la parroquia. El P. Amós ya ha enviado a 75 niñas que fueron sometidas a esta práctica al centro de acogida para protegerlas de los matrimonios forzados.
"He perdido la cuenta de las niñas que llevé al refugio para protegerlas de la MGF", dijo, y añadió: "Mi deseo más profundo ha sido mantener a las niñas aquí conmigo, pero no tengo nada. Ni dormitorio, ni instalaciones, ni comida para ellas".
Esta semana, prosiguió el P. Amós, "es el turno de la juventud, que asiste a un seminario en los locales de la parroquia. Intentamos educarles contra los peligros de la MGF, al tiempo que las mantenemos prácticamente a salvo a nuestro alcance. Pero sabemos que con más instalaciones podemos mantenerlas más seguras aquí”.
"La MGF es un negocio floreciente aquí", denunció el sacerdote, y añadió: "Las familias pagan algo de dinero, maíz y ovejas o cabras” para que realicen esa práctica a sus hijas.
El sacerdote católico keniano afirma que algunos padres apoyan sus iniciativas en silencio, por miedo a atraer la ira de la comunidad que promueve y realiza la MGF.
En su lucha contra esta práctica, el P. Amós se juega la vida, asegura, y añade: "Conozco los peligros a los que me enfrento cada día".
"Los que hablan de la MGF son 'visitados' por los ancianos de la comunidad y advertidos. Pero yo me esfuerzo por vivir como Amós en la Biblia, que defendió la justicia social”.
El sacerdote aseguró que debe ser “la voz” de los niños y niñas “sin voz” que son sometidos a la MGF “en contra de su voluntad".
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI África.