Más de un mes después de que centenares de personas se congreguen cada tarde a rezar el Rosario en Madrid preocupados por la situación política, moral y social de España, uno de los impulsores de estas convocatorias ha escrito una carta al presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Juan José Omella.
Lo ha hecho en respuesta a unas declaraciones realizadas por el también Arzobispo de Barcelona el pasado martes 12 de diciembre, en respuesta a la pregunta por si “todo vale para defender a la Iglesia”, en referencia a estas convocatorias y otras iniciativas como la de unos fieles que lograron colar un caso falso de abusos en los informes del diario El País y El Defensor del Pueblo, poniendo en cuestión su fiabilidad.
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El Cardenal Juan José Omella aseveró sobre los rezos: “Las personas que rezan y que piden, yo qué sé lo que pide cada persona en su conciencia… allá ellos y sus grupos. Nosotros no controlamos las personas y los grupos. Nosotros lo que queremos es siempre trabajar codo a codo, decir lo que hay que decir, y trabajar codo a codo por el bien común, si nos dejan y si cuentan con nosotros. Lo que no vamos a hacer es batallas políticas y batallas de hacer caer gobiernos, no sé si me explico. Nosotros propondremos valores que hay que defender, valores por los que hay que trabajar y luchar y ya está. Eso es lo que tenemos que hacer. Eso es lo propio de un cristiano y lo propio de un ciudadano democrático”.
En la carta a la que ha tenido acceso ACI Prensa, de una extensión cercana a las 2.000 palabras, José Andrés Calderón se presenta como un joven de 25 años, Graduado en Derecho y Ciencia Políticas que observó cómo en los primeros días de las protestas contra los pactos de Gobierno iniciadas el pasado 3 de noviembre “era habitual encontrarse con banderas del Sagrado Corazón de Jesús y cánticos a favor de una ‘España cristiana’” lo que a su entender denotaba “un anhelo profundo de Dios” que motivó a algunos a convocar en un lugar cercano a estas protestas, al rezo del Rosario por España a partir del domingo 12 del pasado mes.
Durante 10 días, el rezo del Rosario en las escalinatas del Santuario de la Inmaculada Concepción en Madrid se produjo sin ningún incidente, hasta que el miércoles 22, recuerda Calderón, un inspector de Policía le identificó como responsable del Rosario.
“Para evitar cualquier clase de problemas, procedí a comunicar a la Delegación de Gobierno nuestra intención de orar en las escaleras del Santuario todos los días”, recuerda Calderón. La autoridad gubernamental no se pronunció en contra durante unos días hasta que el lunes 27, a poco más de una hora del rezo, envió un correo electrónico a Calderón comunicando que se prohibía el rezo del Rosario convocado para ese día y los dos siguientes.
“Quince policías acompañados de un inspector jefe llegaron al lugar de oración, diez minutos antes de comenzar a rezar el Rosario, preguntando por mi nombre y apellidos. Inmediatamente después de acudir a su llamada, me advirtieron de que si rezábamos ‘interrumpirían la oración’ y multarían a todos los que estaban allí presentes”, resume en la misiva.
Como muestra de buena fe, los presentes concluyeron el rezo del Rosario en una calle paralela, a unos 10 metros del lugar.
“Subterfugios ilegales para impedir" el Rosario
Calderón expone al Cardenal Omella que esa noche se planteó una cuestión en conciencia: “¿Desobedecer los caprichos arbitrarios de un cargo político o rendir el culto debido a Dios y a su Purísima Madre?”. La pregunta surge ante la disparidad de criterio del delegado del Gobierno al prohibir en exclusiva el Rosario, permitiendo el resto de acciones de protesta. “Es notorio y patente que ha utilizado subterfugios legales para impedir el rezo”, subraya Calderón.
La pregunta fue respondida acudiendo “a la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, a las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y a encíclicas papales”, señala el joven, que detalla al Cardenal Omella una serie de citas bíblicas y referencias a San Ambrosio o León XIII.
Estas meditaciones, continúa explicando en la carta, llevaron a Calderón a acudir al día siguiente “asumiendo todas las consecuencias plausibles: desde la multa a la misma detención”, en la certeza moral de que “No habría habido mayor honor que pasar una noche en el calabozo por querer rezar a la Madre de Dios”.
La tarde del martes “acudieron más de mil personas a rendir culto”, recuerda y, pasados 20 minutos del rezo del Rosario, las Unidades de Intervención Policial (UIP), conocidas como antidisturbios, actuaron.
Cuando los policías se dirigieron a Calderón, la multitud salió en su defensa, produciéndose escenas en las que los fieles hicieron frente a los uniformados elevando los rosarios ante sus cascos de protección.
Calderón ofrece estos detalles en su carta para exponer cómo su futuro profesional puede verse perjudicado por defender el rezo público del Rosario como respuesta a la preocupación por la situación de España, compartida por la Conferencia Episcopal.
Calderón lleva tiempo preparándose para ingresar en la escala ejecutiva de la Policía Nacional: “Con toda seguridad, es muy difícil superar una entrevista —es una de las pruebas que tienen que hacer los aspirantes— teniendo una o varias multas de seguridad ciudadana por dirigir una ‘concentración prohibida’”, resume al Cardenal Omella.
Razones para rezar el Rosario por España
Una vez explicadas las circunstancias en las que se gesta la iniciativa de rezar el Rosario y expuestas las motivaciones personales y sus posibles consecuencias, Calderón expone las razones de índole político que subyacen en esta convocatoria.
Los pactos políticos alcanzados por Sánchez que incluyen una ley de amnistía para los responsables del proceso secesionista y el intento de golpe de Estado en Cataluña en 2017, y que algunos obispos calificaron de “inmorales”, están en el origen.
Sin embargo, añade Calderón, “son mucho más profundas las causas que hacen que hayamos decidido rezar públicamente”.
“Lo cierto es que el relativismo, el nihilismo, el hedonismo, las estructuras de pecado y la falta de sentido común se han instalado en el êthos español. Las ideologías actúan como religiones seculares o sustitutorias que buscan arrancar el mensaje de Cristo de nuestros corazones. Desgraciadamente, todo esto se ha visto plasmado en textos ‘legales’ que promueven el aborto, la eutanasia y la ideología de género, entre otras muchas cuestiones”, resume.
“Ante esto, el católico no debe quedar impasible. Tenemos el derecho y el deber de participar en la vida pública”, prosigue Calderón, quien concluye explicando al presidente de la CEE que “nosotros no mezclamos política y religión. Tenemos muy claro que ‘al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’”.
“Estamos presenciando cómo el Estado se inmiscuye en materias que no le competen. Ha usurpado la auctoritas que le pertenecía a la Iglesia. El Leviatán se ha arrogado la capacidad de dictar lo que es bueno y justo a su puro arbitrio”, añade, antes de enfatizar que “el católico, ante lo que estamos viviendo, no puede quedarse impávido. Tenemos la misión de evangelizar, llevar el mensaje de Cristo al corpus social y pedir la intercesión de la Reina del Cielo”.
José Andrés Calderón se despide poniéndose a disposición del Cardenal Omella, recordando que “los católicos debemos, más que nunca, estar unidos para defender la Verdad y el mensaje de Dios” y rogando del Prelado “su oración por España y por todos aquellos que nos concentramos todas las tardes para orar en Ferraz”.