El próximo sábado 16 de diciembre se celebrará en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján (Argentina) la beatificación del Cardenal Eduardo Pironio, fallecido en 1998, y cuya vida de santidad se confirma en su camino a los altares.

Hoy te contamos quién fue Pironio y por qué es modelo de santidad para los argentinos y para la Iglesia Católica en todo el mundo.

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Eduardo Francisco Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 en la ciudad de 9 de Julio, en la provincia de Buenos Aires. Fue el hijo número 22 del matrimonio de Enrica Rosa Buttazzoni y iuseppe Pironio, inmigrantes italianos.

Al nacer su primer hijo y con tan solo 18 años de edad, Enrica se enfermó gravemente, y una vez recuperada, supo por los médicos que no podría tener más hijos. En ese tiempo, visitaba la ciudad el Obispo Auxiliar de La Plata, Mons. Alberti, quien animó a la mujer a ponerse en las manos de Dios. Así fue que dio a luz a 21 hijos más. Eduardo fue el “milagro” número 22.

Años más tarde, Pironio sería nombrado Obispo Auxiliar de La Plata, y en su Ordenación Episcopal recibiría de manos del Arzobispo, quien no conocía la historia, la cruz pectoral del Obispo Alberti al que “le debía la vida”.

Su formación

Eduardo ingresó al Seminario San José, de La Plata, con sólo 11 años. Su madre siempre impulsó en él la vocación sacerdotal.

Fue ordenado sacerdote a los 23 años, el 5 de diciembre de 1943, en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, en una ceremonia presidida por el entonces Obispo de Mercedes, Mons. Anunciado Serafini.

Desde entonces, se dedicó a la formación de sacerdotes en el Seminario Pío XII de Mercedes, y se desempeñó como asesor diocesano de la Acción Católica.

Entre 1953 y 1955 estudió en Roma, donde obtuvo la Licenciatura en Teología por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum). 

Sus años como sacerdote

A su regreso a la Argentina, continuó trabajando como formador, hasta que en 1958 fue nombrado Vicario General de la Diócesis Mercedes, al tiempo que se desempeñaba como Profesor de Teología en la recientemente fundada Universidad Católica Argentina.

En 1960, el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Caggiano, lo nombró rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto, asumiendo el cargo como el primer rector del clero diocesano, luego de una etapa bajo la dirección de los sacerdotes jesuitas.

En 1963 fue designado Visitador Apostólico de las universidades católicas argentinas.

Su ministerio episcopal 

En 1964 fue nombrado Obispo Auxiliar de La Plata por el Papa Pablo VI, y recibió su consagración episcopal el 31 de mayo de 1964, también en la Basílica de Nuestra Señora de Luján, de manos del Arzobispo de La Plata, Mons. Antonio José Plaza.

Su lema episcopal fue "Cristo entre ustedes, la esperanza de la gloria", una frase de la carta a los Colosenses 1:27. La esperanza fue un tema recurrente en su prédica y en sus escritos.

En La Plata, se dedicó al servicio pastoral de la Arquidiócesis y se desempeñó a su vez como asesor general de la Acción Católica Argentina. 

En 1972, Pablo VI lo nombró Obispo de Mar del Plata. En medio de un clima social de violencia que se vivía en Argentina, en 1975 el Papa lo convocó a Roma y lo nombró pro-prefecto de la Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares.

El entonces Mons. Pironio había sido varias veces amenazado de muerte. Tras su partida a Roma, en los meses tensos que desembocaron en el golpe de estado de 1976 que llevaría a la última dictadura militar de Argentina, aparecieron pintas en la Catedral de Mar del Plata con mensajes como “Pironio Montonero”, que lo pretendían vincular con el grupo guerrillero peronista conocido como “Montoneros”, surgido en la década de 1970 en Argentina.

Acerca de ese período, la Acción Católica recuerda que el Cardenal Pironio “conoció la persecución, la amenaza y sufrió con dolor la desaparición de personas en su entorno cercano”.

“La incomprensión ante su postura fue de adentro y de afuera, acusándolo injustamente. Como hombre de fe firme y de esperanza activa se confió a Dios y en medio de aquellas jornadas oscuras realizó un llamado a la reconciliación en la Semana Santa de 1975”.

Su paso por el CELAM y sus años en Roma

Tuvo una activa participación y gozó de alta estima en la Iglesia Católica en América Latina. Fue secretario general entre 1968 y 1972 del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), para luego ser su presidente entre 1972 y 1974.

Participó además en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en Medellín (Colombia), en 1968; Puebla (México), en 1979; y Santo Domingo (República Dominicana), realizada en 1992.

Fue creado Cardenal por el Papa Pablo VI, en el consistorio del 24 de mayo de 1976. El gran aprecio que sentía por el purpurado argentino llevó a que el Santo Padre lo eligiera como su confesor.

Ese mismo año, Pablo VI lo nombró prefecto de la Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares.

Ya en el pontificado de Juan Pablo II, fue nombrado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, cargo que desempeñó entre 1984 y 1996.

Según recordó a Télam su biógrafo canónico, el italiano Gianni La Bella, la vida de Pironio estuvo marcada por una fase “latinoamericana” y otra “romana”, con múltiples encargos papales en los dos continentes.

Su papel activo en la Curia romana hizo que el Cardenal Pironio fuera considerado “papable” en dos oportunidades: el cónclave de 1978, en el que resultó elegido Juan Pablo I; y el celebrado tras la repentina muerte de éste, en el que los cardenales eligieron a Juan Pablo II.

El Cardenal Pironio, gran impulsor de la Jornada Mundial de la Juventud

El antecedente de las Jornadas Mundiales de la Juventud fue el jubileo 1983-1984, llamado Año Santo de la Redención, que conmemoró los 1950 años de la Pasión de Jesús. En ese marco, Juan Pablo II organizó un encuentro de jóvenes en Domingo de Ramos. Se esperaba una concurrencia de alrededor de 60.000 participantes, pero la cifra superó los 250.000.

Al año siguiente, en 1985, la Organización de las Naciones Unidas decidió que ese año fuera el "Año Internacional de la Juventud". 

El entonces Papa Juan Pablo II quiso que la Iglesia Católica tuviera presencia en esa convocatoria, y le encargó al Cardenal Pironio, en ese momento presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, que buscara los caminos más apropiados para que este evento se lleve a cabo.

Por eso, en vísperas del Domingo de Ramos de 1985, se convocó a un encuentro internacional de jóvenes, que tuvo lugar en la Plaza de San Juan de Letrán en Roma, con una enorme convocatoria. Allí surgió la idea de realizar una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

La primera Jornada se realizó en 1987 en Buenos Aires, y contó con la participación de más de un millón y medio de jóvenes. 

En uno de sus mensajes a los jóvenes en esa primera JMJ, el Cardenal Pironio manifestó: "La celebración de la Jornada Mundial en Buenos Aires —en un continente de cruz y de esperanza, como es América Latina— presenta a los jóvenes un triple desafío: a su oración, a su esperanza, a su amor. Para ello trataremos de reflexionar juntos, a la luz del Evangelio, y de hacer de nuestra vida una opción fundamental por Jesucristo y su Evangelio".

Luego de aquel primer encuentro mundial, las jornadas se sucedieron en distintos países del mundo, con una frecuencia de aproximadamente dos años, y con una concurrencia de millones de jóvenes en cada edición. 

El Cardenal Pironio acompañó a Juan Pablo II en las primeras cinco JMJs. En 1996, dejó la presidencia del Consejo para los Laicos, y en 1997 ya no pudo estar presente en la edición de París. Las jornadas se siguen celebrando al día de hoy —la más reciente fue en Lisboa, en agosto de este año— y en cada edición renuevan el recuerdo de la amistad del Cardenal con los jóvenes.

San Juan Pablo II y su recuerdo de la “fe inquebrantable” del Cardenal Pironio

El Cardenal Pironio murió el 5 de febrero de 1998, a causa de un cáncer óseo, que le produjo un sufrimiento que lo mantenía postrado. Pasó sus últimos días junto a su compañero de Episcopado y gran amigo, el Cardenal Estanislao Karlic.

Al momento de su fallecimiento, algunos medios lo consideraron el obispo argentino más distinguido de la historia. Sus restos descansan hoy en la Basílica de Nuestra Señora de Luján.

En la homilía de la Misa exequial por el Cardenal Pironio, San Juan Pablo II resaltó que el cardenal argentino “creyó con fe inquebrantable en las promesas del Redentor”.

El Papa recordó también en esa ocasión el papel clave del Cardenal Pironio en las JMJs: “¿Cómo olvidar la gran aportación que dio a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud? Quisiera dar gracias públicamente aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino”.

El Papa Benedicto XVI lo declaró Siervo de Dios el 23 de junio de 2006, al inicio de su camino a los altares. El 22 de febrero de 2022, el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas del Cardenal Pironio, por lo que fue en adelante considerado “Venerable”.

El 8 de noviembre de 2023, el Papa Francisco aprobó el milagro que permitirá su beatificación.

El milagro

El milagro al que se atribuye su intercesión fue la curación sin explicación científica de Juan Manuel Franco, que en 2006 tenía 15 meses cuando entró en coma profundo tras haber inhalado purpurina por accidente.

El milagro fue aprobado luego de su evaluación por una junta de médicos del Vaticano, que constató que la curación del pequeño “supera la ciencia médica”, y de una Comisión de Teólogos que corroboró que la familia había pedido la intercesión del Cardenal Pironio.

“He conocido a un santo”

Al conocerse la noticia de su beatificación, el Cardenal Karlic afirmó a ACI Prensa que Pironio ha sido para él “un verdadero hermano”. Al recordar su amistad franca, expresó: “Qué lindo es pensar, qué lindo es poder decir: he conocido a un santo, estoy recordando a un santo”.

Claudia Carbajal, actual presidente del Consejo Nacional de Acción Católica, calificó a Pironio “como un padre, como un pastor, como un amigo, como un hermano”. Su beatificación, consideró, es providencial para este momento difícil del país.

La ceremonia de beatificación

La beatificación del Cardenal Eduardo Pironio se celebrará este sábado 16 de diciembre en la plaza Belgrano, frente a la Basílica de Nuestra Señora de Luján, donde recibió el bautismo, la ordenación sacerdotal, la consagración episcopal, y donde reposan sus restos.

La celebración comenzará a las 11:00 horas (hora local) y estará presidida por el Cardenal español Fernando Vergez, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, quien fue secretario del Cardenal Pironio durante más de dos décadas.

Quienes no puedan asistir, pueden seguir la transmisión a través del Canal de YouTube del Santuario de Luján, o el de la Conferencia Episcopal Argentina.