El Cardenal Raymond Burke, que en las últimas semanas hizo noticia luego de algunos reportes respecto a que el Papa Francisco le habría retirado su salario y residencia, reflexionó sobre la misión de la Iglesia Católica para estos tiempos, durante la Misa que presidió por la fiesta de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre.
“En la época de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, la Iglesia misionera en lo que hoy es México sufría desafíos aparentemente imposibles: el violento conflicto entre los nativos americanos y los exploradores y colonos españoles, y la diabólica práctica de sacrificios humanos masivos por parte de los paganos”, recordó el purpurado de 75 años, en su homilía impartida en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse, estado de Wisconsin (Estados Unidos).
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El Cardenal, prefecto emérito de la Signatura Apostólica —el más alto tribunal del Vaticano—, resaltó asimismo que en 1531 “el Señor envió a la Virgen para mostrar el camino hacia el orden y la paz en la vida personal y en la sociedad: Cristo”.
“A través de sus apariciones y de su presencia permanente en la tilma milagrosa de San Juan Diego, Nuestra Señora de Guadalupe mostró al Obispo y a toda la Iglesia que el camino para vencer el mal y difundir el bien es enseñar la verdad, orar en todo momento y ofrecer todo nuestro amor a Dios en el Culto Sagrado, y practicar la verdad en el amor”, continuó.
Cardenal Burke y la misión de la Iglesia Católica hoy
El Cardenal señaló luego que “la Iglesia de nuestro tiempo se enfrenta a retos similares, aparentemente imposibles. La propia vida humana, el matrimonio y la familia, y la práctica de la fe se encuentran bajo el ataque constante de una cultura que se niega a reconocer a Dios y a someterse en obediencia a sus mandamientos”.
“Muchos se sublevan hoy violentamente contra Dios, que se nos revela a través de la razón y, del modo más pleno y perfecto, a través de la fe católica. La rebelión ha seducido incluso a miembros del Cuerpo Místico de Cristo, llevándoles a abandonar a Cristo y Su Camino, conduciéndoles a la apostasía. ¿Qué debemos hacer nosotros? ¿Qué debe hacer la Iglesia?”, cuestionó.
El purpurado estadounidense indicó asimismo que “algunos, incluso entre los obispos, nos dirían que la Iglesia tiene que cambiar su doctrina, su culto sagrado y su disciplina, para acomodarse a la cultura”.
“Hablan de un necesario cambio de paradigma o de una mal definida vía sinodal que declara que todos son bienvenidos en la Iglesia sin dejar clara la conversión a Cristo que es necesaria para ser miembro de su Cuerpo Místico”, lamentó.
El Cardenal Burke denunció luego que estos miembros de la Iglesia también “olvidan que el rey de la Parábola del banquete de bodas, que había acogido a todos, ‘a los buenos y a los malos’, al banquete de bodas de su hijo, cuando vio a ‘un hombre que no tenía traje de bodas’, lo hizo expulsar del banquete. Nuestro Señor concluye la Parábola del banquete de bodas con la admonición: ‘Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos’”.
“Sí, Nuestro Señor quiere que todos nosotros participemos en el banquete de la gracia divina, pero no podremos hacerlo a menos que nuestros corazones, unidos con el Corazón Inmaculado de María, descansen en Su Sacratísimo Corazón, a menos que nos dejemos revestir de Él en nuestra vida diaria”.
La santidad en la vida cotidiana
El prefecto emérito resaltó que “el camino de la Iglesia en la crisis actual es el mismo de siempre. La enseñanza del Depósito de la Fe y de todas las riquezas de la fe católica, la oración diaria y el culto a Dios ‘en espíritu y en verdad’, y una vida diaria buena y santa”.
Tras recordar que el Papa San Juan Pablo II explicaba que el mundo no se salvará descubriendo “alguna fórmula mágica” o “inventando un nuevo programa”, el Cardenal precisó que el camino de salvación es “Jesucristo vivo por nosotros en la Iglesia”.
“El programa que conduce a la libertad y a la felicidad es, para cada uno de nosotros, la santidad de vida, de acuerdo con nuestro estado de vida y los dones particulares con los que Dios nos ha dotado”, subrayó el purpurado.
“Es a la santidad de vida en Cristo a lo que nos atrae Nuestra Señora de Guadalupe. Dejando lo ordinario de nuestra vida diaria para peregrinar a su lugar santo, Ella nos manifiesta lo extraordinario de nuestra vida diaria en Cristo”.
La Virgen de Guadalupe, Santa María, nos lleva a Cristo
El Cardenal Burke remarcó también que “la causa de nuestra alegría hoy, la causa de nuestra alegría permanente, la causa de nuestra alegría eterna, es Cristo, Dios Hijo encarnado, a quien la Virgen Madre trajo al mundo y a quien nos atrae siempre, mostrándonos que Él, sentado a la derecha de Dios Padre en la gloria, está también con nosotros en su santa Iglesia, a la que, junto con la Virgen María, llamamos con razón Madre”.
“Cristo es la realización del deseo más profundo del hombre: conocer a Dios y amarle y servirle”, continuó.
“La Madre de Cristo, que Él nos dio como Madre nuestra cuando moría en la cruz, en su amor materno, nos lleva siempre hacia Él con las palabras que dirigió a los mayordomos del vino en las Bodas de Caná: ‘Haced lo que Él os diga’”, resaltó el Cardenal estadounidense.
Para concluir, el Cardenal Raymond Burke alentó a los fieles a entregarse al “cuidado maternal de Nuestra Señora de Guadalupe, nuestros corazones completamente a Nuestro Señor en Su Sacrificio Eucarístico”.
“Que la santidad de nuestra unión de corazón con Su Sacratísimo Corazón a través del Santísimo Sacramento del Altar brille en cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones”, finalizó.