Las iglesias de Roma son conocidas por albergar numerosos tesoros de la cristiandad. Un claro ejemplo es la iglesia del Gesù (iglesia de Jesús), que alberga una importante reliquia del santo misionero cuya festividad se celebra este 3 de diciembre. 

San Francisco Javier fue un sacerdote jesuita y misionero español del siglo XVI. La tradición suele referirse a él como el “Gigante de la Historia de las Misiones”, debido a su ímpetu evangelizador y su fuerza espiritual.

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Fue él quien se propuso llevar el Evangelio a Oriente, concretamente a Asia, en la que sería una de las expediciones misioneras más ambiciosas de aquel entonces. Francisco Javier pudo llegar a India y Japón, y falleció antes de alcanzar las costas de China continental el 3 de diciembre de 1552.

Su cuerpo fue colocado en un féretro lleno de barro para ser trasladado. Después de diez semanas el barro fue retirado y los restos del santo fueron hallados incorruptos. Se decidió entonces llevarlos primero a Malaca (Malasia) y después a Goa (India), donde permanecen sepultados en la Iglesia del Buen Jesús hasta hoy.

La reliquia de su brazo derecho fue enviada a Roma, donde se conserva desde 1614 en el templo de la Compañía de Jesús, visitada en varias ocasiones por el Papa Francisco y donde también se encuentra la tumba del fundador de la Orden, San Ignacio de Loyola. 

La reliquia se encuentra a la derecha del altar mayor de esta imponente iglesia, en la capilla dedicada a San Francisco Javier, quien compartió una profunda amistad con el fundador de los Jesuitas. 

El brazo del incansable misionero, con el que bautizó y bendijo a cientos de miles de conversos durante sus misiones en Asia, es una reliquia de primer grado y se halla parcialmente incorrupta, lo que significa que no se ha descompuesto de la forma ordinaria.

Cabe recordar que, en enero de 2018, esta reliquia fue enviada a diferentes lugares de Canadá como parte de una iniciativa del grupo universitario Catholic Christian Outreach.