La editorial EDICE de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha publicado Buscad al Señor. Catecismo para el catecumenado de adultos y para la revitalización de la vida cristiana, que está enfocado en la “reiniciación cristiana de adultos” y en el catecumenado.
Con él se completa la cuatrilogía de volúmenes destinados a cumplir con la solicitud expresada por San Juan Pablo II en la constitución apostólica Fidei Depositum en la que pedía en 1992 a las Conferencias Episcopales que llevasen el contenido del Catecismo de la Iglesia Católica a todos, teniendo en cuenta las diferentes situaciones y culturas.
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Desde entonces, la CEE ha publicado, con anterioridad, los catecismos Mi encuentro con el Señor, para los niños más pequeños y sus familias; Jesús es el Señor, dirigido a la infancia, y Testigos del Señor, para adolescentes y jóvenes.
En la elaboración de Buscad al Señor ha participado el P. Francisco Torres, sacerdote de la Diócesis de Plasencia (España), quien detalla a ACI Prensa que el texto presenta dos novedades principales.
La primera es que ofrece un doble itinerario dirigido a “quienes conocen al Señor y desean ser bautizados”, por una parte y, por otra, a quienes “fueron bautizados en su infancia y perdieron la práctica de la fe y, tras volver a encontrarse con el Señor, quieren reavivar la virtud de la fe infundida en el Bautismo”.
Esta es la razón por la que, “aunque el proceso formativo es el mismo para ambos, las celebraciones litúrgicas propias del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) se han adaptado para los distintos niveles y condiciones”, explica el P. Torres.
La segunda novedad destacada es la inclusión de un temario específico para la formación del precatecumenado. En concreto, en Buscad al Señor se ha incluido “una serie de diez temas para establecer un fundamento sólido a nivel experiencial y doctrinal que afiance la primera conversión del adulto”.
“Sólo a partir de entonces, se celebra el rito de entrada en el catecumenado y los consiguientes temas de formación y ritos litúrgicos correspondientes a las cuatro etapas marcadas por el RICA”, añade el P. Torres.
La CEE informa de la necesidad de realizar estos cambios significativos, dado que los destinatarios de la catequesis de adultos “no tienen la misma mentalidad de los que vivieron en décadas precedentes”.
“El contexto en el que viven es nuevo, la realidad social y cultural de la que participan les pide una respuesta sencilla y clara a los planteamientos de siempre, a sus dudas e inquietudes”, añaden.
Los obispos inciden en el hecho de que la catequesis “no es una acción puntual”, sino más bien “un proceso, un camino a recorrer con la gracia de Dios”, lo que requiere que el catequista “anuncie la doctrina desde su propia experiencia de fe vivida en la Iglesia”.
Cuatro etapas
Los contenidos del nuevo catecismo para adultos de la CEE quedan distribuidos en cuatro etapas: precatecumenado, catecumenado, purificación o iluminación y mistagogia.
En la primera etapa se trata de compartir los elementos básicos y nucleares, para que la persona interesada en conocer más la vida de fe se familiarice con los fundamentos esenciales y descubra si es el camino que quiere seguir para responder a los interrogantes que se le plantean.
Para los obispos “es un tiempo muy necesario que nunca se debe omitir. Sin él, y sin haber alcanzado sus objetivos, no se debe pasar a la siguiente etapa”.
En la segunda, se anuncia el contenido de la fe de modo “sistemático, íntegro y orgánico”. Mediante la narración de las verdades doctrinales, el acompañamiento personal y el aprendizaje práctico de la vida de un cristiano se va “dando la forma de Cristo al catecúmeno o catequizando”.
La tercera fase del itinerario catecumenal para adultos coincide con la Cuaresma y en ella las catequesis doctrinales se transforman en espirituales y están orientadas a la preparación al Bautismo o a la renovación de sus promesas.
Esta etapa culmina la noche de Pascua con la celebración de los sacramentos del Bautismo, la Comunión y la Confirmación, o su renovación, si los catecúmenos ya los habían recibido.
La cuarta etapa, la mistagogia, trata de explicar el misterio que subyace tras los sacramentos al tiempo que se produce la integración en la comunidad cristiana del nuevo fiel. Al menos, se extiende durante los 50 días de celebración de la Pascua.