El seminarista Timoteos Aytaç un converso turco procedente de la confesión musulmana que sufrió no sólo el rechazo sino también persecución y violencia en su país, manifestó su deseo de regresar a su Turquía natal para servir a la Iglesia en el ejercicio de su ministerio sacerdotal.
“Me dieron una paliza con un bate de béisbol por haberme convertido al Cristianismo”, recordó Aytaç al explicar en una entrevista concedida al diario La Razón, su difícil camino hacia la conversión a la fe cristiana.
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“Conocí a los cristianos a través de un amigo, cuando tenía 18 años. Yo hablaba muy a menudo con mis amigos cristianos sobre religión, y gracias a esto me di cuenta de que realmente no sabía tanto sobre la cristiandad. Entonces, me puse a leer la Biblia”, explicó Aytaç.
“Mi conversión fue un proceso que duró casi dos años. Me sentí fascinado por Jesús, de su amor por los hombres y especialmente por mí, porque dio su vida por mí en la cruz. Desde ‘fuera’ no son muchas las diferencias entre el cristianismo y el Islam, pero cuando te interesas y comparas, te das cuenta de que son muy grandes, sobre todo en lo esencial. Cuando era musulmán, Jesús era para mí solamente uno de los profetas. Ahora para mí es el Hijo de Dios”, agregó el seminarista.
Al ser cuestionado sobre la reacción de su entorno, Aytaç respondió que en su hogar no aceptaron su decisión. “Mis padres no aceptaron mi conversión, tuvieron muy poca comprensión, especialmente mi padre. Tuve que marcharme de casa. Ahora parece que van comprendiendo, ya estoy mejor con ellos”.
Aytaç compartió en la entrevista que no solo experimentó el rechazo familiar sino también la falta de libertad, persecución y violencia: “En mi país, donde más seguro estoy cuando hablo de mi fe es dentro de los muros de una iglesia. Dentro de estos muros no hay problemas, puedo hablar y actuar libremente. Aunque a veces tampoco puedo estar tranquilo: una vez me atacaron en una iglesia, me dieron una paliza con un bate de béisbol; afortunadamente no me golpearon la cabeza, ¡podría haber acabado fatal!”.
El futuro presbítero, que en ocasiones ha vivido un poco inseguro por temor a perder la vida por ser cristiano, aseguró haber puesto su confianza en Dios: “Ahora no tengo temor porque pertenezco a Cristo, no importa si estoy vivo o muerto”.
En el diálogo con el diario español, Timoteos Aytaç, se manifestó contrario a que “un Gobierno prohíba a la gente confesar su fe” y expresó sobre la recién firmada Constitución Europea su tristeza de que Europa no tenga “el coraje de confesar sus raíces cristianas” y su impresión de que “la sociedad europea camina hacia una crisis de identidad”.
Cuestionado sobre sus planes una vez que sea ordenado sacerdote, Timoteos Aytaç declaró que “en cuanto termine mis estudios volveré a Turquía, quiero trabajar por la Iglesia en mi país”.
Al final de la entrevista, el joven seminarista se animó a compartir una anécdota ocurrida durante el proceso de su conversión: “Poco antes de mi bautismo, la policía vino un día a la iglesia preguntando por mí. La monja que les atendió les dijo que el obispo no se encontraba, y que por tanto no habría ningún bautizo. Que volvieran la próxima semana, cuando el obispo estuviera de regreso. Después de eso vino la monja inmediatamente al salón de la parroquia y nos lo contó. A la semana siguiente la policía llegó tarde, porque ya estaba bautizado...”.