En la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro con ocasión de la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra este domingo 19 de noviembre, el Papa Francisco remarcó que la pobreza “es un escándalo” e instó a los fieles a multiplicar los dones recibidos y convertirse “en dones para los demás”.
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Este año se celebra la séptima edición de la Jornada Mundial de los Pobres, un día instituido por el Papa Francisco en su Carta Apostólica, Misericordia et Misera, publicada el 20 de noviembre de 2016 al finalizar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
De este modo, desde 2017, cada año la Iglesia celebra esta Jornada Mundial el 33º domingo del tiempo ordinario.
En la celebración Eucarística, que comenzó a las 10:00 (hora de Roma), participaron 5 mil personas, entre ellas un grupo de indigentes y con dificultades, que posteriormente compartirán un almuerzo con el Santo Padre en el Aula Pablo VI del Vaticano.
En su homilía, el Papa Francisco recordó que Jesús “bajó desde el seno del Padre para venir al encuentro de la humanidad, muriendo destruyó la muerte y, resucitando, volvió al Padre”.
Explicó que “al concluir su jornada terrena, Jesús emprende su ‘viaje de regreso’ hacia el Padre. Pero, antes de partir nos entregó sus bienes, un auténtico ‘capital’: nos dejó a sí mismo en la Eucaristía, su Palabra de vida, a su Madre como Madre nuestra, y distribuyó los dones del Espíritu Santo para que nosotros podamos continuar su obra en el mundo”.
En este sentido, puntualizó que “Jesús, que recibió todo de las manos del Padre, pero no retuvo esa riqueza para sí” y que, “tomando la condición de servidor, se revistió de nuestra frágil humanidad, como el buen samaritano alivió nuestras heridas, se hizo pobre para enriquecernos con la vida divina y subió a la cruz”.
Asimismo, el Papa Francisco advirtió que “al primer viaje hacia el Padre seguirá otro, que Jesús realizará al final de los tiempos, cuando volverá en gloria y querrá encontrarnos de nuevo, para ‘ajustar las cuentas’ de la historia e introducirnos en la alegría de la vida eterna”.
“Y entonces, debemos preguntarnos: ¿Cómo nos encontrará el Señor cuando vuelva? ¿Cómo me presentaré a la cita que tengo con Él?”, cuestionó el Santo Padre.
Multiplicar los dones recibidos
Más tarde, explicó que “cada uno de nosotros, según las propias capacidades y posibilidades, ha recibido los ‘talentos’”.
“Cuidado, —continuó— no nos dejemos engañar por el lenguaje común, aquí no se trata de capacidades personales, sino, como decíamos, de los bienes del Señor, de aquello que Cristo nos dejó al volver al Padre”.
“El gran ‘capital’ que ha sido puesto en nuestras manos es el amor del Señor, fundamento de nuestra vida y fuerza de nuestro camino”, afirmó el Santo Padre.
En esta línea, el Papa Francisco invitó a “multiplicar lo que hemos recibido, haciendo de nuestra vida una ofrenda de amor para los demás” y a evitar “vivir bloqueados por una falsa imagen de Dios y, a causa del miedo, esconder bajo tierra el tesoro que hemos recibido, pensando sólo en nosotros mismos, sin apasionarnos más que por nuestras propias conveniencias e intereses, sin comprometernos”.
Más tarde, el Papa Francisco preguntó: “¿Yo arriesgo mi vida? ¿Arriesgo con la fuerza de mi fe? Yo como cristiana, como cristiano, ¿se arriesgar? ¿O me encierro en mí mismo por miedo o pusilanimidad?”.
El Pontífice subrayó que “hemos recibido del Señor el don de su amor y estamos llamados a ser don para los demás”.
Defendió además que estos bienes “no podemos guardar sólo para nosotros mismos, administrarlos por nuestra cuenta o esconderlos bajo tierra”.
“Si no multiplicamos el amor alrededor nuestro, la vida se apaga en las tinieblas; si no ponemos a circular los talentos recibidos, la existencia acaba bajo tierra, es decir, es como si estuviésemos ya muertos”.
“La pobreza es un escándalo”
A continuación, instó a los fieles a pensar “en los pobres que se han convertido en invisibles, cuyo grito de dolor es sofocado por la indiferencia general de una sociedad muy ocupada y distraída. Cuando pensamos en la pobreza no podemos olvidar el pudor, La pobreza es púdica, es esconde. Debemos buscarla nosotros con valentía”.
“Pensemos en cuántos están oprimidos, cansados, marginados, en las víctimas de las guerras y en aquellos que dejan su tierra arriesgando la vida, en aquellos que están sin pan, sin trabajo y sin esperanza. Tanta pobreza cotidiana. Y no son uno, dos o tres, son una multitud, los pobres son una multitud”.
“¡No enterremos los bienes del Señor! Hagamos que circule la caridad, compartamos nuestro pan, multipliquemos el amor”, reiteró el Santo Padre.
En este sentido, insistió en que “la pobreza es un escándalo” y pidió rezar “para que cada uno de nosotros, según el don recibido y la misión que le ha sido confiada, se comprometa a ‘hacer fructificar la caridad’ y a hacerse cercano a algún pobre”.
“Recemos para que también nosotros, al terminar nuestro viaje, después de haber acogido a Cristo en estos hermanos y hermanas, con quienes Él mismo se ha identificado, podamos escuchar qué nos dice: ‘Está bien, servidor bueno y fiel […] entra a participar del gozo de tu señor’”, concluyó.