Este viernes 10 de noviembre el Vaticano ha difundido el mensaje que el Papa Francisco ha enviado con ocasión del VI Foro de París sobre la Paz que se celebra en la capital francesa, en el que afirma que “ninguna guerra vale la pérdida de la vida de un solo ser humano, un ser sagrado creado a imagen y semejanza del Creador”.
En el texto, firmado por el Cardenal Pietro Parolin, el Pontífice transmite su esperanza de que este encuentro, que pretende reforzar el diálogo entre todos los continentes para promover la cooperación y el diálogo internacionales, “contribuya a construir un mundo más justo, solidario y pacífico”.
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El Santo Padre destaca que este año “el Foro se celebra en un contexto mundial extremadamente doloroso” y por ello espera que “los compromisos asumidos favorezcan un diálogo sincero, basado en la escucha de los gritos de cuantos sufren a causa del terrorismo, de la violencia generalizada y de las guerras”.
Para el Pontífice, estas son “lacras que sólo benefician a determinados grupos, alimentando intereses particulares, desgraciadamente disfrazados a menudo de nobles intenciones”.
Asimismo, puntualiza que la paz es el resultado de “un proceso lento y paciente” que se construye día a día y señala que es un derecho fundamental del ser humano.
Más tarde, el Santo Padre dirige su mirada a las personas inocentes, incluidos los niños, “que se ven privadas del derecho fundamental y primario a la vida y a la integridad física y mental como consecuencia de las hostilidades entre diferentes grupos o países”.
“¿Cuántas personas se ven privadas, como consecuencia de los conflictos, de los derechos más básicos, como el derecho al agua potable y a una alimentación sana, pero también al derecho a la libertad religiosa, a la salud, a una vivienda digna, a una educación de calidad y a un trabajo decente?”, se pregunta.
En su mensaje, el Papa Francisco también denuncia la situación en la que se encuentran muchos niños, “obligados a participar en los combates, cargando con las cicatrices físicas, psicológicas y espirituales para el resto de sus vidas”.
Afirma que es indispensable el derecho a la “autodefensa y la responsabilidad de proteger a aquellos cuya vida se ve amenazada”, al mismo tiempo que se debe reconocer que la guerra “es siempre una derrota de la humanidad”.
“Ninguna guerra vale las lágrimas de una madre que ha visto a su hijo mutilado o asesinado; ninguna guerra vale la pérdida de la vida de un solo ser humano, un ser sagrado creado a imagen y semejanza del Creador”, remarca el Pontífice.
También subraya que “ninguna guerra vale la desesperación de quienes se ven obligados a abandonar su patria”.
“La paz no se construye con las armas —continúa—, sino mediante la escucha paciente, el diálogo y la cooperación”.
Por último, el Papa Francisco reitera su llamado y el de la Santa Sede a que se “silencien las armas” en todo el mundo.