El domingo pasado concluyó la Asamblea General 2023 de la Comunidad de las Bienaventuranzas. Al final de la reunión, los delegados decidieron que es necesario profundizar sobre los “efectos de los abusos y los excesos” cometidos por figuras relevantes de la Comunidad, entre ellos su fundador, Ephraim Croissant.
La Asamblea General 2023 se llevó a cabo en Nouan-le-Fuzelier (Francia), y reunió a 71 delegados de todo el mundo. El evento giró en torno a la necesidad de dar una “relectura a la historia de la Comunidad”.
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En ese sentido, informan que se creará una comisión multidisciplinar independiente “que arroje luces y sombras sobre la historia de la Comunidad”.
La organización explicó que se pone a disposición del Sr. Tangi Cavalin, encargado por los obispos franceses de profundizar sobre los abusos y excesos cometidos por el fundador de la Comunidad, Ephraim Croissant, y otros miembros.
Según los estatutos de la Comunidad, durante la Asamblea General 2023 debía elegirse al nuevo gobierno, pero el recién designado Arzobispo de Toulouse, Mons. Guy de Kerimel, responsable pastoral de la organización, decidió posponer la elección hasta 2024 “para poder conocer mejor a la Comunidad antes de hacer su propuesta”.
Los abusos en la Comunidad de las Bienaventuranzas
La institución ha sido el blanco de numerosas críticas y denuncias durante la última década, luego de que en 2011 admitiera —“profundamente avergonzada”— que Ephraim Croissant había cometido “crímenes contra la moral de la Iglesia”, que involucraron a varias hermanas que vivían en la comunidad.
En la declaración ofrecida en ese momento la Comunidad afirmaba que “su prestigio como fundador carismático, combinado con la seducción de sus palabras, llevó a la mayoría de sus víctimas a dejarse abusar”.
Croissant, ordenado diácono permanente en 1978, reconoció que se aprovechaba de su posición de poder y de prestigio espiritual para “cometer graves faltas contra su estado de vida” (adulterio) con las hermanas de la Comunidad.
Incluso se han reportado casos que lo involucran con jóvenes menores de edad.
En 2008 fue expulsado de la Comunidad. Además, se le expulsó del estado clerical y se le ordenó vivir una vida de silencio y penitencia.
Otros dos casos de gran exposición mediática saltaron a la luz pública casi al mismo tiempo que el caso de Croissant: el de Philippe Madre, cuñado de Croissant y diácono permanente; y el de Pierre-Etienne Albert, quien fuera responsable de música de la comunidad.
Philippe Madre sucedió a Croissant en el liderazgo de la Comunidad en 1996, pero fue declarado culpable de abusos contra menores en una sentencia de primera instancia de la justicia eclesiástica en Toulouse (Francia) en 2010 y fue expulsado de la comunidad. Ni Madre ni Croissant han enfrentado cargos civiles por los delitos que cometieron, ya que al momento de revelarse ya habían prescrito según la ley francesa.
El caso de Pierre-Etienne Albert es el único que ha tenido consecuencias legales. Al ex responsable de música se le acusó de pedofilia en 2003, y en 2008 reconoció su delito. Fue condenado a cinco años de prisión en 2011 por agredir sexualmente a 38 niños.
También se le acusa de abusar sexualmente de más de 50 niños, de entre 5 y 14 años, entre 1985 y 2000.
En enero de este año, un reportaje del diario francés La Croix informó sobre otros presuntos abusos cometidos por miembros de la Comunidad de las Bienaventuranzas, a los que la organización respondió con un comunicado en el que expresan solidaridad y cercanía con las víctimas, a la vez que afirman que están “trabajando con determinación para aclarar las preguntas que plantea lo más rápido posible”.
¿Qué es la Comunidad de las Bienaventuranzas?
La Comunidad de las Bienaventuranzas fue fundada en 1973 por Croissant y su esposa Jo junto con otra pareja, dentro del cauce del Concilio Vaticano II y del Movimiento de Renovación Carismática.
En 2007 la Santa Sede intervino a la organización debido a denuncias sobre problemas en su gobierno interno y en 2010 se nombró un comisionado pontificio para supervisar una reforma de sus Estatutos.
En 2020 fue constituida como “familia eclesial de vida consagrada” de derecho diocesano, por la entonces Congregación —hoy Dicasterio— para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica de la Santa Sede.
En 2019 la Comunidad contaba con 760 miembros en 27 países de los cinco continentes, y tenía más de 300 miembros laicos, 271 hermanas y 177 hermanos, 97 de los cuales son sacerdotes.