En la ciudad de León, ubicada en el estado mexicano de Guanajuato, el 5 de noviembre aproximadamente 22 mil personas se congregaron para participar en el tradicional “Rosario viviente”, una expresión de fe en busca de la paz.
En conversación con ACI Prensa, el P. Roberto Guerrero Velázquez, director general de la iniciativa, indicó que la intención de este año fue reflexionar sobre el “compromiso y la responsabilidad de cuidarnos juntos y de construir el tejido social para que la sociedad tenga paz, empezando por la paz personal y luego la paz familiar”.
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En un momento en que el estado de Guanajuato ha enfrentado desafíos relacionados con la violencia, las cifras recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que la entidad registró el mayor número de homicidios durante el año pasado, con 4.329 muertes atribuidas principalmente a “arma de fuego, contacto traumático con arma blanca y estrangulamiento”.
Durante la ceremonia, se llevaron a cabo representaciones y meditaciones de cada misterio del Rosario, bajo el lema “El Señor nos bendiga a su pueblo con la paz”. De acuerdo al P. Guerrero Velázquez, este lema busca fomentar el “progreso integral de la sociedad, sin importar ideologías ni modas, sino centrándose en el compromiso con el Reino de Dios”.
El sacerdote mexicano recordó que esta tradición se originó hace 69 años, inspirada por las apariciones de la Virgen de Fátima en Portugal en 1917, cuando se reveló el poder del Santo Rosario.
“El Rosario es una devoción que nos une y nos permite mirar con la mirada y el corazón de nuestra amada y santísima Virgen María”, señaló.
Al rezar y meditar, indicó el sacerdote, “Dios actúa [en nosotros] con una fuerza liberadora, pero nos encarga ser responsables, o sea, ser mejores personas. Nos permite, pues, ser un abono, una fuerza, germen y semilla del Reino de Dios”.
Durante el evento del Rosario Viviente en el estadio de León, que tiene una capacidad para 31.297 personas, el Arzobispo de la ciudad, Mons. Alfonso Cortés, pidió luchar en contra de la violencia y expresó su solidaridad con las familias que han sufrido su azote.
“La paz es el don del Espíritu Santo. Cuando nació la Iglesia, el saludo a los Apóstoles fue: la paz esté con ustedes. Y viene de la esperanza, no puede darse sin la esperanza. La paz es el don de Dios y tenemos que construirla”, expresó el Prelado.