En una ceremonia histórica, el Obispo de Catamarca (Argentina), Mons. Luis Urbanc, ordenó sacerdote al cabo primero de Policía Ramón Leandro Roldán. Se trata de la primera vez en 200 años de la Policía de Catamarca, que un miembro de la institución se convierte en sacerdote.
La celebración tuvo lugar en la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, y asistieron autoridades de la Policía de la provincia, a quienes el Obispo agradeció el apoyo al nuevo sacerdote.
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Las autoridades presentes resaltaron que esta ordenación sacerdotal es una gracia muy especial para la Policía de la Provincia de Catamarca, en el año jubilar por el bicentenario de su fundación.
También acompañaron a Leandro su familia, amigos y fieles de distintas comunidades parroquiales, especialmente de Santa Rosa de Lima de Catamarca, su parroquia de origen.
En su homilía, Mons. Urbanc dirigió un mensaje al nuevo sacerdote: “El que te dijo: ‘¡Sígueme!’ es Jesús, el Buen Pastor, el que da su vida por las ovejas. Sólo en Él tienes al modelo que imitar”.
“Así como Jesús conoce a sus ovejas, tú debes conocerlas. Las ovejas no te pertenecen, son de Él. Tu hermosa y envidiable misión es hacer que ellas conozcan y amen a Jesús”, aseguró, al tiempo que pidió “que la Virgen del Valle siga siendo tu Madre, inspiradora de una generosa entrega al servicio de los hermanos y consuelo en las pruebas”.
El P. Roldán, de 39 años, será miembro de los capellanes policiales, donde tendrá la misión de ofrecer asistencia espiritual a los miembros del personal y administrativo de la Policía de la Provincia que lo requieran.
En diálogo con ACI Prensa, el nuevo sacerdote recordó que descubrió su vocación cuando era pequeño, en la preparación para la Primera Comunión en su parroquia, Santa Rosa de Lima, de la capital. Allí fue invitado por el párroco, P. Santiago Sonzini, a ser monaguillo.
Frecuentar la Misa ayudando como monaguillo, e ir conociendo al P. Sonzini, “fueron los medios por los que Dios me ha ido mostrando este camino”, aseguró.
Al finalizar la escuela secundaria, y luego de un año y medio viviendo en el seminario menor en etapa de discernimiento, Leandro quiso seguir el camino al sacerdocio. Por eso, en 2003 inició el curso introductorio en el Seminario de Tucumán. Sin embargo “por cuestiones de distancia, de madurez”, regresó a Catamarca.
De vuelta en su ciudad, comenzó el profesorado de música, donde tuvo “la dicha de conocer a personas que estaban en la Banda de Música de la Policía”, y él también quiso formar parte.
"Para ser parte de la banda de música tenía que ser policía. Por eso hice un curso de seis meses, pero cuando salí de ese curso, fui destinado a formar parte de la banda”, explicó.
En todos esos años, “tenía trabajo, amigos, y también tuve la experiencia de vivir un noviazgo”, relató, al tiempo que continuaba colaborando en la parroquia. Sin embargo, y pese a que parecía tener “todo”, Leandro sentía que algo le faltaba, “que no estaba realizado”, y decidió retomar un discernimiento, esta vez “más profundo”, que lo llevó a confirmar su vocación y retomar su formación sacerdotal.
El sacerdote considera que hay un punto en común entre la vocación de policía y la de sacerdote: “el servicio”. En el camino sacerdotal, reflexionó, “estamos al servicio: primeramente en consagración a Dios, y en nombre de Dios servimos a los demás en el camino a la salvación”.
Ahora vivirá entre esas dos realidades, acompañando a la familia policial desde la capellanía.
“Sabemos que el policía muchas veces vive situaciones límite, situaciones humanas que muchas veces atraviesan a la persona, más allá del uniforme. Nosotros, desde la fe, desde lo espiritual, acompañamos, sostenemos y muchas veces aconsejamos. Esa va a ser mi tarea: acompañar a la familia de la policía”, anticipó.
Consultado sobre sus anhelos para el ministerio que comienza, el P. Roldán deseó “ser el pastor que Jesús quiere, estar cercano a la gente; desde el lugar que me toca, poder brindar ese abrazo, esa cercanía al que viene. a la manera de Jesús Buen Pastor tener esa cercanía por los intereses y las necesidades de la gente, que hoy hay muchas. Uno ve mucho la necesidad de Dios, la necesidad de comprensión, de cercanía”.
En este camino no estará solo, lo acompañan los ejemplos de dos santos: San Juan María Vianney, el Cura de Ars, “un modelo a seguir, modelo de santidad, de sacerdote”; y el argentino Santo Cura Brochero, “un modelo para todos los cristianos, y en especial para nosotros, los curas”. Ambos son para él un modelo “de servicio y entrega a Dios y a los demás”, concluyó.