Este 2 de octubre la Iglesia conmemora a los fieles que ya pasaron por el umbral de la muerte hacia la otra vida. Frente a esta realidad, que un día todos vamos a experimentar, les compartimos una oración a San José, quien es considerado como el patrono de la buena muerte por una especial tradición.
De acuerdo al YouCat (Catecismo juvenil), en su sección sobre el padre adoptivo del Señor, “la iglesia siempre asumió que (San José) murió antes de la manifestación pública de Jesús”.
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Hay quienes fundamentan esto alegando que en el pasaje bíblico de las bodas de Caná se señala que la Virgen, Jesús y sus discípulos fueron invitados, pero no se dice nada de San José.
Por otro lado, el Papa Francisco, en su catequesis sobre San José como patrono de la buena muerte en 2022, hace referencia a una tradición cristiana en la que se cree que el esposo de María habría muerto en la presencia de Cristo.
“No hay datos históricos, pero como no se ve más a José en la vida pública, se cree que murió ahí en Nazaret, con su familia. Y para acompañarlo en la muerte estaban Jesús y María”, describió el Pontífice.
De hecho, en la iconografía cristiana a lo largo de los siglos se ha representado la muerte de San José mostrándolo como un hombre mayor que muere apaciblemente, mientras es asistido por Jesucristo y la Virgen. Es toda una simbología que también muestra el deseo de cada cristiano por tener una muerte similar.
En este sentido, el Papa Francisco, al final de su reflexión, pidió que San José “pueda ayudarnos a vivir el misterio de la muerte de la mejor forma posible”.
En el sitio web de Torreciudad, santuario mariano administrado históricamente por el Opus Dei, se puede leer una oración a San José para pedirle una buena muerte y también se le suplica la dicha de morir en los brazos de Jesús y María.
A continuación la oración:
Oh San José, que dejaste esta vida en brazos de tu Hijo adoptivo Jesús, y de tu dulce Esposa María, socórreme, ¡oh Padre!, junto con María y Jesús, cuando la muerte marque el fin de mi vida; obtenme la gracia (es lo único que pido) de morir también en los mismos brazos de Jesús y de María. ¡En vuestras manos, Jesús, María y José, encomiendo mi espíritu en la vida y en la muerte! Amén.