A puertas de la celebración de la Solemnidad de Todos los Santos, el 1 de noviembre, el Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, asegura: “La única meta del hombre en la tierra es ser santo”.
En su carta semanal, Mons. Fernández subraya que “el mayor éxito de nuestra vida es llegar a la santidad a la que Dios nos llama. Y el mayor fracaso sería quedarse a mitad de camino o frustrar esa llamada de Dios”.
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Y son los santos a los que se recuerda cada 1 de noviembre los que “suponen un caudal de bien, una reserva de amor, que nos hacen mirar a la historia con esperanza” a pesar de que “abunda el pecado”.
“Cada uno de nosotros puede contribuir a ese caudal —prosigue Mons. Fernández— que sana todas las heridas y recicla todos los males”, porque “es mucho mayor el bien acumulado por la vida de los santos, que el mal que el hombre genera cuando se aparta de Dios”.
Para el Obispo de Córdoba, “la fiesta de Todos los Santos es un canto a la belleza de la santidad que ha resplandecido en tantas personas”, que construyen la historia “en sentido positivo, transformando el mal en bien, como ha hecho Jesucristo desde la Cruz”.
Entonces, “¿será posible llegar a ser santo?”, se pregunta en la carta. “La Iglesia y su Magisterio constante nos enseñan que la santidad es para todos”, responde.
“Podrá ser una santidad brillante y deslumbrante o podrá ser una santidad de la vida ordinaria, de la puerta de al lado. Lo nuclear es conformar nuestra voluntad humana con la voluntad divina, lo esencial es parecerse a Jesucristo y tener los sentimientos de su Corazón”, añade.
Por último, el Prelado advierte que la santidad “es tarea de toda la vida, y vale la pena ponerse a ello continuamente. Dios, con su infinita misericordia, es capaz de hacerlo en nosotros”.