La Fundación Papal otorgó 800.000 dólares estadounidenses en becas para 110 sacerdotes, religiosos y laicos de 42 países, un fondo que les permitirá estudiar en 14 universidades pontificias en Roma.
Creada en 1988, la Fundación Papal explica en su sitio web que tiene como misión "servir al Santo Padre y la Iglesia Católica Romana" en las necesidades caritativas que existen en el mundo, que incluyen la formación de sacerdotes, religiosos y laicos; la ayuda a refugios católicos e instalaciones de salud; programas provida; atención a sacerdotes y religiosos ancianos; y albergues para adultos y niños sin techo.
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Este beneficio es parte del Programa de Becas San Juan Pablo II, que surgió en el año 2000 y que ha beneficiado hasta la fecha a más de 1.700 personas, destinando para ello casi 14 millones de dólares.
En un comunicado, la Fundación Papal recordó que en 1998 a San Juan Pablo II le preguntaron “qué haría con una donación sin restricciones de cinco millones de dólares”, a lo que el Santo Padre, “sin dudarlo, dijo que ofrecería becas para matrícula, alojamiento y comida a sacerdotes, religiosas y laicos de países desfavorecidos, permitiéndoles estudiar en Roma y luego regresar a sus diócesis para enseñar el auténtico magisterio de la Iglesia”.
Dos años después, con la donación de 5 millones de dólares de los esposos John y Carol Saeman, de Denver (Estados Unidos), cifra que fue igualada por la Fundación Papal, se dio inicio al programa de becas.
Eustace Mita, presidente de la Junta Directiva de la Fundación Papal, resaltó: “Estamos inspirados y comprometidos con la visión de San Juan Pablo II de preparar a líderes y educadores católicos para el servicio”.
“Estas becas ayudan a capacitar a quienes están llamados a liderar en países en desarrollo, donde los recursos para la formación continua de liderazgo son limitados”, expresó.
Dave Savage, director ejecutivo de la Fundación Papal, recordó que el Papa San Juan Pablo II “sabía que necesitábamos una manera de brindar oportunidades educativas en Roma a personas de países desfavorecidos, con el fin de que pudieran regresar a sus diócesis preparados para ayudar a asegurar el futuro de la Iglesia en todo el mundo”.
“Él mismo fue enviado a Roma como sacerdote estudiante, una experiencia que ayudó a moldear su vida de liderazgo servicial. Formar líderes en la Iglesia Católica es una bendición, y nosotros estamos increíblemente agradecidos con John y Carol Saeman, quienes hicieron posible este trabajo”, manifestó.
Justin Musona, sacerdote de la Diócesis de Mutare (Zimbabwe), aseguró por su parte: “Esta beca es un milagro para mí y para la gente de mi región”, pues “me ha brindado un nivel más profundo de comprensión y educación en nuestra fe”.
“Quiero asegurarles que haré un buen uso de mi aprendizaje”, expresó.