El Cardenal Charles Bo, Arzobispo de Rangún (Myanmar), ha recordado hoy a los participantes del Sínodo de la Sinodalidad que Dios tiene un plan para la Iglesia y por ello “nuestros caminos y planes deben alinearse con Su voluntad”.
El purpurado asiático expresó estas ideas en la homilía de la Misa que se celebró hoy lunes en la Basílica de San Pedro, en el marco de las reuniones que se llevan a cabo con ocasión del Sínodo, que este lunes ha entrado en su cuarta y última semana.
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El Cardenal Bo, quien también es presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, indicó que el “viaje sinodal” iniciado “no es una odisea espacial preprogramada con ecuaciones matemáticas fijas”.
En ese sentido, señaló que así como Abraham “fue llamado a adentrarse en lo desconocido”, los participantes en este evento eclesial están también llamados a aventurarse “en lo desconocido, guiados por nuestra fe inquebrantable”.
“Al igual que la fe de Abraham lo justificó, también nosotros estamos justificados por nuestra fe creyendo que Dios siempre cumple sus promesas (…). Cuando Dios nos llama, Él mismo se convierte en nuestro guía, nuestra hoja de ruta y nuestro compañero”, aseguró.
Por ello, el Arzobispo de Rangún alentó a los participantes a confiar en que “la fe ilumina el camino a través de los momentos más oscuros y tumultuosos de la vida”, permitiendo a los fieles “ver la gracia de Dios que penetra en las sombras”. “Como Abraham —señaló—, la Iglesia está llamada a ser justa, a encarnar un viaje sinodal de fe con la convicción de que Dios nunca yerra”.
“A pesar de las dudas y ansiedades que pueden acompañarnos en esta larga marcha, podemos inspirarnos en figuras como Moisés, elegido por Dios para ser un libertador y un modelo para todos nosotros. Aunque no lleguemos al destino previsto, participar en el viaje ya es una bendición. Entendemos que este viaje sinodal es intergeneracional, que ha sido iniciado por la Iglesia y que inaugura una larga marcha de esperanza para toda la humanidad, incluso en medio de la agitación global”, como los conflictos en Gaza y otras partes del mundo.
En la parte final de su homilía, el Cardenal Bo expresó que una de las grandes preocupaciones en el Sínodo ha sido también cuál es el legado que se le dejará a la próxima generación.
En ese sentido, abordó el desafío de la protección del medioambiente, cuya herencia de un “un mundo más pacífico, con la creación íntegra e intacta, está en peligro”.
“Nuestro camino sinodal tiene que ver con sanar y reconciliar al mundo en la justicia y en la paz. La única manera de salvar a la humanidad y crear un mundo de esperanza, paz y justicia es la sinodalidad global de todas las personas”, expresó.