La Hermana siria Houda Fadoul, que participa en el Sínodo de la Sinodalidad, habló sobre los pedidos de apertura al diaconado de mujeres durante esta Asamblea. Puntualizó que “podemos hablar de complementariedad, y no de paridad” entre hombres y mujeres y destacó que lo importante es “que cada uno de nosotros asuma su rol y use sus dones” en la Iglesia.
Durante la sesión informativa ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede este viernes 20 de octubre, la Hermana Houda Fadoul, de la comunidad monástica de rito sirio-católico Deir Mar Musa fundada por el P. Paolo Dall’Oglio, compartió su experiencia como superiora de la comunidad durante 10 años.
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Ante la pregunta de si “es el momento de que se tome una decisión” sobre la inclusión de las mujeres en el diaconado, la religiosa remarcó que para ella “lo importante es que cada uno de nosotros, sea mujer u hombre, asuma su rol y use sus dones en la Iglesia”.
La hermana se refirió a sus 10 años como superiora de la comunidad, en los que trabajó en un un ambiente de comunión con sacerdotes, diáconos y otras religiosas. Aseguró que este tiempo “fue una experiencia muy bonita, porque he sabido muy bien cómo puedo usar, con la gracia del Señor, mis dones”.
Explicó que en ese contexto supo “dónde puedo detenerme y dónde puedo seguir adelante”.
Remarcó que “para cualquier concepto que hace referencia a las mujeres… podemos hablar de complementariedad, y no de paridad, en la que cada uno de nosotros encuentra su lugar y usa sus dones”.
Por su parte, Mons. Gintaras Grušas, presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, señaló que lo que se está desarrollando en el Sínodo de la Sinodalidad “es una discusión mucho más amplia que tratar de centrarnos en una cosa y darle al interruptor del ‘sí o no’”.
Destacó que lo discutido durante esta primera sesión puede llevar además a “descubrir posiblemente nuevos ministerios” en la Iglesia.
“A menudo tratamos de decidir si algo es ‘blanco o negro, sí o no, sigue o detente’, pero creo que la discusión que está sucediendo es ver cómo vivimos la Iglesia en un modo completamente diferente, o del mismo modo pero con un mejor diálogo”.
Insistió en que “no se trata necesariamente de cambiar todo o dejar todo igual, sino de definir un nuevo proceso. Creo que es lo que está ocurriendo, más que decir ‘si’ o ‘no’”.
En la conferencia de prensa también estuvo presente el Arzobispo de Tokio (Japón), Mons. Tarcisio Isao Kikuchi, para quien “tras estas tres semanas de experiencia sinodal, lo que sabemos es que hay diferencias de opiniones y también diferencias en la compresión de la palabra o terminología”.
“Utilizamos las mismas palabras, pero pueden tener significados diferentes. A veces la compresión depende de la cultura y del contexto. Hablamos sobre la misma cosa, pero a veces la comprensión es totalmente diferente. Hay grandes diferencias y no es momento de tomar decisiones concretas”, concluyó.
Sobre la posible apertura al diaconado femenino en el Sínodo de la Sinodalidad
Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede y presidente de la comisión de información del Sínodo, indicó a los periodistas que en la tarde del pasado lunes 16 de octubre las discusiones sinodales se centraron principalmente en el rol de las mujeres en la Iglesia, incluyendo si deberían poder predicar la homilía en Misa, y en el “restablecimiento del diaconado femenino”.
Otro tema de debate, agregó, fue “cómo superar los modelos clericales que impiden la comunión o que pueden impedir la comunión de todos los bautizados”.
Por otro lado, comentó que las discusiones del lunes también incluyeron pedidos de una “mayor atención a un lenguaje inclusivo en la liturgia y en los documentos eclesiales”, y que la palabra “cooperar” del canon 208 del Código de Derecho Canónico, que indica que todos los cristianos, “según su propia condición y oficio, cooperan a la edificación del Cuerpo de Cristo”, se cambie a “co-responsabilidad”.
Acerca del “posible restablecimiento del diaconado femenino”, Ruffini señaló que hubo una referencia a estudiar primero la naturaleza exacta del diaconado.
Cabe destacar que el asunto de las diaconisas ya ha sido estudiado previamente por la Iglesia, incluyendo un documento de 2002 de la Comisión Teológica Internacional (CTI), un organismo consultor de la entonces Congregación —ahora Dicasterio— para la Doctrina de la Fe.
En el documento, la CTI concluye que las diaconisas en la Iglesia primitiva no eran equivalentes a los diáconos y tampoco tenían una “función litúrgica” ni sacramental. También señala que, incluso en el siglo IV, “la manera de vivir de las diaconisas era muy similar a la de las religiosas”.