El programa del Sínodo de la Sinodalidad incluyó este jueves por la tarde una peregrinación a las catacumbas de San Sebastián, San Calixto y Santa Domitila. En ella, los participantes tuvieron un momento de oración y visitaron el lugar donde fueron enterrados los cristianos durante la persecución de los primeros siglos.
Antes de entrar en el templo dedicado al protomártir, los participantes recibieron un documento de ocho páginas impresas en papel, en cuatro idiomas, que contenía la liturgia que se iba a seguir en el interior.
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Tras la referencia a los cantos, lecturas y oraciones, las últimas tres páginas se reservaron para incluir el llamado “Pacto de las catacumbas”, firmado por 42 padres del Concilio Vaticano II el 16 de noviembre de 1965.
El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, señaló que el Pacto de las catacumbas se entregó como “material de lectura y meditación”.
Antes de realizar la oración prevista en el interior de la Basílica de San Sebastián, tuvieron lugar dos intervenciones introductorias a cargo de Mons. Pasquale Iacobone, presidente de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y el Cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator general del Sínodo de la Sinodalidad.
Mons. Iacobone destacó que en estas catacumbas, según la tradición, se veneró la primera imagen de la concordia apostolorum, el abrazo entre los Apóstoles Pedro y Pablo antes de ser conducidos al martirio.
“Se trata de una imagen emblemática de dos iglesias, dos tradiciones, dos realidades bastante diferentes que se reconcilian, se reencuentran juntos”, subrayó Mons. Iacobone, que añadió: “El único camino de la Iglesia es el que se realiza juntos, sintiéndose prójimo del diferente”.
Tras destacar a algunos Papas y mártires enterrados en las catacumbas, Mons. Iacobone concluyó animando a realizar en su interior “una buena escucha de estas voces aparentemente silenciosas, pero que resuenan en el mundo por la potencia y la fuerza de su testimonio”.
Por su parte, el Cardenal Jean-Claude Hollerich, se dirigió a los presentes y reforzó la idea de que el reencuentro de San Pedro y San Pablo es “hermoso, muy sinodal”.
Refiriéndose a la tradición sobre cómo San Pedro retornó a Roma tras encontrarse con Jesús cuando huía de la persecución, el Cardenal Hollerich añadió: “Roma es la realidad. Y la realidad no siempre es bella. Tenemos en general una tendencia a embellecer las cosas. Es algo de lo que me doy cuenta cuando me llaman [a las visitas] ad Limina. Tengo una gran tentación de trasladar una imagen más bella de lo que es la Iglesia en Luxemburgo”.
En este sentido, llamó a llevar a cabo una peregrinación “a nuestra realidad, a las realidades de nuestras iglesias”, teniendo en cuenta que “sabemos que la realidad de nuestra Iglesia nunca puede ser pensada ni rezada sin la realidad de la Cruz. No hay resurrección sin la Cruz”.
“Ahora, en nuestras realidades —prosiguió—, las cruces tienen diferente aspecto. Pueden tener forma de estrés, pueden verse como enfermedades, a veces de forma nerviosa. Creo que este es el lugar en el que de manera especial los obispos podemos confrontar nuestra Cruz y decir al Señor: Te quiero, tomo mi cruz y te sigo”.
600 inscripciones en recuerdo a San Pedro y San Pablo
Las catacumbas fueron utilizadas como lugar de refugio y cementerio de los mártires cristianos durante la persecución de los primeros siglos. En ellas se han encontrado decoraciones con elementos como peces o palomas, alusivas a Jesús y el Espíritu Santo, así como el crismón, anagrama de la palabra Cristo en griego.
En las excavaciones arqueológicas también se han encontrado más de 600 inscripciones con las palabras Pedro y Pablo.
Tras la oración conjunta en la Basílica de San Sebastián, en la que se invocó al Espíritu Santo, se leyó un pasaje evangélico y se profesó el Credo, los participantes se dividieron en pequeños grupos y recorrieron en silencio y de uno en uno los estrechos pasillos subterráneos.
En ellos se pueden apreciar los nichos excavados en los que fueron depositados los cuerpos de los primeros mártires, así como varios sucesores de San Pedro.
Tras el traslado de sus restos a diferentes iglesias, las catacumbas cayeron en el olvido hasta que fueron descubiertas a mediados del siglo XIX, tal y como explicaron los guías, que también respondieron a las preguntas de los peregrinos sinodales.
Pacto de las catacumbas
Los obispos firmantes del Pacto de las catacumbas de 1965 se comprometieron a renunciar “para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir”, y a no tener posesiones. Del mismo modo, rechazan ser llamados “con nombres y títulos que signifiquen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor)”.
También expresaron su determinación para evitar “todo aquello que pueda parecer concesión de privilegios, prioridades o cualquier preferencia a los ricos y a los poderosos”. Asimismo el Pacto considera que “la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en estado de miseria física, cultural y moral”.
Entre los firmantes originales del documento se encontraban Mons. Helder Camara, Obispo de Recife (Brasil), el Beato Mons. Enrique Angelelli, entonces Obispo Auxiliar de Córdoba (Argentina), Mons. Tulio Botero Salazar, Arzobispo de Medellín (Colombia) y Mons. Sergio Méndez Arceo, Obispo de Cuernavaca (México).
Apoyaron además el documento otros 500 padres sinodales. De manera recurrente, ha sido reivindicado por reconocidos impulsores de la Teología de la Liberación, como el fallecido claretiano Mons. Pedro Casaldáliga, Obispo de la Prelatura de São Félix do Araguaia (Brasil).
En la tarde del jueves, la Oficina de Prensa de la Santa Sede envió una nota oficial en italiano a los medios de comunicación con el contenido de las oraciones propuestas para la peregrinación en la que no está incluido el texto del “Pacto de las catacumbas”, que sí recibieron en mano y en distintos idiomas los miembros del Sínodo de la Sinodalidad y los periodistas desplazados al lugar.
Sínodo de la Amazonía
No es la primera vez que durante un Sínodo se recuerda este pacto. En el celebrado para la región Pan-Amazónica en 2019, el Cardenal Claudio Hummes, Relator general, presidió una Misa en las catacumbas, emulando el gesto de los firmantes originales.
Allí se firmó un documento inspirado en el primigenio, titulado Pacto de las catacumbas para la casa común. Por una Iglesia con rostro amazónico, pobre y servidor, profético y samaritano.
Según refirió Vatican News, entre los compromisos del documento se encontraban "renovar la opción preferencial por los pobres", abandonar "cualquier tipo de mentalidad y actitud colonial" y anunciar "la novedad liberadora del Evangelio de Jesucristo".