Mons. Hanna Jallouf, nombrado este año Vicario Apostólico Latino de Alepo (Siria) por el Papa Francisco, fue secuestrado años atrás por el grupo terrorista Estado Islámico. Hoy señala los desafíos que enfrenta la Iglesia Católica en Siria.
Mons. Jallouf, sacerdote franciscano, se convirtió el 1 de julio en el primer obispo de origen sirio en gobernar pastoralmente a los católicos de rito latino en el país.
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En declaraciones a ACI Prensa el 2 de octubre, el Prelado recordó: “Fui secuestrado en la madrugada del 5 al 6 de octubre, junto con un grupo de feligreses, por un grupo de yihadistas. Estábamos en el pueblo de Knayeh, en el norte de Siria, cerca de Turquía”.
“Este pueblo permaneció mucho tiempo bajo el control del ejército del Estado Islámico, quienes pusieron muchas prohibiciones a los cristianos, como quitar las cruces de las iglesias, tocar las campanas, pidieron esconder las estatuas y ordenaron cubrirse a las mujeres con el hiyab (velo islámico)”.
Mons. Jallouf fue liberado por el grupo terrorista poco después, el 9 de octubre de 2014: “Me dejaron bajo arresto domiciliario. Fui procesado por el tribunal islámico, acusado de colaborar con el régimen sirio”.
Tras evocar su secuestro, el Obispo considera que quizá “sea de los pocos que pueda ayudar a pacificar” el país, envuelto en una guerra civil desde 2011. “No es una misión exclusivamente mía, sino también de los franciscanos”, destaca, recordando que la Orden fundada por San Francisco de Asís tiene a cargo la Custodia de Tierra Santa desde el siglo XIII.
“Tuve un encuentro con un jefe del Estado Islámico. Le hablé del encuentro entre San Francisco de Asís y el sultán Malek al-Kamil en Egipto hace 800 años. Desde aquella ocasión los franciscanos tuvimos la responsabilidad de custodiar los lugares santos, a las personas que viven aquí y a los peregrinos”, manifiesta.
“Les pedí a los yihadistas que tengan una convivencia pacífica con los cristianos”, indica.
Mons. Hanna Jallouf recibió la ordenación episcopal el 17 de septiembre de 2023, en una ceremonia presidida por el entonces Mons. —hoy Cardenal— Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, y concelebrada por el Cardenal Mario Zenari y el hoy Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén.
Con 71 años, casi 45 como sacerdote, el nuevo Obispo tendrá varios retos que enfrentar. Entre ellos, el reducido número de cristianos que han quedado en el país, así como apoyar a la sociedad siria ante el terrorismo que ha impuesto el Estado Islámico, la ininterrumpida guerra y hasta los desastres naturales, como los terremotos que sacudieron el país en febrero de este año.
“Antes de la guerra, los cristianos eran casi el 17% de la población siria. Después de once años, muchos han emigrado. En la provincia de Idlib éramos diez mil fieles. Actualmente sólo hay 700 familias que no llegan al 8% de la población. Quizá quedamos no más del 4% de cristianos en Siria”, expresó el Prelado.
En ese sentido, Mons. Hanna Hallouf, como autoridad religiosa en Siria, también quiere contribuir en la reconstrucción de las viviendas de los habitantes, que han sido destruidas a causa de la guerra y los sismos.
“Tan pronto como tuvimos el terremoto en el país, entablamos relaciones con los rebeldes, porque nosotros, los cristianos, nos dedicamos a abrir los caminos dañados y quitar los riesgos. Fue una ayuda de casi tres meses de trabajo en nuestras aldeas en una relación respetuosa y amigable. La Iglesia Católica en Siria ha demostrado su fe, y siempre ha querido ayudar a todos sin importar la afiliación religiosa”.
“Siria es una tierra fértil para el cristianismo. Es una tierra santa y santificada por Dios y sus fieles”, resalta Mons. Hanna Jallouf.
El catolicismo en Siria
Uno de los libros del Antiguo Testamento, el de Job, es situado en Siria. El libro recuerda la historia de un ganadero millonario que, a pesar de recibir varios maleficios de parte del diablo, se mantiene firme en su fe en Dios. La Iglesia Católica lo reconoce como un santo y su festividad se celebra el 10 de mayo.
También la vida y obra de San Pablo están ligadas a Siria, pues en ese país, específicamente en Damasco, fue donde tuvo lugar su conversión al cristianismo después de llevar años persiguiendo a los cristianos.
Siria tiene más de 40 santos, siendo los más reconocidos San Marón (fundador de los maronitas), San Juan Damasceno y Santa Tecla. También ocho Papas fueron sirios: Aniceto I (155-166), Juan V (685-686), Sergio I (687-701), Sisinio I (708), Constantino I (708-715) y Gregorio III (731-741).
Entre los templos católicos más importantes de Siria se encuentra la Capilla de San Ananías en la ciudad de Damasco, que data del siglo V.