Mons. Johan Bonny de Amberes (Bélgica) parece rechazar en una entrevista reciente las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre la eutanasia, al indicar, en contraste con lo que señala la Iglesia, que no cree que esta práctica sea “mala en sí misma”.
En una entrevista concedida el 28 de septiembre al periódico belga La Libre, Mons. Bonny consideró que la doctrina de la Iglesia de que la eutanasia es un mal intrínseco, es “una respuesta demasiado simple que no deja lugar al discernimiento”.
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“La filosofía me ha enseñado a nunca estar satisfecho con respuestas genéricas en blanco y negro. Todas las preguntas merecen respuestas adaptadas a la situación: un juicio moral siempre debe pronunciarse según la situación concreta, la cultura, las circunstancias, el contexto”, se recoge en el periódico como palabras de Mons. Bonny.
El Obispo continuó: “Debemos aprender a definir mejor los conceptos y distinguir mejor las situaciones”.
"Siempre nos opondremos al deseo de algunos de poner fin a una vida demasiado prematuramente, pero debemos reconocer que una petición de eutanasia de un joven de 40 años no equivale a la de una persona de 90 que se enfrenta a una enfermedad incurable", afirmó.
Según el numeral 2324 del Catecismo de la Iglesia Católica, “la eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”.
Esta enseñanza fue reafirmada en el documento de la Congregación —hoy Dicasterio— para la Doctrina de la Fe de 2020 Samaritanus Bonus, que denunció enérgicamente a la eutanasia como un “acto intrínsecamente malo, en toda ocasión y circunstancia (…), un pecado grave contra la vida humana”.
La oficina de Mons. Bonny no respondió a una consulta realizada el viernes por CNA —agencia en inglés de EWTN— para obtener más información sobre las opiniones del Obispo.
El Prelado belga ha generado controversia anteriormente al tomar acciones y expresar puntos de vista que parecen estar en desacuerdo con las doctrina eclesial, particularmente en relación con sus innumerables llamados a una mayor aceptación de las relaciones homosexuales dentro de la Iglesia.
Además, Mons. Bonny y los demás obispos flamencos de Bélgica introdujeron una bendición para parejas del mismo sexo en septiembre de 2022, a pesar de que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con la aprobación del Papa Francisco, había confirmado que la Iglesia no tiene el poder de dar bendiciones a tales uniones.
En marzo, Mons. Bonny habló como invitado distinguido ante la muy controvertida asamblea del Camino Sinodal alemán, que ha discrepado abiertamente con varios puntos con la enseñanza de la Iglesia.
Conviene precisar que el “suicidio asistido” no es lo mismo que la “eutanasia”, aunque las dos frases suelen usarse indistintamente.
Según el Código de Ética de la Asociación Médica Estadounidense, la eutanasia implica necesariamente “la administración de un agente letal por otra persona a un paciente”, lo que significa que la persona que realiza la eutanasia (por ejemplo, un médico) es directamente responsable de poner fin a la vida del paciente.
En cambio, el suicidio asistido, tal como lo define el bioético católico William May, es el acto de poner a disposición del paciente los medios para suicidarse, quien posteriormente actúa por su cuenta. En muchos casos, un médico u otro profesional de la salud son autorizados para que le receten una dosis letal que el paciente se administra a sí mismo.
Bélgica y su vecino país, los Países Bajos, han estado a la vanguardia en la oferta y expansión de la eutanasia y el suicidio asistido, y los médicos que se oponen a la práctica deben derivar los pacientes a otros profesionales.
Según la ley belga, la eutanasia está permitida cuando no se puede aliviar una “condición médicamente inútil de sufrimiento físico o mental constante e insoportable”, resultante de un trastorno grave e incurable causado por una enfermedad o un accidente.
La eutanasia de adultos fue legalizada en Bélgica en 2002 y la de niños, en 2014. La legislación permite que menores de cualquier edad con enfermedades terminales soliciten la eutanasia, aunque se requiere el consentimiento de los padres, así como el acuerdo de médicos y psiquiatras. En 2016 y 2017, tres menores se acogieron al procedimiento y fueron sometidos a la eutanasia, según un informe del gobierno, aunque otro informe posterior afirma que ningún menor se sirvió de la ley de eutanasia del país en 2020 o 2021.
En 2022, las muertes declaradas por eutanasia equivalieron al 2,5% —casi tres mil—, de todos los fallecimientos en Bélgica, según el mismo informe.
En lugar del suicidio asistido o la eutanasia, la Iglesia Católica apoya los cuidados paliativos, que suponen acompañar a los pacientes hasta el final de sus vidas con métodos como el manejo del dolor, sin hacer nada para acelerar el proceso de la muerte.
La enseñanza católica señala que los pacientes y los médicos no están obligados a hacer todo lo posible para evitar la muerte —lo que se conoce como “encarnizamiento terapéutico”—, sino que si una vida ha llegado a su conclusión natural y la intervención médica no sería beneficiosa, la decisión de “renunciar a medios extraordinarios o desproporcionados” para mantener viva a una persona moribunda no es eutanasia, como señaló San Juan Pablo II en la carta encíclica Evangelium vitae.
El Papa Francisco ha condenado la eutanasia durante todo su papado, la más reciente en septiembre de este año, incluso refiriéndose a ella como “un pecado contra Dios”. También se ha mostrado firme en la necesidad de proporcionar cuidados paliativos a los más enfermos y moribundos.
En Estados Unidos, siete estados y el distrito de Columbia permiten el suicidio asistido, en el que el médico proporciona al paciente un medio para suicidarse. La eutanasia, por otro lado, sigue prohibida en todo el país. Por el contrario, Canadá legalizó esta práctica en 2016.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.