Un grupo de monjas del Instituto Secular de las Hermanas de Schoenstatt caminó 75 kilómetros, desde Caçapava hasta el Santuario Nacional de Nuestra Señora Aparecida, en el estado brasileño de Sao Paulo, con el objetivo principal de rezar por las vocaciones.
La caminata, que comenzó el miércoles 4 de octubre y finalizó el viernes 6, estuvo inspirada en el lema del Año Vocacional de la Iglesia en Brasil: “¡Corazones ardientes, pies en camino!”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
“Es muy hermoso poder escuchar testimonios de este acontecimiento [la peregrinación al Santuario de Aparecida], pero poder hacerlo es gratificante”, compartió con ACI Digital —agencia en portugués del Grupo ACI— Sor M. Carmem Zenovello.
Según explicó, en la peregrinación participaron tres grupos: el primero, llamado “Pies en camino”, estuvo integrado por las hermanas que recorrieron los 75 kilómetros; el segundo, “Grupo alianza”, formado por las monjas que se sumaron el último día de la caminata; y el tercero, “Corazones ardientes”, integrado por religiosas mayores, que permaneció rezando por ellas y se dirigió el viernes en bus al santuario para recibir a los peregrinos.
El primer día de caminata, las hermanas fueron de Caçapava a Tremembé. El segundo llegaron a Moreira César, en el distrito de Pindamonhangaba. Y el tercero caminaron hasta el santuario mariano.
Sor M. Cândida Dias afirmó que los recorridos “fueron intensos, ya que todo el día estuvo impregnado de espiritualidad”. Comenzaban la jornada con la Misa, luego seguía el desayuno y de ahí salían a continuar con la peregrinación.
Por su parte, Sor M. Carmem Zenovello explicó que se tenían “tres temas para meditar: la expiación, la súplica y la gratitud”.
Al frente del grupo se portaba una cruz con los nombres de todas las religiosas. “Y en esa cruz se colocaron nuestros propósitos, renuncias y sacrificios”, relató la Hna. Carmem.
El viaje también estuvo marcado por algunos desafíos. “Confieso que no fue fácil, porque tuvimos lluvia y sol, pero no tuve ninguna queja”, compartió sor Cândida, y narró que el primer día tuvieron que cruzar una marisma y fue necesario “tener mucho cuidado para no caer al barro”. “Pero logramos superar este obstáculo sin problemas”, expresó.
Sor Cândida afirmó que todas recorrieron la ruta sin quejas y siempre “sonriendo”. Para Sor Carmem, todas las monjas siguieron “con espíritu de peregrinación”.
“Atravesando el barro y ensuciándonos, el dolor y el cansancio en nuestro cuerpo fueron superados cuando miramos hacia adelante y vimos nuestro gran objetivo”, aseguró.
“Cualquiera que haya experimentado lo que es la Divina Providencia, un Dios que es Padre y acompaña a sus hijos en cada momento, puede comprender que incluso bajo la lluvia o el sol abrasador, muchas veces la brisa que nos refresca, las personas que nos proveen de alimento, las estancias de noches, todo esto fue simplemente recordar a Jesús en el camino de la cruz cuando encontró a su Santísima Madre, cuando Verónica le secó el rostro…”, expresó Sor Carmem.
En el último día de la caminata, las hermanas también superaron las dificultades al divisar el Santuario de Aparecida. “Fue una experiencia única saber que estábamos cada vez más cerca de cumplir el deseo que teníamos de caminar como comunidad hacia el Santuario de Madre Aparecida”, afirmó Sor Cândida.
En el Santuario, las hermanas de Schoenstatt participaron en la Misa y rezaron ante la imagen de Nuestra Señora. “Al llegar ante una imagen tan diminuta de la Madre Aparecida, fue como experimentar que la Madre recibe a sus hijas sin palabras. Sólo la mirada mutua dice todo lo que un corazón lleno de alegría puede ofrecer”, afirmó Sor Carmem.
“Allí pudimos tener un momento tan hermoso de gratitud, de súplica, pidiendo a Nuestra Señora Aparecida que nos envíe las vocaciones necesarias para cumplir nuestra misión”, añadió Sor Cândida.
Para ella, “su corazón rebosante de alegría” al llegar al Santuario le demostró que “los sacrificios y desafíos” que enfrentó “valieron la pena”. “Personalmente sólo puedo estar agradecida, porque fue un momento especial, único en mi vida. Nunca olvidaré eso. Si volviera a hacer esta caminata, definitivamente lo haría con mucha alegría”, concluyó.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI Digital.