En la mañana de este sábado 7 de octubre, el Papa Francisco recibió en audiencia en el Vaticano a los miembros de la Cofradía española de la Virgen de Monserrat, en ocasión de los 800 años de su fundación.
El Santo Padre les dio la bienvenida y destacó que hoy se celebra a “Nuestra Señora del Rosario” y remarcó que “celebrar a María es celebrar la cercanía y la ternura de Dios que se encuentra con su pueblo, que no nos deja solos, que nos ha dado una Madre que nos cuida y acompaña”.
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A continuación, posó su mirada sobre la Virgen de Monserrat, conocida popularmente como “la Moreneta”, que tiene al Niño en su regazo “y en su mano derecha sostiene una esfera que simboliza el universo, es la ‘Reina y Señora de todo lo creado’”, puntualizó el Pontífice.
Recordó también que “la devoción mariana es muy significativa en las manifestaciones de piedad del santo pueblo fiel de Dios” e invitó a reflexionar sobre “estos 800 años de presencia en Montserrat, ¡cuántos fieles visitando su santuario, desgranando las cuentas del rosario y pidiendo con humildad y sencillez a la Moreneta su intercesión por ellos y por sus seres queridos! ¡Cuántas manifestaciones de cariño filial, de súplicas y acciones de gracias!”.
“Y podemos imaginar a María diciendo en lo íntimo del corazón a cada uno de sus hijos, con serenidad y dulzura, como en Caná de Galilea: ‘Hagan lo que Jesús les diga’ (cf. Jn 2,5)”.
En este sentido, el Santo Padre afirmó que “la fuerza evangelizadora de la piedad popular crea condiciones favorables para que los lazos de amistad y fraternidad entre los pueblos crezcan y se fortalezcan”.
Asimismo, subrayó que “la devoción mariana tiene un lugar privilegiado” ya que “María es abogada y ‘facilitadora’ en los conflictos y los problemas”.
“Ella nos ayuda a ‘desatar los nudos’ que se hayan hecho en nosotros y entre nosotros. María también allana el camino de la amistad entre los pueblos, invitándonos a volver nuestra mirada al origen y la meta de nuestra existencia: Jesucristo, y nos anima a seguir su ejemplo, recorriendo las sendas de la paz, la amabilidad, la escucha y el diálogo paciente y confiado”.
También destacó que “María es abogada” y también “facilitadora”. “Para ella —continuó— no hay descarte, es la Madre de los descartados, de los que nosotros descartamos porque va allí a buscarlos”.
“No conoce la actitud de descartar a nadie. Y como es Madre, sabe escuchar tantas cosas, tantas peticiones, incluso cuando nacen de un corazón doble, de un corazón que no es coherente consigo mismo, un corazón injusto que hace daño. Escucha, escucha al hijo criminal también”, resaltó.
Más tarde, el Papa Francisco señaló que la Virgen de Monserrat “nos invita a vivir esa fraternidad universal, sin fronteras, sin exclusiones, que disipa las sombras de un entorno cerrado”.
Según el Pontífice, María desea “un mundo nuevo”, donde todos “seamos hermanos, donde haya lugar para cada descartado de nuestras sociedades, donde resplandezca la justicia y la paz”.
“Qué hermoso es reflexionar sobre estos temas y poder experimentar juntos la alegría de anunciar a Cristo de la mano de María, Madre del Evangelio viviente y Estrella de la nueva evangelización”, asintió el Santo Padre.
Por último, el Papa Francisco animó a los presentes a “seguir adelante en esta misión, que es don y tarea”.