Mientras el Sínodo de la Sinodalidad comienza en Roma en medio de numerosas preguntas abiertas, esta semana se proporcionó una respuesta clave con la publicación de las reglas que deberán respetar los aproximadamente 450 participantes en Roma.
El reglamento de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos fue publicado el miércoles por la tarde, al concluir la primera jornada de trabajo, por el Cardenal Mario Grech, organizador de la reunión sinodal.
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Sí a la confidencialidad, no al secreto pontificio, durante el Sínodo
Las regulaciones carecen del a menudo temido “secreto pontificio”. Sin embargo, su pedido de privacidad y confidencialidad es posiblemente más estricto que cualquier secreto pontificio. En reglas anteriores —conocidas como Ordines Synodi— se invocaba el secreto pontificio respecto del discurso y los puntos de vista de los demás, pero no del propio. La normativa vigente destaca que “cada uno de los participantes está obligado a mantener la privacidad y confidencialidad tanto con respecto a sus propias intervenciones como con respecto a las intervenciones de los demás participantes”. Además, este “deber sigue vigente incluso una vez finalizada la Asamblea sinodal”.
La presentación del reglamento tuvo lugar la tarde del 4 de octubre, junto con los discursos introductorios del Papa Francisco, el Cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, el Cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo, y Su Beatitud Sidrak, líder de la Iglesia Católica Copta. Si bien los materiales del retiro espiritual se compartieron con los periodistas con mucha antelación, los discursos de apertura sólo se distribuyeron después de su entrega, a pesar de ser transmitidos en vivo.
Se sentó un precedente con el Papa Francisco, que habló de forma extemporánea, dirigiéndose directamente a los periodistas. Hizo hincapié en que prestar atención al Espíritu Santo requiere “un cierto ayuno de la opinión pública”, intentando disipar la noción de que los obispos albergan miedo al expresar sus pensamientos. En cambio, el Papa Francisco instó a los periodistas a reconocer que “la prioridad” es “la escucha”.
Esto resalta una ansiedad latente sobre una agenda orquestada por los medios de comunicación, o al menos, influencias externas, que a menudo enmascaran una vulnerabilidad en las discusiones y dudas en torno a la novedosa metodología del Sínodo.
El Sínodo de la Sinodalidad 2023 tendrá un informe resumido, no un documento final
A diferencia de Sínodos anteriores, no está previsto ningún documento final; el reglamento estipula un informe resumido que condensa los puntos clave de discusión. Los círculos menores votarán sobre sus informes, buscando una mayoría absoluta, mientras que el informe resumido requiere un consenso de dos tercios de la asamblea en pleno. El proceso, si el informe final no logra obtener el consenso necesario para su publicación, sigue siendo ambiguo.
La metodología innovadora del Sínodo: Mesas redondas
Este innovador diseño sinodal, con mesas redondas de 11 personas, tiene como objetivo fomentar el diálogo bajo la premisa de la igualdad ante Dios, con temas predeterminados y cuestionarios para orientar las discusiones y expertos para reforzar los argumentos.
La sinodalidad como método ocupa un lugar central, aunque con resultados potenciales poco claros. El enfoque del Papa Francisco, de mantener todas las puertas entreabiertas sin cierres prejuiciosos, plantea sus propios desafíos. El método podría revelar resultados imprevistos e impredecibles.
Esta imprevisibilidad tiñe también de aprensión el proceso sinodal. A principios de enero, respondiendo a las preocupaciones de los obispos, los Cardenales Grech y Hollerich escribieron una carta a los obispos de todo el mundo, afirmando el papel fundamental de los prelados.
El Cardenal Grech intentó moderar el celo por el cambio al inicio del Sínodo. En esta coyuntura histórica, articuló que la Iglesia está llamada a encarnar y transmitir el amor de Dios por toda la humanidad, trascendiendo los dilemas teológicos o eclesiológicos.
En un intento por desviar las anticipaciones establecidas por varios grupos de presión, tanto internos como externos a la Iglesia, el Cardenal Hollerich se centró en la metodología y afirmó: “Estamos llamados a entender la gramática de la sinodalidad. Así como la gramática de nuestros idiomas cambia mientras se desarrollan, así lo hace la gramática de la sinodalidad: cambia con el tiempo. Entonces, leer los signos de nuestro tiempo nos debería ayudar a descubrir una gramática de la sinodalidad para nuestro tiempo”. Y en gramática, continuó, “hay algunas reglas básicas que nunca cambian”.
El Sínodo no es un parlamento, pero ¿qué pasa con las votaciones?
Durante la Misa de apertura el 4 de octubre y en muchas otras ocasiones, el Papa Francisco ha reiterado que el Sínodo no es un parlamento; las decisiones no se emitirán mediante votación; en cambio, hay un discurso divino al que prestar atención.
En esencia, existe una preocupación papal constatable de que la opinión pública pueda eclipsar el proceso sinodal, y que la información difundida pueda influir en las intervenciones de los padres sinodales, poniendo así en peligro el proceso de discernimiento.
Temas y agendas “candentes” del Sínodo
El Romano Pontífice recordó el Sínodo de la Familia, donde la opinión pública, moldeada por preocupaciones mundanas, clamó por la comunión para los divorciados. Señaló que el Sínodo de la Amazonía enfrentó presiones similares con respecto a la ordenación de hombres casados, viri probati. Ahora, mientras surgen las especulaciones en torno a “¿qué harán?”, “tal vez el sacerdocio para las mujeres”, las conjeturas de círculos externos retratan a los obispos como vacilantes a la hora de compartir los acontecimientos que se están desarrollando.
El retiro espiritual para los participantes del Sínodo —celebrado del 1 al 4 de octubre— comenzó con una meditación del P. Timothy Radcliffe, quien reflexionó: “En el transcurso de nuestro viaje sinodal quizá nos preguntemos si estamos concluyendo algo. Los medios de comunicación probablemente decidirán que ha sido una pérdida de tiempo, sólo palabras. Mirarán a ver si se toman decisiones audaces sobre cuatro o cinco temas candentes”.
Estos temores se hicieron eco de los que prevalecieron durante y después del Concilio Vaticano II. Benedicto XVI, conversando con obispos suizos el 9 de noviembre de 2007, recordó: “Cuando visité Alemania en los años 1980 y 1990, me pidieron entrevistas y, como era de esperar, las preguntas eran sobre la ordenación de las mujeres, la anticoncepción, el aborto y otros temas recurrentes”.
El difunto Pontífice añadió: “Participar en estas discusiones retrata a la Iglesia como una mera entidad moralista con convicciones anticuadas, que oscurece la verdadera magnificencia de la fe”.
Los organizadores del Sínodo de hoy luchan por lograr el equilibrio entre las diversas agendas que se cruzan en la reunión. El Cardenal Hollerich, visualizando el futuro, señala una “hoja de ruta” para el próximo año, delineando áreas de consenso y aquellas que requieren una reflexión más profunda, para responder al llamado del Espíritu Santo. Sin embargo, la hoja de ruta también reconoce la necesidad de una mayor contemplación a lo largo de este viaje reflexivo.
Los dubia sobre el Sínodo y qué esperar
El Papa Francisco volvió a reiterar en este contexto: “El Sínodo no es un parlamento”. No obstante, lo ideal es que esta reunión sinodal se vincule con la respuesta a los dubia de cinco cardenales ofrecida por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, respaldadas por el Santo Padre. Ante las consultas sobre posibles alteraciones doctrinales, reinterpretaciones y disciplina sacramental para los divorciados vueltos a casar, el Dicasterio se abstuvo de un simple “sí” o “no”. Más bien, buscó brindar respuestas razonadas e integrales a análisis situacionales específicos.
Puede haber preocupación por el debate público y el marco mediático, pero esa preocupación también apunta a otras agendas. El Cardenal Fernández enfatizó que “si reinterpretar implica una mejor comprensión, entonces es el llamado de la Iglesia”. Sin embargo, sigue siendo un punto polémico precisamente cómo se plantea la cuestión de adjudicar una “mejor” interpretación, más allá de simplemente alterar las reglas gramaticales inmutables según el Cardenal Hollerich.
Por ahora, bien puede ser que no sea la doctrina de la Iglesia lo que se esté examinando, sino principalmente su percepción.
El Cardenal Zen y sus preocupaciones sobre el Sínodo
Este sentimiento es ampliamente compartido, hasta el punto de que el Cardenal Joseph Zen, Obispo Emérito de Hong Kong, envió una extensa carta expresando sus preocupaciones y alegando que los organizadores eran expertos en “el arte de la manipulación”.
El Cardenal Zen critica la metodología del Sínodo y destaca que iniciar con los círculos menores plantea desafíos, ya que en la asamblea general es donde surgen controversias cruciales que requieren resolución. El Sínodo de la Sinodalidad no debe evitar discusiones honestas e intensas, escribió el cardenal, ya que el diálogo abierto y robusto —como ocurrió durante el Vaticano II— es necesario para que el Espíritu Santo obre realmente en el encuentro.
En última instancia, los últimos dubia y la carta del Cardenal Zen se convierten en parte de la vida misma del Sínodo. Bajo el Papa Francisco, la reunión pasó de ser un evento único a un proceso continuo. Ahora, el desafío es que los obispos decidan si deben discutir sus ideas abiertamente en la sala de reuniones. Algunos lo harán libremente, dando un atisbo de luz a un proceso oscuro. Otros preferirán mantener absoluta confidencialidad, lo que imposibilitará comprender el estado de ánimo de la asamblea sinodal.
De hecho, la comunicación desempeña su propio papel particular en el Sínodo. Aunque existe una regla para mantener la confidencialidad, esto podría resultar contraproducente para la Secretaría General del Sínodo. El Sínodo trata de debates privados, no secretos: es una reunión para todos, durante la cual el Papa Francisco aclarará lo que quiere que se haga.
Esta columna se publicará cada viernes durante el Sínodo.