En Jerusalén, lugar en donde estuvo San Francisco de Asís como peregrino visitando los lugares santos, se celebró a lo grande la fiesta del fundador de la Orden de los Hermanos Menores. 

De acuerdo a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (CTS), las festividades se realizaron en la Iglesia de San Salvador. Todo comenzó el martes 3 de octubre con el rezo de las primeras vísperas, que son oraciones contenidas en un libro llamado Liturgia de las horas y que rezan todos los religiosos del mundo.

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Luego de este momento de oración, las luces del templo se apagaron y se empezó a leer la crónica franciscana de cómo murió San Francisco. Y en el momento en que se mencionó que el santo pasó a la vida eterna, la iglesia nuevamente se iluminó.

La CTS indica que esa noche unos 42 franciscanos renovaron sus votos de pobreza, castidad y obediencia. 

Este año, los frailes no colocaron una estatua de su fundador al pie del altar, sino un enorme cuadro en forma de tríptico que contiene diversas imágenes de la vida del santo. En la parte central está representado el tránsito o partida al cielo de San Francisco.

La fiesta no es presidida por un franciscano, sino por un dominico

La tradición indica que San Francisco y Santo Domingo eran amigos y que ambos inculcaron a sus órdenes religiosas apoyarse mutuamente. Esta cercanía permanece hasta hoy.

Es por ello que el miércoles 4 de septiembre, con motivo de la Misa solemne en honor al santo fraile, la Eucaristía fue presidida por el sacerdote dominico P. Martin Staszak, prior del convento de San Esteban en Jerusalén.

La CTS indica que en la fiesta de Santo Domingo también se aplica el tradicional protocolo de forma inversa. Es decir, que un sacerdote franciscano es quien preside la Misa solemne por el fundador de los dominicos.

La homilía también fue pronunciada por otro dominico, el P. Anthony Giambrone, director adjunto de la Escuela Bíblica de Jerusalén. El presbítero destacó que “todo el carisma franciscano, parece, está grabado en esta secuencia de dones de gracia y de revelación del Evangelio que Dios dio a San Francisco”.

Al final de la Misa de rito latino (con Misal Romano), el P. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, agradeció la presencia de las diversas autoridades diplomáticas y religiosas, entre ellas los representantes de los católicos con ritos melquita y maronita.