El Cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, Relator general del Sínodo de la Sinodalidad, explicó por qué el diálogo de los participantes se hace en mesas redondas y no siguiendo un orden jerárquico.
“La disposición de esta aula puede parecerles inusual a muchos de ustedes. Entonces permítanme comenzar con una reflexión sobre este punto. No estamos sentados en orden jerárquico, sino en mesas redondas, que es una forma de alentar el compartir genuino y el discernimiento auténtico”, indicó el purpurado luxemburgués en su intervención este 4 de octubre ante los participantes en el Sínodo.
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El purpurado resaltó que el Aula Pablo VI, donde se han colocado mesas redondas con 12 participantes, “no está acomodada de esta forma por razones prácticas o por una decisión de la Secretaría del Sínodo, sino que refleja la experiencia del pueblo de Dios en este proceso sinodal iniciado en 2021. El orden en el que nos sentamos y el documento de trabajo son fruto de la experiencia sinodal y nos ayudan a discernir el camino por el que Dios nos pide avanzar”.
El Sínodo de la Sinodalidad fue convocado en el mes de octubre de 2021 bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. A la sesión que se desarrollará este mes de octubre en Roma están convocadas 365 personas, entre ellos obispos, religiosos, sacerdotes, diáconos y laicos. Por primera vez, quienes no son obispos —entre ellos 54 mujeres— tendrán derecho a voto.
“Las mesas redondas nos recuerdan que ninguno de nosotros es una estrella en este Sínodo. El protagonista es el Espíritu Santo. Y sólo con un corazón plenamente abierto a la guía del Espíritu podremos responder al llamado que hemos recibido como miembros del Sínodo”, continuó el cardenal.
Posteriormente resaltó que con esta disposición física “los llamados ‘progresistas’ no pueden mirar a Cristo sin ver a los llamados ‘conservadores’ con Él, y viceversa. Sin embargo, lo importante no es a qué grupo parecemos pertenecer, sino caminar con Cristo en su Iglesia”.
“La gramática de la sinodalidad”
El purpurado indicó asimismo que en el Sínodo “no hemos comenzado de la nada. Tenemos una rica tradición teológica sobre la sinodalidad y tenemos el magisterio de muchos Papas, y ahora la profunda enseñanza del Papa Francisco. Estamos llamados a entender la gramática de la sinodalidad. Así como la gramática de nuestros idiomas cambia mientras se desarrollan, así lo hace la gramática de la sinodalidad: cambia con el tiempo. Entonces, leer los signos de nuestro tiempo nos debería ayudar a descubrir una gramática de la sinodalidad para nuestro tiempo”.
En gramática, continuó, “hay algunas reglas básicas que nunca cambian. Para nosotros, estas son las reglas de la catolicidad, como la dignidad que surge del Bautismo, el papel de Pedro en la Iglesia, la colegialidad episcopal, el sacerdocio ordenado, el sacerdocio común de los fieles y su interrelación”.
“Con estos elementos fundamentales de nuestra ‘gramática católica’, tenemos que encontrar la manera de expresar las nuevas perspectivas que el Espíritu Santo nos da. Mientras trabajamos para lograr esta tarea, ¡debemos tener siempre en cuenta que el Sínodo no es un parlamento!”.
El método del Sínodo
“Una de las fortalezas del método de conversación en el Espíritu es que da la posibilidad de que se exprese el punto de vista de todos, permitiendo las coincidencias sin negar las diferencias, pero sobre todo desalentando la polarización y la polémica. Sin este marco, el significado del consenso alcanzado también cambia”, prosiguió el Relator general.
Por ejemplo, indicó, “al final de cada módulo, luego del trabajo en grupos y la discusión en plenario, a cada uno de los círculos menores se le pedirá un reporte del trabajo realizado, expresando en qué hay acuerdo, pero también las diferencia sobre preguntas en los que se prosigue la reflexión”.
“En este reporte, al grupo se le pedirá que exprese un consenso, que es el primer y principal reconocimiento de que fielmente representa el trabajo realizado juntos, con el respeto por cada persona que la escucha profunda enmarcada en este método requiere y que al mismo tiempo alienta”.
El Cardenal Hollerich expresó asimismo una “profunda esperanza” que alberga: “que durante este mes de trabajo podamos desarrollar una hoja de ruta para el siguiente año, que luego confiaremos al Santo Padre”.
“Idealmente, esta hoja de ruta debería indicar dónde sentimos que se ha alcanzado un consenso entre nosotros y sobre todo dentro del Pueblo de Dios, estableciendo posibles pasos a seguir como respuesta a la voz del Espíritu. Pero también debería decir dónde se necesita una reflexión más profunda y qué podría ayudar a ese proceso de reflexión”, concluyó el Relator general del Sínodo de la Sinodalidad.