El Papa Francisco explicó que para lograr la paz en el Mediterráneo es necesario “volver a dar esperanza a nuestras sociedades europeas, especialmente a las nuevas generaciones” y reiteró que Europa “necesita volver a encontrar pasión y entusiasmo”.
Lo hizo durante su catequesis en la Audiencia General de este miércoles 27 de septiembre, en la que reflexionó sobre su viaje apostólico a Marsella, donde estuvo desde el viernes 22 hasta el sábado 23 de septiembre.
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Para el Pontífice, el “desafío” es que “el Mediterráneo recupere su vocación de ser laboratorio de civilización y de paz”.
“El Mediterráneo es cuna de civilización y una cuna es para la vida. No es tolerable que se convierta en tumba, y tampoco en lugar de conflicto”, reiteró. Aseguró, asimismo, que “el Mar Mediterráneo es lo más opuesto que hay al enfrentamiento entre civilizaciones, a la guerra, a la trata de seres humanos”.
El Pontífice aclaró que “sus aguas custodian tesoros de vida, sus olas y sus vientos llevan embarcaciones de todo tipo. En resumen: es lugar de encuentro y no de enfrentamiento, de vida y no de muerte”.
Afirmó, además, que esto “no sucede por arte de magia y no se logra de una vez por todas”, sino que es el “fruto de un camino en el que toda generación está llamada a recorrer un tramo, leyendo los signos de los tiempos en los que vive”.
De los Encuentros Mediterráneos, el Santo Padre explicó que “ha salido una mirada al Mediterráneo que definiría simplemente como humana, no ideológica, no estratégica, no políticamente correcta ni instrumental, no, humana, es decir capaz de referirlo todo al valor primario de la persona humana y de su inviolable dignidad”.
“Y al mismo tiempo —continuó— salió una mirada de esperanza. Esto siempre es sorprendente: cuando escuchas testimonios que han atravesado situaciones inhumanas o que las han compartido, y precisamente de ellos recibes una ‘profesión de esperanza’. Y también una mirada de fraternidad”, aclaró.
Según el Papa Francisco, esta esperanza y fraternidad deben "organizarse, concretizarse en acciones a largo, mediano y corto plazo. Para que las personas, en plena dignidad, puedan elegir emigrar o no emigrar. El Mediterráneo debe ser un mensaje de esperanza”, insistió.
Para lograrlo, el Santo Padre aseguró que es necesario “volver a dar esperanza a nuestras sociedades europeas, especialmente a las nuevas generaciones”.
“Europa necesita volver a encontrar pasión y entusiasmo, y en Marsella puedo decir que los he encontrado”, señaló a continuación.
Por último, el Papa Francisco pidió que la Virgen guíe “el camino de los pueblos del Mediterráneo, para que esta región se convierta en lo que desde siempre ha estado llamada a ser: un mosaico de civilización y de esperanza.