En el rezo del Ángelus de este domingo 24 de septiembre, el Papa Francisco recordó que “Dios nos busca siempre” sin hacer una “examen para valorar nuestros méritos”, sino con un “amor incondicional y gratuito”.
El Santo Padre reflexionó ante los fieles que le escuchaban desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano acerca del Evangelio del día, donde “el propietario de una viña sale desde las primeras horas del alba hasta la noche para llamar a algunos jornaleros, pero, al final, paga a todos del mismo modo, incluso a los que han trabajado solamente una hora (cf. Mt 20,1-16)”.
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El Pontífice explicó que en esta parábola, “los trabajadores no son solamente los hombres, sino Dios, que sale siempre, sin cansarse, todo el día”.
“Así es Dios: no espera nuestros esfuerzos para venir a nosotros, no nos hace un examen para valorar nuestros méritos antes de buscarnos, no se rinde si tardamos en responderle; al contrario, Él a menudo ha tomado la iniciativa y en Jesús ‘ha salido’ hacia nosotros, para manifestarnos su amor”, destacó.
El Papa Francisco reiteró que “Él nos busca y nos espera siempre” y recalcó que “la justicia de Dios” es una “justicia superior”.
“La justicia humana —señaló el Santo Padre—, dicta dar a cada uno lo suyo, según lo que merece, mientras que la justicia de Dios no mide el amor en la balanza de nuestros rendimientos, de nuestras prestaciones y de nuestros fallos: Dios nos ama y basta, nos ama porque somos hijos, y lo hace con un amor incondicional y gratuito”.
En esta línea, subrayó que a veces corremos el riesgo de tener una relación “mercantil” con Dios, “centrándonos más en nuestras propias bondades que en la generosidad de su gracia”.
“A veces también como Iglesia, en vez de salir a cada hora del día y tender los brazos a todos, podemos sentirnos los primeros de la clase, juzgando a los demás lejanos, sin pensar que Dios los ama también a ellos con el mismo amor que tiene para nosotros”.
El Santo Padre recordó que “en nuestras relaciones, que son el tejido de la sociedad, la justicia que practicamos a veces no es capaz de salir de la jaula del cálculo y nos limitamos a dar según lo que recibimos, sin atrevernos a más, sin apostar por la eficacia del bien hecho gratuitamente y del amor ofrecido con amplitud de corazón”.
Por ello, invitó a los fieles a preguntarse: “¿Sé salir hacia los demás? Y, ¿soy generoso hacia todos, sé dar ese ‘más’ de comprensión y perdón, como Jesús me enseña?”.