Al participar junto al Papa Francisco en la sesión final de los “Encuentros del Mediterráneo” en Marsella (Francia), Mons. Arjan Dodaj, Arzobispo de Tiranë-Durrës (Albania), compartió su testimonio de “migrante” y cómo durante su infancia “la dictadura comunista” canceló a Dios “en todos sus signos visibles”.

Sin embargo, destacó, “desde lo más profundo del Mediterráneo en tiempos de la dictadura comunista, cuando era niño (...) experimenté de primera mano la aparición de la luz de la esperanza”.

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“Nací en 1977 en Albania. Diez años antes de que yo naciera, mi país se había declarado ateo por constitución y las iglesias habían sido destruidas. Sí, Dios había sido cancelado en todos sus signos visibles”, señaló.

“Por eso crecí sin ningún referente religioso. Sólo vi a mi abuela rezando el rosario frente a un establo, donde descubrí por primera vez que había una iglesia. Incluso el abuelo siempre oraba en secreto. Mi infancia se caracterizó por tanta pobreza, miseria e ideología”, recordó.

Al mismo tiempo, señaló, las familias albanesas vivían con “el temor de ser arrestadas y llevadas a campos de concentración o prisiones del régimen. Mi tío, el hermano de mamá, fue arrestado. Toda Albania era como un campo de concentración al aire libre”.

Tras la caída del comunismo en Albania, al inicio de la década de 1990, Mons. Dodaj, con solo 16 años, emigró a Italia.

“En mi experiencia de ‘migrante’ Dios me superó con su generosidad”, aseguró, y destacó que “a través de encuentros providenciales, me hizo redescubrir mi fe con el Bautismo”.

Eventualmente descubrió su vocación sacerdotal, y hoy agradece “al Señor y a Nuestra Señora su presencia y su apoyo en todas las circunstancias de mi vida, que ellos siempre, y también ahora como obispo, me siguen brindando: ¡María es siempre Stella Maris!”.

Sin embargo, continuó, “aún hoy en el Mediterráneo hay muchas personas que viven en situaciones difíciles. También hay muchas distancias: las que enfrentan nuestros hermanos migrantes, las que marcan las experiencias de nuestros pueblos desde el punto de vista social y económico”.

El Arzobispo resaltó que “los migrantes traen consigo no sólo muchas pruebas, sufrimientos y violencias sufridas, sino que, sobre todo, son portadores de la gran esperanza que guardan en sus corazones, ¡que les da el valor de afrontar tantos sacrificios y barreras!”.

Frente a esto, y de su participación en los “Encuentros del Mediterráneo” en Marsella, destacó, “conservo la certeza de que una mirada positiva, gozosa y esperanzadora de la realidad nos hace testigos creíbles del estilo de Dios: cercanía fraterna, compasión humana y ternura profética”.

Los “Encuentros del Mediterráneo” son una iniciativa de la Arquidiócesis de Marsella, que comenzó el 18 de septiembre y se extenderá hasta el 24, y que reúne a unos sesenta obispos y unos sesenta jóvenes de diócesis africanas, europeas y asiáticas, a cuyas orillas llega el Mar Mediterráneo. El evento apunta a trabajar por “nuevos caminos de paz y de reconciliación” en la región.