El Papa Francisco visita a las Misioneras de la Caridad y a personas sin hogar en Marsella

En la mañana de este sábado 23 de septiembre, segundo día de su Viaje Apostólico en Marsella, el Papa Francisco visitó la Casa de las Misioneras de la Caridad donde se reunió en privado con alrededor de 50 personas sin hogar y en dificultad económica. 

A primera hora de la mañana, el Santo Padre se trasladó al Arzobispado de Marsella, donde saludó al vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas. 

Posteriormente, se reunió con algunas personas pertenecientes a diversas organizaciones comprometidas en la asistencia y el rescate de migrantes en el Mediterráneo.

Más tarde, tras abandonar el Arzobispado, el Papa Francisco fue en coche a la Casa de las Misioneras de la Caridad en Saint Mauront, un barrio en la periferia donde se reunió en privado con algunas personas en situación precaria. 

Entre los presentes, había varias personas de Albania, Armenia y Colombia, aunque todos viven en los alrededores de Saint Mauront, y también algunos voluntarios. 

Entre las personas en dificultad se encontraba Yannick Soler, de 52 años y de Marsella. La mujer agradeció el acogimiento y la ayuda que le ofrecen las Misioneras de la Caridad:“Yo conocí este lugar porque en algún momento estuve en la calle, vine a comer aquí, luego fui voluntaria, preparé comida”,  relató.

El Papa Francisco hizo entrega a las religiosas una imagen de San José que sostiene con su mano izquierda al Niño Jesús, Salvator Mundi (Salvador del Mundo), mientras que en la derecha tiene un bastón en el que, de acuerdo a textos conocidos como apócrifos, florecieron milagrosamente lirios.

La estatua evoca la humildad de San José, que inclina ligeramente la cabeza en señal de respeto por su Hijo.

Cabe destacar que el Papa Francisco siente una profunda devoción por San José. Tras su elección a la Sede de Pedro el  13 de marzo de 2013, eligió celebrar la inauguración de su ministerio petrino en la  Solemnidad de San José, a quien puso como ejemplo de alguien capaz de “caminar en la  oscuridad”, experto “en escuchar la voz de Dios”  y de “avanzar en silencio”.

Al finalizar este breve encuentro, el Santo Padre se dirigió al Palacio del Faro para asistir a la sesión de clausura de los Encuentros Mediterráneos.