El Papa Francisco ha dirigido un mensaje, difundido este viernes 22 de septiembre, a los participantes en el Simposio Ecuménico en la Abadía de Pannonhalma (Hungría), a quienes recordó el anhelo de paz de San Benito, abad y patrono de Europa.
En su misiva, el Santo Padre puntualiza que esta reunión se celebra “mientras, por desgracia, la humanidad globalizada está herida y amenazada por una guerra mundial a pedazos, que, aunque se libra directamente en algunas regiones del planeta, tiene consecuencias que dañan la vida de todos, especialmente de los más pobres”.
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Más tarde subrayó que quien quiera convertirse en mensajero de paz, debe hacerlo “con sus palabras y acciones”. Aseguró asimismo que “la convivencia humana, con la gracia de Dios, puede superar los peligros de las disputas y la discordia”.
El Santo Padre centró su mirada en la visión de paz de San Benito y afirmó que ésta no es utópica, “sino que señala un camino que la amistad de Dios con la humanidad ya ha trazado y que, sin embargo, cada individuo y la comunidad deben recorrer paso a paso.
Reiteró que “la discordia no debe convertirse en un estado permanente” y recordó las palabras del patrono de Europa: “En caso de disputa con un hermano, establece la paz antes de la puesta del sol” (Regla, 4,73).
“Antes de la puesta del sol: esta es la medida de la prontitud del deseo de paz. Ciertamente, Benito advierte contra 'un falso saludo de paz' (ibid., 4,25), precipitado y poco sincero, pero la búsqueda de la paz en la justicia no admite demora, debe proseguirse sin vacilaciones”, señaló.
A continuación, el Pontífice pidió a los participantes en el Congreso que se mantengan “en el camino de paz” y sean “mensajeros y servidores de la paz allí donde vivimos y trabajamos”.
Además, les invitó a orar por la paz, especialmente en este momento en el que la guerra en Ucrania “nos llama dramáticamente a abrir los ojos y el corazón a los numerosos pueblos que sufren a causa de la guerra”.
Recordó también las palabras del Concilio Vaticano II: “Todo acto de guerra, que tiene por objeto la destrucción indiscriminada de ciudades enteras o de vastas regiones y de sus habitantes, es un crimen contra Dios y contra la humanidad misma, y debe ser condenado con firmeza y sin vacilaciones” (Gaudium et spes, 80).
“Por intercesión de San Benito, pedimos a Dios Uno y Trino que el mundo sea liberado del flagelo de la guerra y que ‘crezca un entendimiento entre los pueblos que asegure para todos los continentes la justicia y el pan, la libertad y la paz’ (C.M. Martini, Oración por Europa)”, concluyó el Papa.