El Arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Santa Sede, expresó su deseo de que Jerusalén se convierta en una “ciudad de encuentro” de las religiones, regida por un "estatuto especial" garantizado internacionalmente.
Las declaraciones de Mons. Gallagher se dieron en el marco de las Reuniones de alto nivel de la 78a Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), que se vienen llevando a cabo en Nueva York (EEUU) del 18 al 26 de septiembre. Allí, el Secretario abordó temas de interés para la política vaticana, especialmente el conflicto entre Israel y Palestina.
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“La Santa Sede siempre ha seguido con particular atención la situación en los territorios donde hoy están presentes el Estado de Israel y el Estado de Palestina. Los intereses de la Santa Sede en esa región se centran esencialmente en dos aspectos: la existencia de los Santos Lugares del Señor Jesús, confiados por los Papas a la Custodia de los Hermanos Menores hace más de 800 años; y sobre todo la presencia ininterrumpida y constante de la comunidad cristiana desde hace 2000 años”, afirmó el Secretario en su intervención.
El Vaticano “está firmemente convencido” de que la paz entre ambos países es posible, e incluso necesaria para el beneficio de la región y de toda la comunidad internacional. En ese sentido, el Arzobispo valoró todas las iniciativas que se lleven adelante para conseguir una paz duradera, incluso la Iniciativa de Paz Árabe, “siempre que no vaya en detrimento de las poblaciones locales, ni de las legítimas exigencias de israelíes y palestinos”, señaló.
La Iniciativa de Paz Árabe es una resolución que data de 2022, impulsada por el entonces Príncipe Abdullah, Heredero de la Corona de Arabia Saudita, que planteó cinco puntos para poner fin al conflicto árabe-israelí.
La resolución exhortaba a Israel a retirarse de su actual territorio a las líneas previas a 1967 y el establecimiento de un Estado palestino que incluyera todo el territorio de la Ribera Occidental y Gaza, con Jerusalén Oriental como la capital. Los países árabes, por su parte, darían por concluido el conflicto árabe-israelí, firmarían un acuerdo de paz con Israel y establecerían relaciones normales con el Estado israelita.
Mons. Gallagher reconoció la difícil situación que atraviesa el pueblo palestino, cada vez más debilitado “por problemas de gobernanza interna” y “por la actitud cada vez más dura y militarmente invasiva del Estado de Israel”.
El Secretario también lamentó que, 30 años después de la firma de los Acuerdos de Oslo (1993), “que dejaban entrever cómo sería la solución de dos Estados para los dos pueblos”, las hostilidades se mantengan vigentes.
El Arzobispo británico también se refirió a la administración política de Jerusalén como “un punto central de controversia, que debe abordarse para lograr una paz estable y duradera”. Y explicó que, al ser Jerusalén una ciudad de inmensa relevancia para las tres principales religiones monoteístas, la Santa Sede lo considera “no como un lugar de confrontación y división, sino como un lugar de encuentro en el que cristianos, judíos y musulmanes pueden convivir con respeto y buena voluntad mutua”.
Asimismo, se manifestó en contra de los recientes ataques a cristianos en la ciudad por parte de algunos extremistas judíos, y solicitó a todos los gobiernos —especialmente al israelí— condenarlos y perseguirlos con la ley para evitar que se repitan.
Mons. Gallagher pidió asimismo que en cualquier iniciativa de paz se plantee una reflexión sobre Jerusalén, “pensándola como ciudad de encuentro, es decir, como lugar preservado por un "estatuto especial" garantizado internacionalmente.
Indicó, además, que la Santa Sede viene muchos años “promoviendo la idea de un estatuto especial”, porque considera que quien dirija y administre la Ciudad de Jerusalén debe hacerlo siempre apegado a la legislación internacional y preservando principios como “la igualdad de derechos y deberes de los fieles de las tres religiones monoteístas (cristianos, judíos y musulmanes), la garantía absoluta de la libertad religiosa, de acceso a los Santos Lugares y de culto en ellos”.
Por último, recordó que el Papa Francisco “ha pedido en repetidas ocasiones a israelíes y palestinos que entablen un diálogo directo”, que abarque todas las aristas del conflicto, incluso aquellas que parecen no tener una solución clara.
“Hace casi 10 años, el 8 de junio de 2014, el entonces presidente israelí Shimon Peres y el presidente palestino Mahmoud Abbas se reunieron en el Vaticano para rezar juntos por la paz y —junto con el Papa Francisco— plantaron un olivo en los jardines vaticanos. Después de ese encuentro, me parece que no ha habido más reuniones similares de alto nivel. Sin embargo, seguimos regando ese olivo, a la espera de que los presidentes de ambos Estados, acompañados de sus gobiernos, vengan de nuevo a recoger los frutos de la paz”, concluyó el Secretario.