El Obispo de San Francisco (Argentina), Mons. Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió con los fieles una carta pastoral con reflexiones sobre la actualidad del país.

“Hoy quiero hablarles de nuestra querida y sufrida Argentina”, expresó el Prelado en el comienzo de su mensaje. 

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Luego, sirviéndose de la Palabra de Dios, animó a los fieles a “pensar juntos cómo vivir las bienaventuranzas del Evangelio en el contexto de los actuales procesos sociales y políticos que vive nuestro país”.

Las bienaventuranzas, señaló Mons. Buenanueva, “dibujan el rostro de Jesús”, y añadió: “También de todos aquellos hombres y mujeres que han encontrado en el Señor la luz de la vida”. 

Como ejemplo, enumeró al Santo Cura Brochero, el Beato Ceferino Namuncurá, la Beata Mama Antula, las beatas cordobesas Tránsito y Catalina, Fray Mamerto Esquiú, Mons. Angelelli, Wenceslao Pedernera, Enrique Shaw, el Cardenal Pironio y tantos otros “santos de la puerta de al lado”, que animan al “compromiso de seguir adelante con la misión que el Señor nos ha confiado”. 

“Hoy vivimos un tiempo complejo. Hace cuarenta años recuperábamos nuestra democracia”, recordó el Obispo, que en 1983 votó por primera vez. 

Repasando estos 40 años, el Prelado consideró “lógico que, al mirar el rostro de nuestros hijos y nietos, sintamos un poco de vergüenza”. 

"Rompiendo un ciclo fatal de golpes y dictaduras, hemos podido sostener la institucionalidad de la república consagrada por nuestra Constitución Nacional. No es un logro menor", destacó. “Sin embargo, en todos estos años, y por diversos factores y responsabilidades, no hemos logrado poner en marcha un proceso virtuoso de crecimiento que mejore la vida de las personas, sobre todo, de las clases medias y de los más pobres”, lamentó.

“El deterioro social avanza, como también una dolorosa (y peligrosa) frustración. Sabemos que las cosas tienen que cambiar, pero nos pesa saber que hay demasiados intereses para que todo siga igual en una democracia más corporativa que participativa, proclive a la corrupción”, advirtió. “En buena medida, luchamos con nosotros mismos, con los vicios y picardías de nuestra cultura política”.

“Como discípulos, no tenemos alternativa al Evangelio: somos hombres y mujeres de fe y, por tanto, nos interpelan Jesús, sus bienaventuranzas y el rostro de los pobres, de los niños e incluso —como enseña el Papa Francisco— el grito de nuestra casa común”, afirmó.

El Prelado reconoció que “Argentina necesita un cambio profundo en el alma de todos nosotros”.

En esa línea,manifestó: “Necesitamos paz y perdonarnos, reconciliarnos y apostar por la amistad social. No tenemos por qué pensar lo mismo, ni tener la misma interpretación de nuestra historia, ni compartir idénticas soluciones a los problemas comunes. Basta con que nos reconozcamos semejantes, hermanos e iguales. Y que ese reconocimiento modere de verdad nuestros debates”. 

No podemos darnos el lujo de seguir apostando a la polarización, pasando de la legítima crítica de las ideas al agravio de las personas”, observó.

En el marco de “un arduo año electoral”, animó a no dejarse vencer por el enojo. “Los ciudadanos tenemos que pensar con lucidez qué decisiones tomar a la hora de elegir a quienes encomendaremos la gestión de gobierno”, aconsejó.

“La Iglesia y sus pastores no debemos decir a quién votar o a quién no. Si lo hiciéramos, aun de manera velada, estaríamos cediendo a una forma de clericalismo que suscita fastidio y un legítimo rechazo porque [resultaría] invasivo de la conciencia”, alertó. 

“Lo que sí debemos hacer es ofrecer a todos la rica enseñanza de la Doctrina Social para orientar nuestra conducta ciudadana. El voto es un acto eminentemente personal, fruto de un discernimiento cuidadoso a conciencia. En este sentido, los aliento a pensar bien nuestra opción y a acudir a votar”, expresó.

Ante las preferencias de los demás, Mons. Buenanueva alentó a “tratar de comprender qué está pasando en los sentimientos, esperanzas y decepciones de nuestros semejantes” y así poder “dar un salto de calidad en este aspecto de nuestra cultura política”.

La construcción del bien común es una tarea ardua. Lo será mucho más si no mejoramos en este sentido nuestra convivencia”, advirtió. 

Por eso, llamó a “liderazgos inspiradores, trabajo colectivo, paciencia y perseverancia”, apelando para ello a “los más hondos valores religiosos, espirituales y éticos de nuestro pueblo”.

“La Iglesia aprecia la democracia, pero no la idealiza. No deja de señalar que una ‘auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana’”, señaló el pastor de San Francisco.

En ese sentido, alentó a los fieles a “cuidar la cultura democrática del país, sobre todo, aportando los valores espirituales que la sustentan”, e incluso ejerciendo “una oposición crítica” ante las leyes que consideren injustas, y sumando el punto de vista católico en los grandes debates de la sociedad.

“Volvamos al Evangelio, releamos las bienaventuranzas, recemos por nuestra patria Argentina y dispongámonos a cuidar entre todos el clima de convivencia ciudadana. La semilla ha sido sembrada, nos toca cuidar su crecimiento”, concluyó.