La capilla del Hospital de Puerto Real, dependiente de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, ha sido objeto de una doble profanación en los últimos días, por la que ya se han convocado actos de reparación.
Según han detallado fuentes del Obispado a ACI Prensa, el Sagrario habría sido violentado al menos en dos ocasiones diferentes, tal y como atestiguan los capellanes encargados.
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En la primera ocasión uno de los sacerdotes descubrió que la puerta del Tabernáculo estaba “desencajada” y la recolocó. Si bien no había mayores desperfectos ni faltaban los vasos sagrados ni las Hostias consagradas, el presbítero detectó en una esquina “un vaso sucio con restos que parecen de café”.
En la segunda ocasión, otro capellán descubrió que “habían arrancado la cortina del Sagrario”, aunque la puerta no estaba forzada. Fue en esta ocasión cuando “se llevaron la tapa del copón y el portaviático con todas las formas”.
Tras vaciar por precaución el Sagrario, los capellanes dieron parte a la Dirección del Hospital, que remitió los hechos a las fuerzas del orden.
Está previsto que este viernes 15 de septiembre y el próximo lunes 18 se celebren en la capilla sendas Eucaristías en reparación.
Evitar el peligro de profanación
La Instrucción Redemptionis Sacramentum de la entonces Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos explica que las formas consagradas se reservan para que “los fieles que no pueden estar presentes en la Misa, especialmente los enfermos y los de avanzada edad, puedan unirse a Cristo y a su sacrificio, que se inmola en la Misa, por la Comunión sacramental”.
Esta reserva, además, permite “la práctica de tributar adoración a este gran Sacramento, con el culto de latría, que se debe a Dios”, detalla.
La Instrucción especifica que el Sagrario debe estar situado en “la parte más noble” de la iglesia y estipula que han de atenderse “todas las prescripciones de los libros litúrgicos y a las normas del derecho, especialmente para evitar el peligro de profanación”.
En este sentido se especifica que “sustraer o retener las sagradas especies con un fin sacrílego, o arrojarlas” supone un delito de especial gravedad “cuya absolución está reservada a la Congregación para la Doctrina de la Fe”.