Tras reunirse con el Papa Francisco el lunes 11 de septiembre en el Vaticano, el P. José Pedro Manglano, sacerdote fundador del movimiento “Hakuna”, reflexiona sobre el profundo deseo que tienen los jóvenes de encontrar el sentido de su vida, un “grito de esperanza” reflejo del “deseo de Dios”.
El sacerdote español, conocido como “Don Josepe”, asegura que ha visto “la conversión de muchos jóvenes” y aclara que casi ninguna ha sido “por la vía racional”, sino “al ver cómo nos amamos” los cristianos, al descubrir “que el Cielo comienza aquí” y percibir la “verdadera alegría de seguir a Cristo”.
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Con esa sencillez que le caracteriza, sentado en uno de los escalones de la columnata que rodea la Plaza de San Pedro, Don Josepe habla con ACI Prensa acerca de, precisamente, lo que representan aquellas columnas de Bernini: el abrazo de la Iglesia a todos los fieles.
Un encuentro para agradecer
Muestra su alegría al haber visto al Papa Francisco “muy sano y con mucha paz”, y asegura que el Pontífice incluso bromeó, mostrándose “tranquilo y a gusto”.
Además, aclara que no fue un encuentro “de trabajo o de pedir o conseguir cosas, o de arreglar problemas, sino que era más la visita de un hijo a su padre”.
“Esta audiencia era sobre todo para agradecerle —explica el P. José Pedro—, porque hace unos meses me escribió una carta, me mandó también un vídeo saludándome y animándome a seguir con todo el trabajo. También me felicitó por la creatividad y las iniciativas que teníamos”.
El P. Manglano resalta que quería agradecerle al Pontífice “estas iniciativas” que le “ayudaron mucho”. “De alguna manera es expresamente una confirmación. En estos caminos de Dios, que siempre andas entre el misterio y el recibir confirmaciones expresas de la Iglesia y de los pastores, pues la verdad es que son un regalo, son un regalo y quería agradecerle eso”.
Hace notar asimismo que el nacimiento del movimiento “Hakuna” coincidió con el inicio del pontificado del Papa Francisco, concretamente durante la JMJ de Río de Janeiro (Brasil) en 2013.
“En la reunión le he comentado que habíamos seguido las pautas que él había dado, de libertad, crecimiento en libertad. Es decir, no un adiestramiento religioso, sino un crecimiento personal, libre, de ir tomando conciencia, una búsqueda personal”.
Por otro lado, subraya que un rasgo del carisma de “Hakuna” es una apertura “a todos”, especialmente “a los más pobres entre los pobres de Dios, o sea, a las personas alejadas”. Buscan “darles cabida, y respetar la búsqueda de cada uno, la situación de cada uno, así como la centralidad de Cristo, la Eucaristía y los sacramentos”.
“También el contacto con las personas que sufren —continúa—, que por el motivo que sea están en situación de pobreza en cualquiera de sus formas, como invita el Papa en Fratelli tutti”.
“Conté al Papa la alegría que nos da el seguir las pautas que él ha ido marcando en su pontificado, pues son las que nos han guiado y por las que, gracias a Dios, muchas personas se han reencontrado con Dios, han vuelto a Dios, han crecido y han surgido muchos compromisos de entrega a Dios”.
Una “pobreza personal” para dejar entrar a Dios
El sacerdote español también le regaló un libro al Santo Padre, que habla “del espíritu que alimenta a los que nosotros llamamos ‘compartiriados’, gente que van a ser voluntarios o a hacer acción social”.
“A nosotros nos gusta llamarlos ‘compartiriados’ —explica— para tomar conciencia de que no es mi buena voluntad la que me hace hacer algo por ti, sino que es un momento en el que todos viajamos juntos en la vida y cada uno compartimos aquello que tenemos”.
Resalta que “unos compartimos la salud y el otro la enfermedad, uno la oscuridad y el otro la luz, uno la vejez y el otro la juventud”.
“Por eso hemos escrito un libro que habla de este espíritu, de cómo los cristianos no debemos quedarnos en la solidaridad, sino vivir la caridad. Un camino que, aunque tiene un comienzo común, la inspiración es distinta. Es buscar y aprender en la pobreza del otro, descubrir la pobreza espiritual de cada uno”.
Don Josepe le contó al Papa Francisco que la bienaventuranza “que más buscamos nosotros es la de dar bienvenida a los ‘pobres de espíritu’”, pues “desde esa pobreza personal, esa conciencia de la pobreza personal” es desde donde “puede entrar Dios”.
También le regaló al Santo Padre un disco con canciones compuestas por “Hakuna”. Recordó que la primera vez que estuvieron con él, el Papa les había hecho una petición especial: hacer de la Misa “una fiesta”. “El deseo suyo de querer servir con la música lo queríamos también reflejar con este disco”, puntualiza.
“Hakuna” llega a más de 30 países
El movimiento “Hakuna” ya ha llegado a más de 30 naciones. “En algunos países, sobre todo en América Latina, ha crecido muchísimo”, recalca Don Josepe.
“Hay oficina en Madrid, pero también en México, en ocho o diez ciudades. En Argentina hay varios grupos, pero ahora empiezan en tres o cuatro ciudades más. Y luego en Ecuador, en Chile y en Perú. Y en los países de Europa, es verdad que los grupos son más pequeños, pero están presentes prácticamente en todas las capitales, porque en París hay dos grupos, uno en español y otro en francés. [También] en Dublín, en Londres, en Berna y en Berlín”.
Actualmente, “Hakuna” es una asociación privada de fieles. Al preguntarle sobre un posible cambio jurídico, Don Josepe responde con humildad que nunca ha “querido nada”.
“No he tenido nunca interés o intención de empezar nada. Y me he sorprendido, al mirar hacia atrás, lo que Dios había ido haciendo con nosotros. Y tengo la práctica esa de no mirar para adelante, sino para atrás, y reconocer lo que ocurre”.
“Hay muchísima esperanza”
Al hablar de la juventud de hoy en día, al P. Josepe se le dibuja una sonrisa en el rostro.
“Yo creo que la búsqueda de Dios, ahora mismo, la vemos todos. Y prueba de ello es ese inconformismo de tantas personas con la vida plana, con la vida intrascendente”.
Insiste en que ese “inconformismo y ese deseo de Dios se nota y se manifiesta en las enfermedades, en los trastornos alimenticios, en las faltas de autoestima, en las inseguridades, en los suicidios. Son más que gritos de que el hombre busca algo más, que no le basta con la horizontalidad”.
Afirma que “son gritos de esperanza, gritos de búsqueda y por lo tanto de esperanza. Pero también nos despiertan a los cristianos el compromiso de mostrarles la Vida a todas esas personas que la están buscando”.
“El Cielo empieza aquí”
El fundador de “Hakuna” señala que “lo único que buscamos es vivir, es vida. Y muchas veces lo he comentado, que igual que los perros huelen el miedo —que no sé si es verdad— los jóvenes huelen la vida y allí donde ven vida verdadera, donde hay alegría, amor y paz”.
“El carisma de Hakuna a veces lo definimos como vivir la alegría de seguir a Cristo. Pero claro, hablar de esa alegría no es una banalidad, sino que, como decía Santa Teresa de Calcuta, es una alegría nueva. Jesúcristo decía: ‘Os doy la paz, pero no la doy como la da el mundo’. De alguna manera también podríamos decir que Cristo da la alegría, pero no la alegría como la da el mundo”.
“Y esa nueva alegría —continúa—, esa alegría que es plena, que es serena, que es profunda, que está llena de plenitud, hay que vivirla. Dios es el Dios de la vida, y el camino que elige el cristiano es el camino de la vida y de la libertad”.
Aclara, además, que no se trata de “una vida biológica”, sino “el vivir la plenitud, una vida que refleje la gloria de Dios. Dios está presente y esa es la alegría, tener conciencia de que el Cielo ya empieza aquí, el Cielo ha empezado, la gloria de Dios ya está aquí presente”.
Para poder advertir esa alegría, señala que “necesitamos cuidado interior, para ser capaces de descubrir esos destellos de la presencia de Dios, de la belleza de la vida, de la creación, del prójimo, de la belleza del dolor, de la del sufrimiento y de la belleza de la muerte también”.
Menciona asimismo “la belleza de la amistad, del compromiso, la belleza de la sexualidad, la belleza de todo lo que hay en todo lo creado o en toda la realidad humana, pues esa es la que es capaz de llenarnos de alegría. ¿Qué buscan los jóvenes? Pues vida”, afirma.
El P. Josepe cuenta que durante este tiempo ha visto “la conversión de muchos jóvenes, y casi ninguna ha sido por la vía racional, del pensamiento, de la demostración o de convencer. La mayoría de ellas han sido, por el contacto, al ver cómo nos amamos”.
Además, reitera que “la Eucaristía es el pan de la unidad, y el sabor va transfigurando en nuestro corazón, haciéndonos capaces de querernos de una manera distinta al cariño de este mundo, a un servicio que no tiene límites, una afirmación del otro que no se detiene ni siquiera con la muerte, con la cruz”.
Para Don Josepe, “la cruz no está en ponerme piedras en los zapatos, sino en abrazar al otro en su verdad. Y en el amar al otro como necesita ser amado. Ahí es donde encontramos, donde descubrimos la cruz”.
Asegura, a modo de conclusión, que “el descubrir la presencia de Dios en el modo en el que nos queremos los cristianos será claramente la luz del mundo”.