Los chilenos conmemoran hoy el 50° aniversario del golpe de Estado que mantuvo al país durante 17 años bajo la dictadura de Augusto Pinochet. En ese marco, la Iglesia rezó por la paz y la reconciliación, y clamó nuevamente: ¡Nunca más!
El golpe de Estado tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973. Se trató de una acción militar llevada a cabo por las Fuerzas Armadas, conformadas por la Armada, la Fuerza Aérea, el Cuerpo de Carabineros y el Ejército, para derrocar al gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el presidente Salvador Allende.
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A partir de ese momento, Augusto Pinochet dirigió el país por 17 años mediante un régimen dictatorial. En 1988, a través de un plebiscito, la población chilena votó para darle fin a la dictadura y convocar a elecciones bajo el sistema democrático.
En Pisagua, Diócesis de Iquique, donde se encuentra el memorial de la fosa común encontrada en la década de 1990, el Obispo local, Mons. Isauro Covili, junto con sacerdotes, religiosas, diáconos y laicos, participaron el sábado en una procesión y dedicaron un momento de oración por el descanso eterno de los fallecidos, los desaparecidos y sus familias.
Mons. Covili centró su mensaje en el llamado a que “nunca más” suceda un capítulo así en la historia de Chile, y destacó la dignidad de la persona humana y lo sagrado de la vida.
En la misma línea, hizo una exhortación a la memoria, la verdad y la justicia, con la esperanza puesta en el Señor.
El P. Franklin Luza ofreció luego un testimonio sobre el papel de la Iglesia en Iquique, en cuanto al acompañamiento de las familias en busca de sus desaparecidos, y el significado que tuvo en los 90 el hallazgo de los fusilados en la fosa de Pisagua.
El Obispo de Copiapó, Mons. Ricardo Morales, hizo también referencia a los 50 años del golpe de Estado en su mensaje dominical.
Dirigiéndose a los fieles, llamó a ser “artífices de paz y reconciliación”, y aseguró que no es posible permanecer indiferentes mientras no se sepa el paradero de tantas personas desaparecidas durante la dictadura.
“¿Qué nos pasó que llegamos a vivir el horror de torturas, muertes, desapariciones, exilio, conculcándose los derechos y libertades más básicas en nuestra patria?”, cuestionó. “¿Qué llevó a que chilenos consideraran a otros chilenos como enemigos? ¿Qué llevó a que la muerte y el espanto recorrieran cada rincón de nuestra patria?”, añadió.
El Obispo señaló asimismo que cuando se olvida la fraternidad y el respeto a la dignidad del otro, “dejamos de reconocer la común humanidad que nos constituye y la inviolabilidad de cada ser humano”, destacando que “jamás ninguna idea, doctrina o una pretendida paz, justificarán la violación a los derechos humanos, la violencia y la muerte”.
Finalmente, subrayó que “la violencia en la política y la violencia de Estado no tienen lugar en una democracia y no deben repetirse”.
“Nuestra patria no puede seguir dividida y enfrentada, atrincherados o mirándonos como enemigos; en nada contribuye para la construcción de futuro y legado para las nuevas generaciones”, concluyó.
En la mañana del domingo, el Prelado encabezó un momento de oración en el memorial dedicado a los detenidos desaparecidos, ubicado en la entrada del cementerio municipal.
El Arzobispo de Concepción, Mons. Fernando Chomali, por su parte, compartió una reflexión en el periódico El Mercurio.
A 50 años de la “tragedia” del 11 de septiembre de 1973, aseguró que, “dado que lo que no es asumido no es redimido, es fundamental que se sepa dónde están las personas detenidas y desaparecidas y qué pasó con ellas”.
“Darles una digna sepultura es lo menos que se puede exigir a un país donde rige el Estado de Derecho”, consideró. “La justicia chilena y todos los que tienen información y callan tienen una deuda con ellos y con Chile”, agregó.
“Hacer como que no ha pasado nada o argumentar que ya ha pasado mucho tiempo no sólo no resuelve la situación por la que claman tantos chilenos, sino que la agrava”, sostuvo.
Por eso, llamó a todos los chilenos “de manera personal y colectiva, a través de los partidos políticos, asociaciones gremiales, colegios profesionales, civiles y militares, escuelas, colegios y universidades” a declarar públicamente y sin ambigüedades “que no hay espacio para la tortura, la desaparición forzada de personas, ejecuciones sumarias, degollamientos y cualquier tipo de vejamen al ser humano”.
“La violencia jamás ha de ser una forma de acción política y nunca se ha de buscar un fin, por muy noble que sea, a través de un mal”, continuó Mons. Chomali.
“Solo así podremos sentar las bases de una auténtica democracia y comenzar a vislumbrar la civilización del amor porque estará cimentada en la verdad, la justicia, la reparación, el perdón y la reconciliación”, aseguró.