El Obispo de Ávila, Mons. Jesús García Burillo, abogó por una España y una Europa laica, al tiempo que rechazó cualquier proyecto caracterizado por el laicismo que “en el fondo es una actitud contra el mismo hecho religioso”.
En una carta pastoral titulada “Laico y Laicismo”, Mons. García Burillo advirtió que “laico y laicista son dos adjetivos y dos situaciones que nada tienen que ver una con otra”.
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Después de definir sintéticamente lo que en lenguaje eclesial se entiende por “laico” –es decir, “un fiel cristiano cuya vocación consiste en buscar el Reino de Dios, tratando y ordenando las cosas temporales según el plan de Dios”-, el obispo de Ávila indicó que “esto no tiene que ver nada con el laicismo”.
“El laicismo es, y ha sido, una actitud, una estrategia o una puesta en práctica, oficial u oficializada desde ámbitos de poder o influencia social, que trata de prescindir de todo principio religioso para erosionar o para suprimir la presencia de organizaciones o de ideas religiosas en la sociedad”, definió Mons. García Burillo.
“Por tanto, es una actitud militante contra toda manifestación del hecho religioso. Quienes profesan esta actitud suelen decir también: la Religión, que se practique en la vida privada, fuera de la vida pública. En el fondo es una actitud contra el hecho mismo religioso”, precisó el Obispo abulense.
Después de describir brevemente el desarrollo histórico de esta actitud, el Obispo señaló algunos de sus principios: “actitud positivista y materialista en el ámbito de la ciencia y de la cultura, que exigen una independencia respecto a todo criterio religioso; promoción de un Estado que prescinde de toda idea religiosa, que se manifiesta anticlerical, opuesto y, en ocasiones, perseguidor de la Iglesia; los nacionalismos, que glorifican el propio país, y la educación patriótica de los ciudadanos, anulando toda otra concepción filosófica o religiosa; y la absolutización del poder tutelar del Estado, que se convierte en órgano de control, de planificación y propaganda, unificando y asumiendo la función educativa”.
Luego de precisar estos conceptos, el Obispo invitó a definir la actual situación de España a la luz de su Carta Magna afirmando que ésta “declara un Estado aconfesional, pero, desde luego, no toma una posición militante contra ninguna religión, contra ninguna institución religiosa”.
“Todo lo contrario: apoya decididamente la libertad religiosa y de culto y expone la necesidad de la cooperación con la Iglesia Católica para todos aquellos servicios que vayan a favorecer la Fe o la creencia de todos quienes practican la Religión", indicó.
"Y, en lo que concierne a la educación, efectivamente, aparece como lo que es: un derecho de los padres" que “la Constitución Española se compromete a garantizarlo, poniendo los medios para que ellos puedan elegir el tipo de educación que quieran para sus hijos”, agregó el Obispo.
Finalmente, se preguntó si las autoridades civiles serán capaces de entender que “la mayor dignidad y libertad del ser humano y de la sociedad provienen de su naturaleza religiosa”.