Mons. José Domingo Ulloa, Arzobispo de Panamá, se refirió a la situación migratoria que enfrenta el país en la selva del Darién, que este año ha empeorado de manera considerable, según reportes del Ministerio de Seguridad Pública panameño. "Nos toca poner a la persona en el centro de nuestra atención seguir tendiendo siempre la mano a los migrantes que van a estar de paso por nuestro país”, afirmó.
En los últimos días generó mucho debate la decisión del gobierno panameño de evaluar la posibilidad de cerrar su frontera terrestre con Colombia. “Nosotros tratamos de buscar la cooperación internacional con los países de origen y de tránsito de los migrantes”, señaló Juan Manuel Pino, ministro de Seguridad Pública de Panamá, y agregó que diariamente entre 2.000 y 3.000 personas empiezan a cruzar la selva: “Nosotros tenemos el apoyo de algunas oenegés, pero no ha sido suficiente y hemos agotado todas las instancias ante una movilidad humana muy grande”.
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Sobre esto, Mons. Ulloa subrayó que “cerrar la frontera no es una opción”, en una entrevista con Radio Hogar. “Creo que es un tema que tenemos que reflexionar todos. Como Iglesia no podemos cerrarnos a la realidad que viven los migrantes, e incluso como país noble y como un país que siempre ha tendido la mano, no podemos cerrarnos”, subrayó.
El Prelado también reconoció “los esfuerzos que se han hecho desde la realidad panameña”, pero afirmó que “no han logrado respuestas concretas” y que la situación migratoria sobrepasa las posibilidades de Panamá como país, y reiteró que ven esta problemática “desde una visión de fe”.
“Hoy más que nunca no podemos volver a estigmatizar a los migrantes, creo que lo importante es que podamos responder por qué migran. El problema es mucho más agudo”, señaló. Y agregó que el Papa Francisco ha hablado mucho de esta realidad, llamando a los Estados a comprometerse. Mons. Ulloa se refirió a las palabras del Pontífice: “Migrar deberá ser siempre una decisión libre”, y agregó: “El Papa advierte que los políticos, la transparencia y el respeto a los derechos humanos hacen que la migración sea forzada”.
Sin embargo, indicó también que detrás del flujo migratorio hay personas que se están lucrando de esta tragedia: “Es momento de que el Estado y la sociedad panameña logren desenmascarar la trata de personas. Es el momento oportuno para aplicar todo el rigor de la ley a los coyotes”.
Para Mons. Ulloa la postura de un buen cristiano ante esta situación es la “solidaridad y la misericordia”, pero resaltó que “es cierto que existen límites humanos que se deben respetar”. Y señaló que “con Dios, el ser humano ha conseguido superar límites que parecían imposible vencer”.
“Físicamente es imposible cerrar fronteras, porque hay demasiados puntos por donde se puede cruzar, y como Iglesia no podemos cerrarnos a la realidad que viven los migrantes”, remarcó.
El reporte del Ministerio de Seguridad Pública de Panamá
Hace pocos días el gobierno panameño declaró que la situación migratoria es “un problema de seguridad nacional”, debido al aumento de personas cruzando el Darién durante este año.
El gobierno decidió lanzar la campaña mediática internacional: “Panamá no es una ruta, es una jungla”, como parte de una estrategia para crear conciencia de los peligros que representa transitar por 266 kilómetros cuadrados de selva, según informó el Ministerio de Seguridad Pública en su página web.
Hasta la semana pasada, alrededor de 308.000 personas habían cruzado la selva darienita en 2023, de los cuales 171.023 personas son venezolanas. En junio de 2021, apenas 205 venezolanos cruzaron el Darién. En el mismo mes de 2022 esa cifra aumentó a 11.300 personas y en julio de este año superó las 52.000 personas.
El ministerio también informó sobre los daños ambientales que sufren los ecosistemas de la selva debido al tránsito humano. Durante el año, cerca de 50 mil toneladas de basura se depositaron en ríos y parques, y afirmaron que “pasarán más de 60 años para poder revertir ese daño”.