El Obispo del Vicariato del Caroní, en Venezuela, Mons. Gonzalo Ontiveros Vivas, fue invitado por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) a la reunión del Consejo Pastoral Episcopal, que tuvo lugar la semana pasada. Allí, el Prelado expuso su trabajo en la amazonía venezolana y pidió ayuda a la CNBB para seguir adelante con su labor.
Mons. Ontiveros relató a sus pares brasileños la complicada situación política y económica que se vive en Venezuela y cómo ello afecta directamente su actividad misionera y pastoral en la región que le encomendó el Papa Francisco desde 2021.
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“El desplazamiento para ir de un lugar a otro puede costar entre 400 y 800 dólares, sin incluir el costo de la comida y el apoyo a los misioneros en el área”, afirmó el Prelado, quien luego indicó que los viajes entre las comunidades que atiende sólo pueden hacerse por vía aérea. Mons. Ontiveros trabaja con pemones, una comunidad indígena del sur de Venezuela que usualmente habita en lugares remotos y casi inaccesibles.
Además, indicó que está impulsando proyectos para recuperar las estructuras de algunas iglesias y construir nuevas escuelas en la zona: “La mayoría de las comunidades no tienen recursos, viven en extrema pobreza y miseria. Estamos trabajando con el tema de la educación, sobre todo de los jóvenes, niños y niñas, que en sus comunidades indígenas no tienen posibilidad de estudiar”.
“La idea es salvarles la vida. Si no, irán a las minas y allí quedan expuestos a las drogas, al alcohol y muchos mueren. Este es uno de los proyectos, entre otros, que estamos llevando a cabo”, explicó Mons. Ontiveros.
“Yo también quiero contar con este apoyo, esta solidaridad para poder seguir desarrollando los proyectos que tenemos. Sería una gran esperanza para nosotros, sobre todo por el sentimiento de solidaridad y amistad que existe entre las dos Iglesias, la brasileña y la venezolana”, afirmó el Obispo al referirse a la labor misionera que tiene la Iglesia de Brasil gracias a instituciones como Cáritas Brasileira y Fazenda da Esperança.
“Contar con el apoyo de la Conferencia Brasileña sería una gran esperanza para nosotros”, concluyó el Prelado.
El espíritu misionero en el Vicariato del Caroní
El Vicariato del Caroní fue erigido en 1922 mediante la bula Quoties Romani, del Papa Pío XI, tomando territorio de la Diócesis de Santo Tomás de Guayana, que es hoy la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar.
El Vicariato fue guiado en sus primeros años por la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, pero debido a la escasez de misioneros, la Orden renunció al Ius Comissionis (el mandato para atender, acompañar y apoyar a la Iglesia de un lugar determinado), lo que motivó que el Dicasterio para la Evangelización de los Pueblos confiriese en 2021 el gobierno del Vicariato del Caroní a la Diócesis de San Cristóbal, con todos los derechos y obligaciones inherentes a este oficio.
A principios de año, Mons. Ontiveros concedió una entrevista a la agencia vaticana Fides, donde afirmó que “la fe y la pertenencia a la Iglesia son dos factores entrelazados. Estar aquí es también una ocasión para fortalecer la fe de los que vienen en misión”, y añadió que los primeros frailes capuchinos que atendieron el Vicariato fueron “custodios silenciosos de la fascinante experiencia de enseñar y transmitir la fe a lo largo de este tiempo”.
Sobre su nombramiento, hace casi dos años, el Prelado manifestó que desde que se empezaron a escuchar rumores sobre que la Diócesis de San Cristóbal iba a asumir el Vicariato del Caroní, él pensó que “había llegado el momento de irse a misionar”. Así que, cuando se enteró del nombramiento papal, se dijo a sí mismo que “las cosas no suceden porque yo las haya planeado o cuando yo las haya planeado, sino en el momento, el día y la hora en que Dios las dispone”.
En estos pocos años de trabajo, Mons. Ontiveros ha logrado renovar la flota de vehículos del Vicariato para poder llegar por tierra a varias comunidades, pero hay además tres parroquias a las que sólo se puede acceder en avioneta, lo cual hace “costoso y problemático” atender a los indígenas de esos lugares, según las declaraciones del Obispo.
En los 80 mil kilómetros cuadrados en los que se extiende el Vicariato trabajan actualmente diez sacerdotes, cuatro seminaristas encargados de las actividades pastorales y dos misioneros de las Obras Misionales Pontificias de Venezuela. Hasta el año pasado, en el territorio habitaban 91.100 personas, de las cuales 57.700 están bautizadas.