El Papa Francisco ha recordado la vida del Beato Giuseppe “Don Pino” Puglisi, un sacerdote siciliano que este año cumple 30 años de ser asesinado por la mafia, destacando que “llevó su amor hasta el final” para educar a los jóvenes pobres de Palermo (Italia).
“Siguiendo el ejemplo de Jesús, Don Pino llevó su amor hasta el final. Poseía las mismas cualidades del ‘buen pastor’ tierno y humilde: sus chicos, a quienes conocía uno por uno, son testimonio de un hombre de Dios que prefirió a los pequeños y a los indefensos, los educó en la libertad, a amar la vida y a respetarla”, indicó el Pontífice en una carta enviada a Mons. Corrado Lorefice, Arzobispo de Palermo.
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“Con frecuencia proclamaba con sencillez evangélica el sentido de su incansable compromiso en defensa de la familia, de los muchos niños destinados a crecer prematuramente y condenados al sufrimiento, así como la urgencia de comunicarles los valores de una existencia más digna, liberándola así de la esclavitud del mal. Este sacerdote no se detuvo, se entregó a sí mismo por amor abrazando la Cruz hasta derramar su sangre”, agrega en la misiva difundida este 20 de agosto.
El Beato Puglisi sufrió un ataque mortal de sicarios, perpetrado por la influencia de la organización mafiosa siciliana Cosa Nostra, el 15 de septiembre de 1993, en el día de su 53 cumpleaños. A pesar de las amenazas que pendían sobre su vida, durante años, el sacerdote había llevado a cabo una lucha silenciosa contra la delincuencia organizada al educar a los jóvenes en la zona empobrecida de Palermo, donde ejercía su labor pastoral.
“Todos recuerdan lo que él respondió al asesino: ‘Me lo esperaba’. Y luego sonrió: esa sonrisa, que mencioné en la homilía durante mi visita a Palermo hace cinco años, nos llega como ‘una luz amable que penetra e ilumina el corazón’”, relata el Papa.
En la carta, firmada el 31 de julio, se describe a Puglisi como “un sacerdote bueno y testigo misericordioso del Padre” que en las calles del barrio “sirvió con sacrificio”, encontrándose con la gente.
También el Papa aprovechó para dirigirse al clero del Arzobispado de Palermo, exhortando a asumir una renovada pastoral correspondiente a las necesidades concretas del día y a no olvidar la “opción preferencial por los pobres”.
Asimismo, hizo un llamado a “superar los muchos miedos y resistencias personales”, subrayando que “la respuesta es la comunión, caminar juntos, sentirnos como un cuerpo, miembros unidos a la Cabeza”.
“Vivan en armonía en Cristo, ante todo dentro del presbiterio, junto al Obispo y entre ustedes, y 'compitan en el respeto mutuo'”, añadió.
Dirigiéndose a los sacerdotes que enfrentan las realidades cotidianas de su territorio, el Papa Francisco alentó a ser “la verdadera imagen del Buen Pastor acogedor”. Les instó a tener el coraje de enfrentar desafíos sin temor y a infundir esperanza “especialmente a los más débiles, enfermos, sufridos, migrantes, aquellos que han caído y desean ser ayudados a levantarse”.
Además, resaltó la importancia de centrar la atención en los jóvenes, considerados “la esperanza del futuro”.
Concluyendo su mensaje, el Santo Padre citó la inspiradora sonrisa del P. Pino Puglisi, que “impulsa a ser discípulos alegres y audaces”. Hizo hincapié en la importancia de una continua conversión interior que motive un servicio más generoso hacia los demás, instando a la fidelidad a las promesas sacerdotales y a la obediencia a la Iglesia.
Confiando a todos bajo la protección de la Virgen María y del Beato Mártir Pino Puglisi, el Papa envió su bendición y solicitó a los sacerdotes que no olviden incluirlo en sus oraciones.
El Beato Puglisi nació el 15 de septiembre de 1937 en una familia de clase trabajadora en Palermo. Ingresó al seminario a los 16 años y fue ordenado sacerdote en 1960 a la edad de 22 años.
Como sacerdote, era conocido por denunciar la injusticia, incluido el comunismo, la mafia y los problemas dentro de la Iglesia.
El beato también se involucró apasionadamente en la pastoral juvenil y en la promoción de las vocaciones religiosas. En 1990, fue trasladado a la parroquia de San Gaetano en el barrio mafioso de Brancaccio.
El enfoque de Puglisi en el barrio controlado por el crimen era el mismo: ganarse a los jóvenes y ser pastor de su rebaño.
Puglisi predicó contra la mafia, les prohibió encabezar procesiones religiosas e incluso dio pistas sigilosas a las autoridades sobre sus últimas actividades en sus homilías. Después de su muerte se reveló que su vida había sido amenazada en numerosas ocasiones.
El 15 de septiembre de 1993, Puglisi fue detenido en la calle y baleado en el cuello a quemarropa por sicarios dirigidos por los jefes de la mafia local Filippo y Giuseppe Graviano. Murió a causa de sus heridas.
Puglisi fue declarado mártir por el Papa Benedicto XVI en 2012 y beatificado en 2013.
El Papa Francisco visitó la antigua parroquia de Palermo de Puglisi en 2018 para conmemorar el 25 aniversario del asesinato del beato.