El 28 de julio se cumplen dos años de la muerte en Roma de la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia, fundadora y presidente de La Obra de la Iglesia, institución eclesial de derecho pontificio desde 1997.

En el marco de esta conmemoración, el P. Miguel Silvestre, de La Obra de la Iglesia, aseguró a ACI Prensa que la fundadora no pasará a la historia "por sus más de 65 volúmenes de Teología o por sus escritos proféticos sobre la situación que desde hace años vivimos en la Iglesia y en la sociedad". 

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"La Madre Trinidad pasará a la historia como aquella mujer sencilla y pequeña, sin estudios académicos de ningún tipo, de un pueblo del sur de España, que entregada totalmente a Dios desde sus 17 años, recibió el mandato, estando ya en Madrid en 1959, de fundar La Obra de la Iglesia, para ayudar al Papa y a los Obispos en su misión esencial".

La misión de la Madre Trinidad fue, según el sacerdote, "mostrar con su vida y su palabra, la hermosura, la belleza y la santidad de nuestra Madre Iglesia, para decir hasta morir que la vida de Dios es para todos". En definitiva, para "hacer una revolución cristiana en el Amor dentro del seno de la Iglesia".

"Después de una muy larga enfermedad y una vida ofrecida a Dios por la Iglesia, el 28 de julio de 2021 se cerraban sus ojos a esta vida terrena, en su casa de 'San Pedro Apóstol' en Roma, para abrirse ante el saludo del Pescador de Galilea, ante la presencia del Esposo de su alma, Nuestro Señor Jesucristo, y ser juzgada en el amor por Dios Padre", recordó el P. Miguel. 

Este año, la celebración de este segundo aniversario tendrá un carácter especial, ya que coincide dentro del Año Jubilar concedido por el Papa Francisco a La Obra de la Iglesia con motivo de las bodas de plata de la aprobación pontificia de la Institución.

Por ello, se celebrarán una serie de actos en Roma y una Misa solemne el mismo 28 de julio, en la casa donde reposan sus restos. 

La Iglesia concede indulgencia plenaria durante todo este año a los peregrinos que participen en los actos jubilares, con el resto de condiciones normales requeridas: Confesión sacramental y Comunión eucarística, rezar por las intenciones del Santo Padre, alguna oración a la Santísima Virgen y un desapego completo a todo pecado, incluidos los veniales.