En el Ángelus de este domingo 16 de julio, el Papa Francisco reflexionó acerca de la parábola del sembrador y animó a los padres a no ceder ante "las modas" del mundo y a continuar sembrando el bien y la fe en los hijos.
Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre explicó que "si la Palabra es la semilla, nosotros somos el terreno: podemos recibirla o no. Pero Jesús es un buen sembrador, no se cansa de sembrarla con generosidad", afirmó.
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"Conoce nuestro terreno, sabe que las piedras de nuestra inconstancia y las espinas de nuestros vicios pueden sofocar la Palabra, y sin embargo siempre espera que nosotros podamos dar fruto abundante", señaló el Pontífice.
En ese sentido, remarcó que los fieles también estamos llamados "a sembrar sin cansarnos" y puso tres ejemplos de ello, dirigiéndose a los padres, a los jóvenes y a "los sembradores" del Evangelio, como son los sacerdotes y religiosos.
En primer lugar, destacó que los padres "siembran el bien y la fe en los hijos, y están llamados a hacer sin desanimarse, aunque a veces estos parecen no entenderlos y no apreciar sus enseñanzas, o si la mentalidad del mundo rema en contra".
"La semilla buena se queda, -prosiguió- esto es lo que cuenta, y echará raíces en el momento adecuado. Pero si, cediendo a la desconfianza, renuncian a sembrar y dejan a los hijos a merced de las modas y del móvil, sin dedicarles tiempo, sin educarlos, entonces el terreno fértil se llenará de malas hierbas. No os canséis de sembrar en los hijos", pidió el Santo Padre.
A continuación, se dirigió a los jóvenes y explicó que ellos "pueden sembrar el Evangelio en los surcos de la vida cotidiana", como en la oración, "una pequeña semilla que no se ve, pero con la cual se encomienda a Jesús todo lo que se vive, y así Él puede hacerlo madurar".
"Pienso también en el tiempo para dedicar a los otros, a quien lo necesita más: puede parecer perdido, sin embargo es tiempo santo, mientras las satisfacciones aparentes del consumismo y del hedonismo dejan manos vacías".
También dijo que el estudio, "que es cansado y no es inmediatamente satisfactorio, como cuando se siembra, pero es esencial para construir un futuro mejor para todos".
Por último, habló de los "sembradores del Evangelio", que son los sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos en el anuncio, "que viven y predican la Palabra de Dios a menudo sin registrar éxitos inmediatos".
"No olvidemos nunca, cuando anunciamos la Palabra, que también donde parece que no sucede nada, en realidad el Espíritu Santo está trabajando y el reino de Dios ya está creciendo, a través y más allá de nuestros esfuerzos".
Animó a este grupo a seguir "adelante con alegría" e invitó a recordar "a las personas que han puesto la semilla de la Palabra de Dios en nuestra vida: quizá ha brotado años después de que hayamos encontrado sus ejemplos, pero ha sucedido precisamente gracias a ellos".
"A la luz de todo esto preguntémonos: ¿yo siembro el bien? ¿Me preocupo solo por recoger para mí o también de sembrar para los otros? ¿Lanzo algunas semillas del Evangelio en la vida de todos los días: estudio, trabajo, tiempo libre? ¿Me desanimo o, como Jesús, sigo sembrando, también si no veo resultados inmediatos?", preguntó el Santo Padre.
Por último, pidió que "María, que hoy veneramos como Virgen del Monte Carmelo, nos ayude a ser sembradores generosos y alegres de la Buena Noticia".