En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco afirmó que "en el camino de la santidad, que es el camino cristiano, los pobres y los marginados son protagonistas y una persona no puede avanzar en la santidad si no se dedica también a ellos".
El Santo Padre presidió este miércoles 28 de junio la Audiencia General en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde reflexionó sobre el testimonio de Santa María MacKillop, quien dedicó su vida a la formación de los pobres de Australia.
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En su catequesis dirigida a los miles de peregrinos procedentes de diversos lugares del mundo, el Papa centró su mirada en Oceanía, el continente donde nació esta santa, y remarcó que "la fe en Cristo, que tantos emigrantes europeos llevaron a aquellas tierras, pronto arraigó y dio abundantes frutos".
"Entre ellas, una religiosa extraordinaria, Santa María MacKillop, fundadora de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón, que dedicó su vida a la formación intelectual y religiosa de los pobres de la Australia rural".
El Pontífice destacó que esta santa se sintió llamada por Dios desde joven "a servirle y a testimoniarle no sólo con palabras, sino sobre todo con una vida transformada por la presencia de Dios".
Para Santa María MacKillop, la mejor manera de hacerlo era "a través de la educación de los jóvenes, sabiendo que la educación católica es una gran forma de evangelización".
Por ello, fundó diversas escuelas, sobre todo para los pobres y marginados de Australia. "Y esto es muy importante: en el camino de la santidad, que es el camino cristiano, los pobres y los marginados son protagonistas y una persona no puede avanzar en la santidad si no se dedica también a ellos, de una manera o de otra", aclaró el Papa.
El Pontífice subrayó que "no hay santidad si, de un modo u otro, no hay atención a los pobres, a los necesitados, a los que están al margen de la sociedad".
En ese sentido, resaltó que "esta preocupación por los pobres y marginados llevó a María a ir donde otros no querían o no podían ir".
El 19 de marzo de 1866, la santa australiana abrió la primera escuela en un pequeño suburbio del sur de Australia. "Siguieron muchas otras que ella y sus hermanas fundaron en comunidades rurales de Australia y Nueva Zelanda. Se multiplicaron, porque el celo apostólico hace esto: multiplica las obras", recordó el Papa Francisco.
A continuación, subrayó que la finalidad de la educación es el desarrollo personal de la persona y que "no consiste en llenar la cabeza de ideas", sino "acompañar y animar a los alumnos en el camino del crecimiento humano y espiritual, mostrándoles cómo la amistad con Jesús Resucitado ensancha el corazón y hace la vida más humana".
"Educar es ayudar a pensar bien: a sentir bien -el lenguaje del corazón- y a hacer bien -el lenguaje de las manos-. Esta visión tiene plena vigencia hoy, cuando sentimos la necesidad de un 'pacto educativo' capaz de unir a las familias, a las escuelas y a toda la sociedad".
También destacó que Santa María MacKillop tenía una gran fe en la Providencia de Dios, ya que "siempre confiaba en que en cualquier situación Dios provee", y nunca "se rindió en los momentos de oscuridad, cuando su alegría se vio empañada por la oposición y el rechazo". "Este es el secreto del celo apostólico: la relación continua con el Señor", explicó.
Por último, el Papa Francisco pidió que el ejemplo misionero de Santa María MacKillop "nos inspire a todos nosotros hoy, llamados a ser fermento del Evangelio en nuestras sociedades en rápida transformación".
"Que su ejemplo y su intercesión sostengan el trabajo cotidiano de padres, profesores, catequistas y de todos los educadores, por el bien de los jóvenes y por un futuro más humano y esperanzador", concluyó el Santo Padre.
Durante los saludos a los peregrinos, el Papa agradeció "el apoyo en la oración que he sentido durante mi estancia en el hospital y cada día que recibo en mi ministerio apostólico".
Destacó también que el domingo pasado, la Madre Elisa Martínez fue beatificada en el Santuario de Santa María de Leuca (Italia), que da nombre a la Congregación que fundó y pidió un aplauso por la nueva beata.
Más tarde, recordó que mañana 29 de junio celebraremos la solemnidad de los santos Pedro y Pablo y pidió "que el ejemplo y la protección de estos dos Apóstoles nos sostengan a cada uno en el seguimiento de Cristo".
"A su intercesión encomendemos al querido pueblo ucraniano, para que encuentre pronto la paz: hay mucho sufrimiento en Ucrania, no lo olvidemos", dijo por último el Santo Padre.
Cabe destacar que esta ha sido la última Audiencia General hasta el 9 de agosto, cuando el Santo Padre retome su agenda habitual tras un periodo de descanso.