Con la llegada de las fiestas comienzan los ritos. Costumbres que llenan de alegría el ambiente pero que, muchas veces, no entendemos, o mal interpretamos. Es por eso que prepare esta serie de artículos para aclarar que son, y de donde provienen, todos los cuentos y ritos de la Navidad.
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Por Martín A. Cagliani
La Navidad o nacimiento de Jesús Cristo
El 25 de diciembre (solsticio de invierno en el hemisferio norte) se festeja la Navidad en toda la cristiandad (excepto en la iglesia ortodoxa). La Navidad, es el nacimiento de Cristo. Veamos porque y desde cuando se festeja el nacimiento de Jesús en el 25 de diciembre.
Actualmente, la Navidad es una fiesta más profana que religiosa. Es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares. En Occidente se celebra la Misa del gallo en iglesias y catedrales. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar para la que se elaboran una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales. También se acostumbra asistir a la Misa del gallo y celebrar con cohetes y fuegos artificiales. En México, la Nochebuena constituye la culminación de una celebración que dura nueve días a la que se llama "las posadas". Éstas empiezan el 16 de diciembre y conmemoran el viaje de María y José en su búsqueda de alojamiento antes del nacimiento de Jesús.
En el siglo II de nuestra era (100 años después del nacimiento de Cristo), los cristianos sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección, ya que consideraban irrelevante el momento del nacimiento de Jesús y, además, desconocían absolutamente cuándo pudo haber acontecido.
Durante los siglos siguientes, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras. Pero el papa Fabián (236-250) decidió cortar por lo sano tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento del nazareno. La Iglesia armenia fijo el nacimiento de Cristo el 6 de enero, mientras otras iglesias orientales, egipcios, griegos y etíopes propusieron fijar el natalicio en el día 8 de enero.
Finalmente, dado que en el concilio de Nicea (año 325) se declara oficialmente que Jesús es una divinidad, ya que el padre y el hijo son el mismo, se decidió fijar el natalicio de Cristo durante el solsticio de invierno (en el hemisferio norte) o sea, el 25 de diciembre, fecha en que se festejaba el nacimiento de variadas deidades romanas y germanas. Se tomo por fecha inmutable, durante el pontificado de Liberio (352-366), la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el Natalis Solis Invicti, el nacimiento del Sol Invicto (un culto muy popular y extendido al que los cristianos no habían podido vencer o prescribir hasta entonces) y, claro está, la misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del solsticio de invierno. Las iglesias orientales siguieron y siguen festejando la Navidad el 6 de enero.
Con la instauración de la Navidad también se recuperó en Occidente la celebración de los cumpleaños, aunque las parroquias europeas no comenzaron a registrar las fechas de nacimiento de sus feligreses hasta el siglo XII.
En un principio la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, los cantos, lecturas y escenas piadosas que dieron lugar a representaciones al aire libre del nacimiento en portal de Belén, el famoso Pesebre.
Aunque la tradición nos ha llevado a creer que Jesús nació en el primer año de nuestra era, lo cierto es que no fue así, ni mucho menos, si nos atenemos a los únicos datos conocidos sobre el particular, eso es a las informaciones vagas y contradictorias reseñadas por sus biógrafos, Mateo y Lucas, que, además, situaron el domicilio habitual de José y María en dos lugares diferentes y muy distantes entre S: Belén (Judea) y Nazaret (Galilea). El mismo Lucas relata en su texto el nacimiento de Jesús en dos fechas distintas, una en el año 6-7 d. C. y otra en el 4 a. C. De esta forma un mismo evangelista, en las cuatro primeras paginas de su texto, dató el nacimiento de Cristo en dos fechas separadas entre S por un mínimo de 10 años. Mateo fijó el nacimiento de Jesús "en los días del rey Herodes" (Mt 2, 1) y, por tanto, antes del año 4 a. C., durante el cual murió el monarca judío.
Los principales expertos actuales fechan el nacimiento de Cristo entre el año 9 y 5 a. C., habiendo un gran consenso alrededor del año 7 o 6 a. C., lo sitúan en el contexto de la población judía de Palestina, y piensan que Jesús residió en Nazaret (Galilea), hasta la edad de cuarenta años, poco más o menos, trabajando en el oficio familiar de carpintero albañil hasta que lo dejo para ir al encuentro de Juan el Bautista, tras lo cual inició el corto período (alrededor de 2 años) de vida pública que relatan los Evangelios.
Si bien el lugar exacto del nacimiento de Jesús no se sabe, ya que los evangelista callan al respecto, una tradición cristiana tardía dio por cierta la suposición de que el nacimiento tubo lugar en alguna de las muchas cuevas calizas que existen en las cercanías de Belén. Habiendo sobrevenido el nacimiento de Jesús, según la tradición católica, mientras sus padres estaban refugiados en una cueva que contenía un pesebre por todo mobiliario, y estando aparentemente faltos de medios materiales y de calefacción (era invierno en esa zona), aparecen en escena los dos personajes infaltables en los pesebres, el buey y el asno, que con su aliento calentaron devotamente al niño recién nacido. Esto es aceptado por la Iglesia, a pesar de que no figura en ninguno de los Evangelios, sino que figura en el evangelio apócrifo (no oficial) denominado Pseudo Mateo, del cuál proviene el relato en el que esta basado el pesebre que adorna todos nuestros árboles de Navidad.
La concepción de Jesucristo, nueve meses antes, según lo cuenta Mateo (Mt 1. 18-25) fue así: María y José estaban desposados, pero todavía no convivían. María, que era virgen, se halló concebida del Espíritu Santo. José siendo un hombre justo no quiso denunciarla como adultera, sino que resolvió repudiarla en secreto. Y, según cuenta Mateo, mientras reflexionaba sobre esto, se le apareció en sueños un ángel y le dijo que no temiera recibir en su casa a María, su esposa, ya que lo concebido en ella era obra del Espíritu Santo. También le dijo, que daría a luz un hijo al que deberían ponerle de nombre Jesús, porque salvaría a todo su pueblo de sus pecados. Y José hizo todo lo que el ángel le mando.
José, el carpintero, fue uno de los hombres más injustamente tratados por la historia cristiana. En las primitivas representaciones de la familia de Jesús, aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero como consecuencia del inicio del culto a María, la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de encargado de aprovisionar de alimento a la familia. Junto a este proceso también se le hizo envejecer hasta la senectud, de forma que, siendo ya nulo su vigor no fuese obstáculo ni sombra de sospecha que impidiese proclamar la virginidad perpetua de María.
Las diferencias que aparecen entre los relatos del nacimiento hechos por Mateo y Lucas (Marcos y Juan ni siquiera se ocupan de ello) pueden deberse a que ambos no se conocieron jamás y escribieron sus evangelios en tierras muy diferentes (Egipto y Roma respectivamente), por lo que adornaron su narración sobre Jesús inspirándose en leyendas ya existentes pero que gozaban de diferente prestigio en un lugar u otro; por eso Mateo tiño de orientalismo el nacimiento de Jesús mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas que eran más creíbles a la capital del imperio Romano. Las diferencias más notables son las omisiones en el relato de Lucas de la estrella de Belén, los reyes magos, etc., mientras que esto aparece en Mateo. Por su lado Mateo omite el canto que los ángeles hacen a los pastores para que fueran a adorar a Cristo.
El único, como ya se dijo, que menciona la estrella de Navidad o de Belén, es Mateo. Dice que la estrella precedía a los reyes magos hasta que se paro encima del lugar donde estaba el niño Jesús. Ya en la antigüedad se defendía a la estrella como verdadera. El teólogo Orígenes (c. 185-253) decía que estaba próxima a la naturaleza de los cometas. Muchas hipótesis aparecieron para explicar el "milagro de la estrella de Belén", tratándolo como un fenómeno astronómico real. Unas hipótesis apuntan al brillante planeta Venus, pero este planeta ya era conocido en aquellos tiempos, difícilmente pudo ser tomado como algo extraordinario. Otros señalan el paso de un cometa, concretamente del Halley, pero éste ya había transitado por nuestro sistema solar el año 11 a.C., bastante antes del nacimiento de Cristo. Los hay también que atribuyen la "estrella" a una supernova (explosión de un sol cuya brillante luz puede verse durante meses, incluso de día), pero no hay registros históricos de esa época al respecto pese a que si lo hay de novas observadas en el 135 a. C. y el 173 d. C. La opinión más razonable y aceptada la propuso el astrónomo Johannes Kepler en 1606.
Para Kepler, la estrella de los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. En esta conjunción los planetas se ven como uno solo, los que los hace una luz muy brillante. Los cálculos de Kepler determinaron que la conjunción se dio en el año 7 a. C., lo que resulta compatible con las fechas asignadas al nacimiento de Jesús esbozadas mas arriba. Un evento como este se dio en 1940-41 y no se volverá a dar hasta el 2198. Kepler conocía los comentarios que sobre el profeta Daniel había escrito en 1497 Arbabanel, un sabio judío. Según Arbabanel la conjunción de Saturno y Júpiter en la constelación de Pisis había tenido lugar cuando el nacimiento de Moisés, y tendría lugar otra vez cuando naciera el Mesías. Arbabanel creía que la liberación traída por el Mesías se efectuaría de acuerdo con el versículo (24, 17 Números) de la Biblia que dice "Y de Jacob se levantará una estrella y de Israel surgirá un cetro."
Tal vez el redactor del evangelio según Mateo no hizo más que aprovechar, con intención mítica, el suceso cósmico. La explicación mas simple consiste naturalmente en creer que Dios creo una estrella que guiase a los Reyes Magos y una vez cumplida su misión desapareciera tan rápida y misteriosamente como había sido creada. Pero Dios usa muchas veces para sus milagros las causas naturales, y el milagro consiste en que estas se realicen en el momento y lugar justos.
En el Evangelio de Mateo se cuenta que "Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»
En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino." (Mt 2, 1-12).
Al leer esto solo se sabe que los magos eran varios, no sabemos él numero, y que adoraron al niño Jesús ofreciéndole presentes y luego de un sueño se volvieron a su patria. ¿Cómo entonces pasaron de magos a reyes?, ¿magos de que?, ¿reyes de donde y por que?. En el texto de Mateo no se responde a nada de ello, tampoco en el resto del Nuevo Testamento.
En un principio su numero era indeterminado. Las representaciones artísticas son las que le fueron dando su actual numero y apariencia. En el siglo III se los representaba como dos, en las catacumbas romanas hasta el siglo IV aparecían dos o cuatro magos, según los casos; la media docena tampoco faltó en algunas pinturas. En la iglesia siria y armenia se defendió la docena de magos puesto que, según ellas, los magos prefiguraban los doce apóstoles y representaban a cada una de las tribus de Israel. Para la iglesia copta (de Egipto) eran sesenta y citaban los nombres de mas de una docena de ellos. Finalmente en el primer cuarto del siglo III, el citado Orígenes afirmo que los magos habían sido solo tres, después de todo Mateo solo sita tres presentes. En el siglo IV, de modo progresivo, comenzó a prevalecer el número de tres.
Durante los dos primeros siglos solo fueron magos, el "reyes magos" vendría después. Como la practica de la magia estaba prohibida por los textos bíblicos y el concepto de magos adquirió rápidamente un significado peyorativo, no se considero edificante que sujetos de tan dudosa reputación deambulasen por el portal de Belén. Ya en el siglo III, esta imagen fue abolida por el teólogo Quinto Tertuliano (c. 160-220), que fue el primero en denominarlos reyes, él dijo "se ha sostenido que los Magos eran reyes de Oriente". Nadie había sostenido tal cosa antes de él, pero eso era un detalle sin importancia para un cristiano consiente de su deber.
Sus nombres no aparecieron sino hasta el siglo VI. Aparecen en un mosaico bizantino del 520 aproximadamente localizado en Ravena, Italia. En el figura una leyenda sobre los tres magos que dice "+SCS BALTHASSAR +SCS MELCHIOR + SCS GASPAR", eso es, sagradísimos o veneradísimos Baltasar, Melchor y Gaspar. El primero es Baltasar, de 30-40 años, con barba oscura, lleva en sus manos un recipiente para mirra; Melchor, como de 20-25 años y sin barba, transporta una bandeja para incienso; y Gaspar de mas de 50 años, con pelo y barba largos y blancos, presenta una canasta con oro. Todos son blancos, ninguno se ha convertido en negro.
Otra descripción de los Reyes Magos da el erudito teólogo anglosajón Beda el Venerable (675-735) dice así: "El primero de los magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera blanca y luenga barba (...) fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe, de tez blanca y rosada, honro a Jesús ofreciéndole el incienso, símbolo de la divinidad. El tercero llamado Baltasar, de tez morena" (no negro)", testimonio ofreciéndole mirra, que significaba que el Hijo del hombre debía morir."
Los tres nombres que se les asigno son tan arbitrarios y ficticios como los que se les dio en otra parte del orbe cristiano: Apellicon, Amerim y Serakin entre los griegos; Kagpha, Badalilma y Badadakharida en Siria; Ator, Sater y Paratoras en Etiopía, etc..
Sus supuestas edades no fueron menos irreales y cambiaban substancialmente en función de los gustos particulares de cada artista que los representaba. Finalmente, en el siglo XV, Petrus de Natalibus fijó que Melchor tenia sesenta años, Gaspar cuarenta y Baltasar veinte.
Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI. En este siglo las nuevas necesidades ecuménicas de la Iglesia católica llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, según se creía en esos días.
De este modo, Melchor, el anciano de cabello y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet, eso es a los europeos, y ofreció al Niño divino el noble oro; Gaspar, rubio y lampiño, representaría a los semitas de Asia y su don era el preciado incienso; Baltasar, negro y barbado, personificaría a los hijos de Cam, los africanos, participando de la adoración universal con su entrega de mirra. Los americanos o los chinos y japoneses, hubo que ignorarlos porque no se podían inventar nuevos reyes y menos inventarles nuevos hijos a Noé. El único intento fue el de una pintura portuguesa en la cual se remplazaba al rey negro Baltasar por un jefe indio amazónico.
El festejo de los reyes magos no se conmemoro sino hasta el siglo V en Occidente. Se eligió el día 6 de enero para conmemorar la Epifanía, la manifestación de Jesús al mundo a través de los reyes magos, su bautizo en el Jordán y el milagro de las bodas de Canaan.
La tradición de los Reyes Magos como generosos proveedores de juguetes y regalos a los niños es relativamente reciente y solo fue adoptada por algunos países latinos. Los reyes no comenzaron a traer juguetes a los niños hasta mediados del siglo XIX, con anterioridad sus regalos se limitaban a cosas relacionadas con la vida cotidiana. Gaspar era el encargado de repartir golosinas, miel y frutos fresco; Melchor tendía mas a lo practico y su fuerte eran la ropa o zapatos; Baltasar jugaba el peor papel al tener que ocuparse de castigar a los niños traviesos dejándoles carbón o leña por todo regalo, símbolo del pensamiento racista.
Para poder llevar a cabo su labor con justicia los reyes magos disponían de la ayuda de unos duendes que espiaban a los niños y les contaban a sus jefes hasta los más mínimos detalles de su comportamiento. La costumbre exige a los niños a poner los zapatos limpios la noche de Reyes para recibir junto a ellos, durante la madrigada, los regalos de los magos. Y también tienen que dejarle paja o pasto y agua para los camellos.
San Nicolás - Papá Noél - Santa Claus
Papá Noél, que había sido obispo de Asia Menor en el siglo IV, santo en buena parte de Europa desde la Edad Media, y gnomo en Nueva York de mediado del siglo XIX, se vio forzado a viajar por medio mundo antes de poder encontrarse a S mismo en la maravillosa imaginación de otros.
El proceso de metamorfosis que llevo al obispo Nicolás de Asia Menor al gordinflón barbudo vestido de rojo y blanco que le trae regalos a los niños, es tan o más fantástico y apasionante que su propia leyenda.
San Nicolas vestido de obispo.
San Nicolás nació alrededor del año 280 en Patara, una ciudad del antiguo distrito de Licia, en Asia Menor, en el sudoeste de la actual Turquía. Era hijo de una familia adinerada y gozo de una buena educación.
A la muerte de sus padres regaló todos sus bienes y se encamino hacia la vida religiosa, ingresando en el monasterio de Sión. Fue ordenado sacerdote a los 19 años por su tío, el arzobispo de Myra, al que muy pronto sustituyo en el cargo tras su deceso. Gran defensor de los dogmas católicos, falleció siendo arzobispo de Myra cerca del año 350. Fue llamado obispo de los niños, por su amor a los pequeños, y se hizo muy popular por su gran generosidad y amabilidad para con los mas necesitados y los niños, a quienes hizo beneficiarios de su fortuna personal. Su fama se extendió mas allá de las fronteras de su región y comenzó a ser protagonista de gran cantidad de leyendas, atribuyéndosele desde salidas nocturnas para repartir regalos entre quienes lo necesitaban, hasta milagros como el de calmar una tempestad y resucitar a un marinero egipcio.
De entre todos los relatos legendarios acerca de san Nicolás destacan dos historias: una, conocida como la de las tres hermanas, es la base sobre la que se construyó el mito que le convertirá en generoso repartidor de regalos; la otra llamada de los tres hermanos, le hizo acreedor al titulo de patrón protector de los niños.
La primera leyenda cuenta lo siguiente: En la ciudad de san Nicolás, Patara, había tres niñas que no se podían casar, ya que su padre estaba arruinado y no tenia dinero para sus dotes, razón por la cual el hombre había decidido venderlas a medida que alcanzaran la edad de ser desposadas. San Nicolás se entero de esto y corrió a darle una bolsa llena de monedas de oro en secreto a la mayor, para su dote. Otro tanto sucedió con la segunda y la tercera a medida que llegaron a la edad matrimonial. Según la leyenda san Nicolás, para mantener el secreto, tiraba la bolsa con el oro a través de una ventana y la embocaba en uno de los calcetines que la niña en cuestión colgaba para que se secase en la chimenea. A la tercera de las niñas le reconocieron, con lo que se hizo famoso por ello.
En la segunda leyenda, la de los tres hermanos, san Nicolás, que iba de viaje, se detuvo en una posada a pernoctar y, mientras descansaba, soñó que se cometía un terrible crimen en esa hostería: tres hermanos muy jóvenes y ricos que estaba alojados ahí también, habían sido asesinados por el dueño con el fin de robarles sus pertenencias. Al despertar, san Nicolás, encaró al posadero y lo obligo a confesar su crimen, que no era el primero, había hecho lo mismo con otros clientes a los que había troceado y puesto en salmuera, para, finalmente, servirlos a sus clientes como salazón de cerdo. Los tres niños que todavía no habían sido troceados son resucitados por el santo.
Estas dos leyendas y muchas mas le dieron fama en Europa. Los vikingos lo adoptaron como santo patrono, y de ellos paso a Rusia donde se convirtió en santo nacional a principios del siglo X. Pero su fama se extendió cuando sus huesos fueron robados de Myra por unos marineros que lo llevaron a la ciudad italiana de Bari, y puesto en la Iglesia de san Esteban. Apenas llegado ya empezó a obrar milagros y su fama corrió como el viento por toda Europa.
Desde mediados del siglo XIII san Nicolás repartía los regalos y juguetes durante la noche del 5 al 6 de diciembre, pero tras la Contra Reforma católica (1545-1563), surgió otro personaje, Christkind, el niño Jesús, que repartía regalos en el día de Navidad. El avance de la tradición de los regalos del niño Jesús forzó a que san Nicolás pasara a entregar sus regalos el día 25.
La adorable misión de repartir regalos a los niños en Navidad fue adoptada por toda Europa, y el personaje encargado de hacerlo fue desarrollándose a partir de la figura básica del san Nicolás medieval mezclada con diferentes leyendas locales (como los gnomos, el padre invierno nórdico, la bruja buena italiana, y otros mas).
Así nacieron, por ejemplo, los legendarios Kolya (Rusia), Niklas (Austria y Suiza), Pezel-Nichol (Baviera), Semiklaus (Tirol), Svaty Mikulas (ex Checoslovaquia), Sinter Klaas (Holanda), Father Christmas o padre Navidad (Gran Bretaña), Santa Claus (EE.UU.), Père Noël o padre Navidad (Francia)... y otras muchas variantes del mismo mito básico.
Pero al gordinflón de barba blanca y vestido con un traje rojo ribeteado de blanco, que conduce por el aire un trineo de ocho renos transportando un saco lleno de juguetes, se lo debemos a las tradiciones holandesas y a los escritores y dibujantes de Nueva York, EE.UU..
La Tradición de san Nicolás arraigó de forma especialmente intensa en los Países Bajos a partir del siglo XIII. Se lo llego a nombrar santo protector de Ámsterdam.
Por aquellos días se lo representaba vestido con ornamentos eclesiásticos, con barba blanca, montando en un burro, y llevando un saco o cesta con regalos para los niños buenos y un manojo de varas para los desobedientes. Mas tarde, hacia el siglo XVII solía llegar en un barco que se llamaba Spanje (España), con un caballo blanco, siempre acompañado de su fiel sirviente moro Zwarte Piet (Pedro el Negro), un siempre sonriente personaje que lleva un saco lleno de golosinas que es lo suficientemente grande como para que, cuando se queda vacío, pueda meterse en el a todos los niños que se han portado mal durante el año y se los llevaba a España (un castigo horrible para la época, ya que estaban enemistados con España).
Esta tradición familiar de san Nicolás traspasó el Atlántico, en el siglo XVII, junto a los colonos holandeses que fueron a instalarse en la prometedora costa este de Norteamérica. Los holandeses fundaron Nueva Ámsterdam en la isla de Manhattan, que luego seria Nueva York. En este traspaso, Pedro en Negro se quedo en el continente, ya que desaparece de los festejos posteriores.
Washington Irving amante del folclore europeo, escribió su Historia de Nueva York en 1809, en la que describe la supuesta llegada del santo cada víspera de San Nicolás. Lo describe ya sin ropas de obispo y dejo de montar un caballo blanco para llegar en un corcel volador. Fue tan popular a raíz de este relato que todos, incluso los colonos ingleses, festejaron la celebración holandesa. El nombre fue derivando de san Nicolás, Sinterklaas o Sinter Klaas hasta acabar siendo pronunciado como Santa Claus por los angloparlantes. Había nacido un nuevo personaje, al que todavía le faltaba para convertirse en el actual gordo bonachón.
El siguiente paso en la transformación definitiva de san Nicolás en Santa Claus ocurrió el día 23 de diciembre de 1823, cuando apareció un poema en un diario de Nueva York, titulado Un relato sobre la visita de San Nicolás. Recién en 1862 se supo que lo había escrito Clement C. Moore, profesor de estudios bíblicos en Nueva York. En este poema se ensalzó el componente mágico del Nicolás de Irving y lo hizo más creíble. Cambio el trineo tirado por un caballo volador por uno tirado por renos. Lo describió como un tipo alegre, gordo y de pequeña estatura, asimilándolo a un gnomo. Y lo mas decisivo fue que Moore situó la llegada de Santa en la vigilia de Navidad, en lugar de suceder el 6 de diciembre. Gracias a este empuje, Washington Irving creo una sociedad literaria en honor al santo en 1835.
La imagen del gordo Santa Claus la detalló al máximo el dibujante Thomas Nast, que por Navidad publicó ilustraciones de Santa Claus en la revista Harper’s de 1860 a 1880. Nast añadió detalles como su taller en el polo norte y su vigilancia sobre los niños buenos y malos de todo el mundo. Él le dio el color rojo y su vestuario de pieles.
A fines del siglo XIX y principios del XX la costumbre del san Nicolás reinventado en Nueva York, se fue extendiendo por casi toda Europa. Fundo sus bases en Gran Bretaña como Father Christmas o Padre Navidad, y de ahí pasaría a Francia bajo el nombre de Père Noël o papa Navidad, del cual derivaría Papá Noél, como se lo conoce en España, Argentina y gran parte de América latina. En realidad no hizo mas que readaptarse a las antiguas costumbres de san Nicolás u otros repartidores de regalos.
El Santa Claus de Thomas Nast
Pero finalmente fu la Coca-Cola la que le dio su actual aspecto en 1931. Para la campaña publicitaria de la Navidad de este año, la Coca-Cola le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast. Él creo un Santa Claus más alto, todavía más gordinflón, aunque más simpático, con un rostro bonachón, de ojos pícaros, chispeantes y amigables, con pelo cano y luenga barba y bigote, también blancos, sedosos y agradables. La vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que son los de la compañía, pero su traje se hizo más lujoso y atractivo.
A la imaginación de todas esas personas se debe nuestro actual repartidor de regalos. En realidad no hizo mas que readaptarse a las antiguas costumbres de san Nicolás u otros repartidores de regalos, que se barajaban en los diferentes países del mundo. Actualmente se lo hace oriundo de Hveragerdi, según los islandeses, los noruegos dicen que vive en la ciudad de Drammen, mientras que los finlandeses (la mas aceptada) juran que e nació y vive en Rovaniemi, todas estas son localidades turística. Según los finlandeses hace siglos, un primitivo Santa Claus (que ellos llaman Julemand) vestido con pieles de reno, dejaba los regalos tallados en hueso o madera en la puerta de cada casa donde viviera un niño. Pero ahora ese gigante generoso vive, desde hace 400 años, en un monte cercano a la ciudad de Rovaniemi.
Todos sabemos que vive en el Polo Norte con muchos duendes que lo ayudan a fabricar todos los regalos que le piden los niños del mundo, y que reparte los regalos en un trineo volador tirado por los siete renos a los que llama Bailarín, Saltador, Zalamero, Bromista, Alegre y Veloz, todos ellos liderados por Reno el de la nariz roja, que fue él ultimo en integrarse al grupo. Otros dicen que son ocho y se llaman Doner y Cupid, que están cerca de Papá Noel, Blitzer y Comet, Vixen y Prancer, y por ultimo Dasher y Dancer.
Eso que se comenta que los regalos son dejados por los padres, es una terrible mentira que quise echar por tierra con esta biografía seria y concisa de Papá Noél o como a ustedes les guste llamarlo.
FUENTE: http://webs.sinectis.com.ar